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De lo nuestro | Historias heterodoxas

Antonio Álvarez Solís, un pensamiento libre

Fallecido en marzo a los 90 años y con raíces familiares en Mieres, era una de las plumas más críticas del periodismo español contemporáneo

Antonio Álvarez Solís, un pensamiento libre

El 30 de marzo de 2020, poco después de que se hubiese dictado nuestra sentencia de sesentena y confinamiento, fallecía con 90 años cumplidos Antonio Álvarez Méndez-Trelles, una de las plumas más críticas del periodismo español contemporáneo, con un dilatado historial en la profesión que ejerció con una lucidez envidiable hasta el momento de su muerte. Seguramente eran muy pocos los que conocían sus verdaderos apellidos, porque por alguna razón quiso conservar los dos de su padre, con el que también compartió el mismo nombre: Antonio Álvarez Solís; pero él fue un inconformista que eligió quién quería ser al margen de lo que dictaba la norma. Y por eso también presumió siempre de ser de Mieres, aunque había nacido en Madrid, el 18 de julio de 1929.

El primer Antonio Álvarez Solís, que firmaba en ocasiones como "Juan Jara", fue también un periodista de prestigio. Él sí había nacido en Mieres y hasta aquí trajeron su cadáver cuando falleció repentinamente el 21 de noviembre de 1950 a los 50 años. En aquel momento dirigía "La Voz de Galicia", tras haber sido redactor político de "El Debate", director del "Noticiero" de Zaragoza y del semanario "Ramblas" de Barcelona, subdirector de "Solidaridad Nacional" de Barcelona e incluso director de prensa y propaganda de la productora cinematográfica "Columbia Films".

La familia Álvarez Solís reúne en su ascendencia buena parte del la historia contemporánea de Mieres: la bisabuela paterna de nuestro Antonio fue la galesa Laisa Close, un apellido que encontramos en otros personajes conocidos, como Luis Álvarez Close, alcalde de esta villa en 1909, o José Álvarez Close, presidente del comité provincial republicano a finales del siglo XIX. Y lo mismo por parte de su madre. Su abuelo fue Teodoro Méndez-Trelles, gerente de la Fábrica de Mieres y alcalde durante cuatro legislaturas consecutivas y su abuela la baronesa Helena von Petrosky.

En una larga entrevista que le hizo con motivo de su 88 aniversario Julio Flor, Antonio Álvarez-Solís confesaba que su padre, de rama inglesa, era muy silencioso y su madre, con sangre alemana, era una señora muy guapa y elegante, pero a la vez muy rígida. Recordaba que los padres dormían en habitaciones separadas y la familia se juntaba en el salón para leer cada uno sus cosas. "No había más comunicación. Fue lo que llamamos una familia fría", le decía entonces al periodista. De manera que consideraba que en sus primeros años su "verdadera madre" había sido una empleada encantadora, gorda y analfabeta llamada Úrsula, que fingía saber leer, y hacía como que le leía cuentos.

Como es lógico, el trabajo de su padre obligaba a cambiar de residencia cada cierto tiempo. Por esta razón, Antonio vivió en Zaragoza hasta que nació su hermano y fue enviado a Mieres donde inició con la guerra un periodo de su niñez marcado por la soledad, que en ocasiones -según sus palabras- le hizo sentirse como un alienígena. Sin embargo, los años pasados en la cuenca minera fueron el referente para toda su vida.

Antonio Álvarez-Solís estudió Derecho en Barcelona y Santiago de Compostela, dejando la carrera colgada con tres asignaturas en el momento en que murió su padre. Entonces decidió irse de casa e inició su propia carrera periodística en "La Vanguardia", donde llegó a redactor-jefe a los veintisiete años.

Vivió en Cataluña más de cuarenta años y allí forjó tanto sus ideas religiosas como políticas, pasando de ser secretario del gobernador civil franquista Felipe Acedo Colunga a militar primero en el Partido Socialista Catalán de Juan Raventós, antes de encabezar en 1986 la lista del minoritario Partit dels Comunistes de Catalunya por la circunscripción de Barcelona. Mucho más tarde, esta deriva hacia la izquierda le iba a llevar en las elecciones municipales de 2011 a figurar en la lista independentista de Bildu al Ayuntamiento de Bilbao.

En los años de la transición afirmó desde el primer momento que aquello era una traición a la democracia y un golpe contra la legalidad republicana, en la que él seguía creyendo porque la monarquía impuesta era producto del golpismo militar. Defendió esta postura desde dos revistas emblemáticas fundadas en el periodo que se conoció entonces como "apertura": "Interviú", publicación pionera en llevar a su portada fotografías con desnudos de famosas, que llegó a dirigir, y "Por favor" donde se ponía al país en solfa utilizando el humor.

También estuvo en el Consejo Editorial del Grupo Zeta, dirigió "Economía Mediterránea", escribió para "El Periódico" e impulsó revistas de ocio como "Bouquet", dedicada a la gastronomía, de manera que al final de su carrera pudo haber publicado más de veinte mil colaboraciones como columnista en 32 periódicos.

Otro de sus escenarios fueron los medios audiovisuales, colaborando como tertuliano en la Radio y Televisión españolas, y en COPE, Onda Cero, Radio Miramar, SER, EITB y Radio Euskadi entre otras, lo que le hizo compartir micrófono con locutores tan populares como Luís del Olmo, Iñaki Gabilondo, Carlos Herrera y María Teresa Campos. También dio clases de ética en la Escuela de Cultura Femenina, la primera escuela de periodismo que hubo en Barcelona, y al margen de su profesión, presidió la Asociación de Amistad Catalunya-URSS.

Además, a partir de la muerte de Franco fue publicando una buena lista de libros en los que tocó desde el ensayo político hasta los aforismos: "Qué es el Bunker" (1976); "Franco y sus gentes" (1980); "El Salvador: La larga marcha de un pueblo, 1932-82" (1982); "El año que va a pasar" (1990); "Jóvenes de corazón, la utilidad de la vejez" (2000); "Cartas a Euskadi: dos años en el micrófono" (2003); "Horas sin tiempo" (2007); "Así veo Euskal Herria" (2009) y "Mujeres, ultramarinos y coloniales" (2010).

Así mismo resulta muy curiosa su colaboración en "Verte desnuda" (1992), una colección de relatos eróticos, junto a un grupo de amigos que pueden representar muy bien a los intelectuales más polémicos de aquella época: Luis García Berlanga, Eduardo Haro Tecglen, Antonio de Senillosa, Francisco Umbral, Andrés Amorós, Antonio Gómez Rufo, Antonio Hernández y Fernando Quiñones.

En sus últimos años, a caballo entre Madrid y Euskadi, escribió sus columnas en la prensa vasca colaborando en "Egin", "Deia" y "Gara", pero su posición, cada vez más favorable al independentismo de izquierdas ocasionó su despido en 2009 de la ETB, donde participaba en el programa "Pásalo", y de la emisora Euskadi Irratia, también dependiente del Gobierno vasco, donde intervenía de lunes a viernes en el programa "Boulevard" y los fines de semana en "Más que palabras", conducido por Javier Vizcaíno.

Álvarez-Solís llevaba trabajando en esta radio más de una década y manifestó su protesta por la forma en que se le había comunicado el despido, señalando a la vez la delicada situación personal en la que se le dejaba: "Me han hundido en la miseria económica. En Madrid lo tengo difícil por mi postura frente a los temas vascos", declaró entonces a la prensa abertzale, que no tardó en acogerlo como a uno de los suyos.

Antonio Álvarez-Solís no ocultó nunca su doble condición de comunista y cristiano, sin renunciar a ninguna de estas condiciones . "Marx me enseñó a hacer los números y Cristo me empujó a aplicarlos expulsando a la banca de mi templo vital", dijo en una ocasión. A punto ya de cerrar su vida, situaba la teología por delante de la economía política, la filosofía y la historia, sobre las que impartió muchas conferencias por toda España durante décadas.

En 2017 quiso explicar esta aparente paradoja en un libro de cien poesías llamado "Él" y subtitulado "Historia de una amistad", exponiendo públicamente los matices de su relación personal con Dios a partir de una experiencia casi mística que vivió el día de su 86 cumpleaños

Aquel mismo año, el periodista de "Diario 16" Lois Pérez Leira le preguntaba su opinión sobre la situación de la izquierda española. En su respuesta ponía en duda que existiese tal izquierda, aparte del "espíritu cívico" de Podemos, de otros partidos menores y de los nacionalistas de Catalunya, Euskadi y Galicia. En cuanto al socialismo, para él llevaba en descomposición mucho tiempo y había traicionado al pueblo trabajador en Suresnes, de manera que -decía- "sólo el sistema republicano, que se crió en el izquierdismo interior de una minoría maltratada, puede incorporar a España a la modernidad intelectual y progresista".

Su última colaboración se publicó en "Gara" seis días antes de su muerte, cuando un virus extraño llegado desde lejos ya estaba socavando los cimientos de esta sociedad que había criticado a lo largo de su vida. Ya no podremos conocer su opinión sobre el incierto futuro que se avecina.

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