Centros de investigación, centrales hidroeléctricas subterráneas, focos de geotermia, complejos de almacenamiento de datos informáticos, museos, escuelas de entrenamiento de rescates, zonas de cultivo... Las antiguas minas buscan su sitio en el entramado económico actual y no escasean las propuestas ni los campos de actividad. Algunas de ellas ya han sido puestas en marchas con éxito por Hunosa (geotermia y espacios turísticos) y otras se encuentran en fase de estudio.

La última iniciativa puesta sobre la mesa cuenta con la participación del Cluster TIC de Asturias, que trabaja en un proyecto europeo con empresas de otros siete países para poner en marcha centros de investigación en galerías mineras. El proyecto, que en un futuro también podría ser extrapolable a minas de la región, busca este tipo de instalaciones subterráneas por motivos de seguridad y por sus condiciones ambientales, principalmente por su estabilidad térmica. El Cluster dará soporte tecnológico a los socios, especialmente en todo lo referente a la gestión informática de la información y la documentación, la ciberseguridad, la estandarización de procesos y la conexión en red entre los diferentes centros de investigación.

El plan está abanderado por un centro alemán, junto con empresas tanto de la minería metálica como del carbón de países como Austria, Suecia, Finlandia, Polonia, Rusia y Grecia.

La transformación de las minas en centros de almacenamiento de big data (datos informáticos) es otra de las opciones, planteada en este caso por el SOMA-FITAG-UGT. Un complejo de este tipo ya existe en una mina de Maloy, en Noruega. Entre sus características está el almacenamiento a una temperatura constante, una variante muy importante en este tipo de centros, donde la acumulación de miles de ordenadores hace que las temperaturas se disparen, siendo precisamente la climatización adecuada uno de sus principales problemas.

Su funcionamiento genera altísimas temperaturas, que tienen que ser reguladas para que los equipos funcionen sin problemas. El segundo inconveniente, derivado en parte del primero, es la ingente cantidad de energía que necesitan estos centros de almacenamiento de datos para funcionar. Regular la temperatura y alimentar los equipos informáticos necesitan, en el caso del centro de la mina noruega, de la instalación de instalaciones energéticas que generan 300 megavatios de potencia: una central térmica como la de Lada tiene 525, la más pequeña de La Pereda, 50.

La producción de energía es otra de las posibilidades. Hunosa ha planificado para Mieres una red de geotermia que se pretendía poner en marcha esta primavera. Se llevará la geotermia a partir del agua de mina del pozo Barredo a las viviendas públicas de la Mayacina, concretamente a 248 pisos. Pero no sólo eso, supone habilitar el sistema en el instituto Bernaldo de Quirós y en el edificio científico-tecnológico del campus de Mieres, que actualmente acoge la sede de la Escuela Politécnica de Mieres.

Actualmente, el sistema de geotermia de Hunosa llega a varios edificios públicos, entre ellos, el edificio de investigación y la residencia de estudiantes del campus de Mieres. También se abastece a la Fundación Asturiana de la Energía (FAEN) y al hospital comarcal Álvarez Buylla de Mieres. En Langreo se pondrá en servicio una red similar aprovechando el agua de mina del pozo Fondón, en Sama. El sistema de producción centralizada de calor a partir de la geotermia abastecerá de calefacción y agua caliente sanitaria al edificio de las 45 viviendas de promoción pública de Langreo Centro. También llegará al centro deportivo Juan Carlos Beiro, al centro de salud de La Felguera y al edificio que alberga Langrehotel y la residencia de personas mayores "Nuestra Señora del Fresno".

Más opciones

También existen iniciativas en otras partes del mundo para construir centrales hidroeléctricas en antiguas minas. Estas centrales consisten en dos embalses, uno subterráneo y otro poco profundo, distintas cotas dentro de la mina. El agua sería bombeada desde el embalse subterráneo al menos profundo usando el exceso de energía. Durante los periodos de alta demanda, el agua se dejaría caer para producir electricidad.

Los pozos también han demostrado ser un notable reclamo turístico. El Sotón alberga visitas guiadas de grupos en sus galerías. Se trata de una experiencia única en el mundo, ya que es el único pozo minero de carbón abierto al público que ofrece la posibilidad de realizar un recorrido exhaustivo a 600 metros de profundidad. El visitante, equipado con su autorrescatador y su lámpara de mina, puede llevar a cabo, durante una jornada laboral, todas las labores propias de los mineros: picar carbón, barrenar un frente de galería y viajar en un tren de personal.

En Londres, los antiguos refugios antiaéreos de la Segunda Guerra Mundial se emplean como zonas de cultivo. Se busca cultivar hierbas, especias y verduras. "Lo que se aprecia es la temperatura constante que hay y la amplia superficie, por lo que pensamos que también podría ser aplicable a las minas", indica José Luis Alperi, secretario general del SOMA-FITAG-UGT.

Este mismo sindicato también ha propuesto crear en un pozo cerrado de las Cuencas un Centro Nacional de Entrenamiento en Rescates ligado a la Brigada de Salvamento Minero. Se propuso el pozo Santiago, en Aller, aunque también llegó a hablarse del pozo Carrio (Laviana). El plan del SOMA pasaría por el aprovechamiento de las instalaciones, tanto exteriores como interiores con el objeto de contar con un equipamiento para simular "escenarios reales de accidentes industriales, ferroviarios, derrumbes de edificios, rescates en altura, aeronaves, vehículos... Todo ello complementado con aulas, laboratorios, residencia y talleres".