El desastre del vertedero vasco de Zaldibar ha vuelto a poner sobre la mesa el problema de los residuos industriales: un tipo de basura que, en muchos casos, no se trata en los mismos vertederos que los desperdicios convencionales. En Asturias hay un total de catorce basureros. De ellos, tres son de Cogersa, uno dedicado a residuos peligrosos. Otros dos, el de Arcelor en la cantera de Veriña y el de Orovalle en Belmonte de Miranda también se dedican a vertidos considerados "peligrosos". En las Cuencas quedan dos grandes basureros industriales, de los cientos -las famosas escombreras- que llegó a haber durante el auge de la minería. Se trata de los vertederos de Pumardongo, que da servicio a la empresa estatal Hunosa, y el de Cuturrasu, en el que deposita sus residuos la térmica de Lada, de Iberdrola. Dos grandes desconocidos para los habitantes de las Cuencas, salvo para los que viven en sus alrededores y que denuncian que su presencia es perjudicial.

El vertedero de Cuturrasu -su nombre oficial- se sitúa en un anfiteatro natural. Sobre él, la localidad que le da nombre. A un lado, Lo Frayoso y al otro, Les Bories. Justo a sus pies, las instalaciones de la central térmica de carbón de la que salen las cenizas y el yeso que alimentan esta gran escombrera, el último vertedero industrial que se encuentra en activo en Langreo, donde llegó a haber decenas de ellos. Iberdrola solicitó en julio de 2008 el uso de esta zona. Empezó siendo un almacenamiento "temporal" que finalmente se convirtió en un vertedero autorizado para recoger todas cenizas (hasta 180.000 toneladas al año), escorias (40.000 toneladas anuales) y yesos (20.000 toneladas) procedentes de la térmica. El anunciado cierre de esta instalación traería consigo también el abandono del vertedero, que en teoría debería ser restaurado ambientalmente por la empresa.

La última escombrera minera activa es la del vertedero de Pumardongo, en el alto de El Padrún, en Mieres. Hunosa llegó a tener activos 200 depósitos de estériles en las Cuencas. Algunas, con los planes de restauración, desaparecieron, y otras acabaron integrándose en el paisaje cotidiano: acogen polígonos industriales, sirven de plataforma para carreteras o simplemente, las engulló la vegetación. El problema de Pumardongo es que, según los vecinos y Podemos Asturias, el vertedero está cerca de su capacidad máxima, y hay que tener en cuenta que tanto la térmica de La Pereda, el lavadero de El Batán y el pozo Nicolasa siguen en funcionamiento -y esperan continuar durante años, al menos los dos primeros-.

Los vecinos denuncian que el vertedero de Pumardongo está "trescientos metros más elevado" que el valle donde se encuentra la térmica y los pueblos del entorno, y que cuando sopla el aire "la contaminación de las cenizas se desplaza, y caen sobre ellos".