La confección de mascarillas para ayudar a lo profesionales que combaten en primera línea al coronavirus se extiende. Desde la semana pasada la Fundación Santa Bárbara (Fusba) fabrica estos equipos en sus talleres de confección, donde ha elaborado ya 8.000. En Mieres, una red de voluntarios está también trabajando para ayudar en la crisis sanitaria.

Las mascarillas de Fusba se han puesto a disposición del Estado y del Principado. Son 8.000. A falta de la homologación para uso sanitario (en trámite), están siendo utilizadas por el personal de limpieza de hospitales de muy diversas provincias de toda España: Islas Baleares, Islas Canarias, Murcia, Cantabria, Huesca, Toledo, Ciudad Real, Orense, y Zaragoza. Asimismo, ha fabricado y donado hasta el momento 1.000 mascarillas de tela para uso del personal de 14 residencias geriátricas y otros centros asistenciales en los valles del Nalón y del Caudal. La Fundación Laboral Santa Bárbara fue creada por Hunosa para facilitar el empleo a personas con algún tipo de discapacidad.

Cuando la crisis sanitaria del coronavirus pase, de esto habría que acordarse: de los pequeños gestos que hacen todo grande. Como una iniciativa de Dácala Atelier, en Mieres, en la colaboran otros comercios locales, vecinos y entidades -como Mercería Fini y la Fundación Pájaro Azul-- para la elaboración de mascarillas. No son protecciones homologadas, porque el material escasea, pero están muy bien hechas y pueden proteger a otros colectivos. Han repartido ya cien entre Policía Local, Guardia Civil de Mieres y voluntarios de Amicos (Asociación Mierense de la Cocina Solidaria). Seguirán trabajando.

Lo cuenta Pilar Martín, de Dácala Atelier, "esto es una obra de muchas personas". En primera línea están ella y Alberto París, patronista y exalumno de Dácala, que se encargan de confeccionar las mascarillas. "Nos dimos cuenta de que existía esta necesidad entre algunos colectivos", explica Martín. Concretamente, se lo dijo uno de los transportistas que la conocía de su atelier.

Les dijeron que no había tejido homologado, el que se utiliza para las mascarillas sanitarias, pero no se dieron por vencidos. "Probé a hacer una mascarilla con dos capas de tela de algodón cien por cien, en el interior incluimos celulosa y una parte plastificada". Y se la mostró a varios sanitarios: "Me dijeron que no servían para la sanidad pero sí que podrían ser muy útiles para otros colectivos. Protegen al otro al cien por cien y al que la lleva, le permiten tener una barrera para estar más a salvo", explica Martín.

Quedaba por rematar el enganche: la goma. Y ahí hubo otro gesto solidario: "Desde Mercería Fini, de Mieres, nos dijeron que ponían a nuestra disposición tanta goma como necesitáramos". Personas que no tienen nada que hacer, durante el confinamiento, también se han ofrecido a "echar una mano en todo lo que puedan". La Fundación Pájaro Azul donó tejidos de algodón cien por cien colorido. Para alegrar un poco los días más grises.

Martín, París y otros, trabajan desinteresadamente hasta que todo pase: "No nos juntamos más de una persona en el mismo lugar, estamos repartidos por varios locales para no incumplir las normas de seguridad", matiza ella. El coqueto atelier Dácala, que hace ropa a medida principalmente para eventos, se ha convertido estos días en una suerte de taller para tiempos de guerra contra el COVID-19. Matiza Pilar Martín, que tuvo que cerrar la persiana de su negocio por el decreto del Estado de Alarma, que está "encantada" con poder darle -temporalmente- esta nueva vida.