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Una larga vida laboral que se apaga

La última extinción de José Baizán

El parque de Mieres despide a su bombero más veterano tras 28 años de actividad, que se remontan a la propia gestación del servicio

José Baizán, manejando la grúa del parque de Mieres. D. M.

La vida laboral de José Baizán se apaga lentamente. En este caso, él se limita a esperar, como mucho algo inquieto, a que los últimos rescoldos de casi 30 años de trayectoria profesional se consuman. Este bombero colgará la manguera en mayo tras haber sido testigo de la gestación y desarrollo de este servicio en Mieres: "En 28 años todo ha cambiado enormemente. Tenemos mejores medios y equipos. Estamos más preparados, pero sigue habiendo carencias, sobre todo en materia de personal. Tres personas por turno son pocas para cubrir un territorio tan amplio".

José Baizán aún recuerda cuando, en 1992, tras estrenar el parque de bomberos de Mieres, se subió por primera vez al camión, por entonces rojo: "Eran unos pegasos a los que llamábamos 'gadafis' debido a que el dictador libio había hecho un enorme pedido y luego renunció a muchos, que fueron reconvertidos en camiones de bomberos". En la cabina de aquel reciclado vehículo se subió por primera vez con un bombero veterano. Un tercer compañero, también bisoño como él, les acompañaba. Se había producido un accidente de tráfico en Aller y el curtido "jefe" se puso al volante: "Iba tan tranquilo y nosotros estábamos impacientes. Al final el otro novato exclamó que había que poner la sirena, ¡que íbamos a un accidente! No sirvió de nada". Aquel ímpetu pronto chocó con la dura realidad de una profesión tremendamente exigente y dura: "Al llegar nos encontramos con un panorama tremendo".

Ahora, el bombero veterano es él: "No se inmuta cuando llaman para una salida, será porque le quedan ocho guardias", aseguran sus compañeros entre bromas. Baizán es natural de Aller y actualmente reside en Villaviciosa. Formó parte, en 1991, de la primera promoción de bomberos del CEISPA (Consorcio para la Extinción de Incendios y Salvamento del Principado). Hizo practicas durante tres meses y, en 1992, estrenó el parque de bomberos de Mieres: "Cuando llegamos había un grupo de bomberos dependientes del Ayuntamiento que trabajaban sólo por las noches". Con el tiempo ambos servicios, el municipal y el autonómico, pasaron a trabajar coordinados, pero sin llegar a fusionarse.

Son miles las intervenciones con las que carga José Baizán. Su profesión le ha dado amigos y la perenne sensación de sentirse útil, pero también le ha hecho pasar por situaciones desgarradoras: "Uno de los momentos más duros fue cuando, en 2003, se mataron tres jóvenes turoneses tras caer con el coche desde el enlace de la autovía. Fue terrible verlos atrapados entre los hierros, tan jóvenes". Baizán reconoce que las excarcelaciones son posiblemente la peor parte de su trabajo: "La apertura de la autovía mejoró mucho las cosas, ya que en la antigua carretera nacional había accidentes terribles al producirse colisiones frontales en los adelantamientos"

El trabajo de bombero excede con mucho la tarea de apagar fuegos. " Atendemos muchas llamadas de personas mayores que usan el servicio de teleasistencia y que al sentirse indispuestas no pueden abrir la puerta de casa". En estos casos se suele entrar por la ventana para causar los menores daños posible en la vivienda. El parque de Mieres cuenta desde no hace muchos con una grúa automática que alcanza los 30 metros de altura: "Nos permite llegar hasta un séptimo piso, por lo que prácticamente tenemos cubierto todo el casco urbano". Ahora bien, el más hostil adversario de un bombero es el fuego y Baizán conoce bien su peligro: "La mayoría de incendios son intencionados, por imprudencias en quemas. La gente no se imagina lo rápido que se puede descontrolar una fogata mal planificada". Este bombero allerano se alejará pronto del fuego, aunque el calor del trabajo cumplido no dejará de abrigarle en la distancia.

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