Masterchef ha estrenado su octava edición con una gala llena de tensión. Y una asturiana, concretamente de Turón (Mieres), puso toda la alegría en los fogones.

Se trata de Mónica Longo, una mujer "muy abierta y espontánea", según sus allegados, que dará juego en el programa. Con ella es imposible hablar, lo prohíbe el contrato con Televisión Española (TVE).

Así que queda, de momento, repasar su primera noche en el programa. Mónica no superó los dos primeros retos: preparar una buena mayonesa y cortar verduras en determinados estilos. "No sé lo que ye tomate concasse", reconoció Mónica.

A la tercera, fue la vencida: tenía que cocinar una tortilla francesa. ¿La dificultad? El huevo era de avestruz. Cuando vio el martillo en la caja, Mónica bromeó: "¿Esto ye pa un centollu?".

Puso todo en los fogones porque, aseguró a cámara: "Me mato todo el día a trabajar. Por la mañana limpio el instituto y por la tarde de camarera (en Oviedo). Voy a seguir soñando". Y cantando. Al jurado les cantó "Te quiero más que a mi vida". Todo vale.

Y le valió. Porque, tras enfrentarse a los jueces -"parecen los hermanos Dalton", bromeó-, consiguió el delantal. "Este delantal es pa mi. No me lo quita nadie".

No sin algunos "peros". Los miembros del jurado coincidieron en que la tortilla "es un aprobado".

A esta edición se habían presentado 30.000 personas.