La Nueva España

La Nueva España

Contenido exclusivo para suscriptores digitales

Combate ultramarino contra el virus

Manuel Suárez convierte su pequeña tienda en un insospechado centro de servicios sociales para el barrio de Vega de Arriba, en Mieres

Manuel Suárez, ayer, en su tienda, atendiendo a Ángeles Gutiérrez. D. M.

Se toma la temperatura tres veces al día y apenas tiene contacto con su familia: "Mi hija estuvo en una actividad de baile en León la semana anterior al estallido del estado de alarma y desde entonces he optado por mantener el mínimo contacto con ella". Manuel Suárez carga con la responsabilidad de tomar todas las medidas a su alcance para mantenerse lo más alejado posible del coronavirus. No está especialmente preocupado por su salud, sino por las decenas de vecinos del barrio de Vega de Arriba que debido a su edad avanzada corren un mayor riesgo ante al avance del virus. Este mierense de 52 años no es sanitario, es simplemente el tendero del barrio. Estos días es mucho más. Es casi un asistente social.

"Tengo muchos clientes que ya son bastante mayorucos y hay casos en que se encuentran atemorizados por los estragos que está causando el virus", explica Manuel Suárez. Su pequeña tienda se ha convertido en un imprescindible distribuidor de servicios sociales. Este comerciante mierense se encarga de llevar la compra a muchos mayores de Vega de Arriba que no quieren o no pueden salir de casa. "Te ves obligado a ejercer de psicólogo. Hay gente que ha entrado en pánico y a la que tienes que tranquilizar en la medida de lo posible; pero también hay a quien le da todo igual, que no tiene miedo a nada y que actúa irresponsablemente, por lo que tienes que intentar hacerle entender el daño que puede hacer a otros".

Manuel Suárez ha tomado en su práctico establecimiento de ultramarinos todas las medidas preventivas a la que la sociedad se ha acostumbrado desde que se decretase el confinamiento. Los clientes entran de uno en uno y no pueden tocar los productos. Hasta donde es posible, lo ha envasado todo el vacío y alecciona personalmente a los compradores con consejos bien intencionados: "Les digo que no salgan al balcón a cantar, que les están echando los virus al del piso abajo. Que aplaudan si les apetece y ya está".

La tienda de Manuel Suárez se ha fortificado contra el COVID-19, pero él también lo combate a campo abierto. "Muchos de mis clientes tienen mi número de teléfono personal y me llaman si no pueden venir a comprar. Cuando cierro o tengo un hueco les llevo la compra a casa. Ya voy con la vuelta preparada y llevo las monedas desinfectadas con lejía en el interior de la bolsa". Este servicio a domicilio incluye una atención que roza la familiaridad: "Me cuido mucho de mantener la distancia, pero siempre hay tiempo para preguntarles que tal están y darles ánimos. Si tienen basura en casa aprovecho y la bajo".

Son muchas las personas mayores que han asumido el confinamiento en sus hogares casi como un reto de supervivencia. "Llega mucha información y el miedo hace estragos". Manuel Suárez entiende que muchos ancianos o personas enfermas no quieran salir a la calle bajo ninguna circunstancia: "Todos debemos cumplir, pero ellos más. Hay que proteger a los más indefensos". En su caso, tiene clientes que no quieren ni ir al banco a sacar dinero: "Les voy apuntando las compras en una libreta y les digo que ya me pagarán cuando puedan salir. Eso no puede ser un problema".

En el barrio agradecen el esfuerzo de Manuel Suárez. "Siempre me ha gustado la tienda pequeña y más ahora. Da más seguridad, te sientes más protegida", explica Ángeles Gutiérrez mientras recoge un paquete de levadura que había encargado previamente. Suárez no desfallece, pero echa en falta más ayuda del Ayuntamiento. "Nadie pasa por el barrio por si necesitamos algo. La basura no se recoge...". Por su parte, enfrenta un combate ultramarino contra el virus.

Compartir el artículo

stats