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El confinamiento entreguín de Juan Carlos

El exjugador del Sevilla ha pasado la cuarentena en su pueblo natal, al que llegó para asistir a una comida de amigos

Juan Carlos Álvarez, ante el puente de La Oscura, en El Entrego. JUAN PLAZA

Hace pocos días fallecía Marcelino Campanal, el asturiano que más partidos ha jugado con la camiseta del Sevilla, un auténtico mito de la afición hispalense. Otro de los jugadores que los seguidores sevillistas llevan en el corazón también es asturiano, de El Entrego. No es otro que Juan Carlos Álvarez, que durante siete temporadas vistió la camiseta del equipo sevillano. No solo eso, luego estuvo muchos años ligado al equipo técnico, en el que incluso llegó a ejercer de entrenador interino del primer equipo en tres ocasiones. Residente en Tomares (al lado de Sevilla), Álvarez ha pasado todo el estado de alarma en su localidad natal, El Entrego: una comida de antiguos alumnos del colegio de "les monjes" tiene la culpa.

Juan Carlos, como siempre fue conocido en su trayectoria futbolística, sigue manteniendo una gran planta a sus 66 años. En el terreno de juego destacó por su sacrificio, su capacidad "para leer los partidos", un centrocampista que los ingleses describirían como un "box to box", que lo mismo defiende en su área que llega a posiciones de ataque. En el Sevilla "caí de pie", reconoce. Antes había pasado dos buenos años en el Hércules de Alicante, también en primera división, en un equipo en el que era el más joven, tan solo 20 años. Debutó con 17 en el Langreo, en Segunda División. Tras el Hércules pasó dos temporadas en el Valencia -con compañeros como el argentino Kempes, el holandés Rep o el asturiano Carrete- para llegar luego al Sevilla, donde se asentó: "Jugamos la UEFA en dos ocasiones".

En el conjunto de Nervión coincidió con algunos mitos del equipo, como Pablo Blanco, el brasileño Pintinho o con unos jóvenes Paco Buyo y Francisco. Recientemente jubilado, Álvarez, llegó a El Entrego para estar la primera semana de marzo y asistir a la comida de los antiguos alumnos del colegio Sagrada Familia, "que lleva ya celebrándose como dieciocho años, pero a la que solo pude acudir una vez". Quería pasar unos días en Asturias tras la celebración y "aquí nos pilló el confinamiento, lejos de nuestra familia", sus dos hijas y su hijo, y "la nieta" de ocho años, que de solo recordarla hace que se le iluminen los ojos.

"Esta ha sido la temporada que más tiempo he estado separado de ellos", apunta el exfutolista, "ni cuando fui entrenador y ellos estaban en Sevilla y yo en Castellón. Entonces cogía un avión cada dos o tres semanas, o aprovechando algún partido coincidíamos". En El Entrego ha estado bien, aunque "los amigos sevillanos se imaginan otras cosas. Me dicen 'qué bien por Asturias, todo verde y bonito'. Y yo les digo que he estado en un piso, en la que era la vivienda de mis padres".

En varias ocasiones se informaron para regresar, pero por diversas circunstancias lo harán, en principio "la semana que viene, seguramente". El primer día que se movió de El Entrego, para acercarse a la costa, fue el pasado jueves, tras más de dos meses y medio en San Martín.

Sportinguista de corazón, nunca tuvo oportunidad de jugar en "su" equipo. Tras abandonar el Sevilla, estuvo otras dos temporadas en el Hércules, para después dar el salto a los equipos técnicos sevillistas y a los banquillos: Sevilla Atlético, Sevilla, Cádiz, Castellón, Linares... Dejó el mundo del fútbol en 2005 y pasó a integrarse en el Área de Deportes del Ayuntamiento de Tomares, hasta su reciente jubilación.

Su equipo, el Sevilla, le ha dado muchas alegrías en los últimos años. Y tiene claro que el gran artífice de la transformación de un equipo que pelea por no bajar a una escuadra que juega en la Champions y que ha ganado cuatro Europa League ha sido "Monchi". Primero, consolidando al equipo con gente veterana, como Pablo Alfaro y Javi Navarro, con gente de la cantera, como el malogrado José Antonio Reyes, "al que entrené de chaval, tenía un talento como nunca había visto. Era todo descaro, un portento". Después, fichando barato, a jugadores por descubrir, para luego venderlos a precio de oro, "Dani Alves, Keita, son ejemplos de ello".

Al final, tras al experiencia de la cuarentena, "lo bueno es que, con todo lo que ha pasado, tenemos salud". "Ya echo de menos a los míos, en breve nos veremos", concluye Álvarez.

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