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Los fondos verdes, la oportunidad para revitalizar los pozos mineros cerrados

Hunosa progresa en geotermia y en el almacén de medicinas, pero propuestas como los centros de empresas y el "big data" no avanzan

Las instalaciones del pozo María Luisa, en Langreo, que se encuentran en desuso. FERNANDO RODRÍGUEZ

Llega la hora de la verdad para el futuro de las instalaciones mineras. La Comisión Europea insta a Asturias a presentar proyectos concretos que aspiren a recibir los denominados fondos verdes, el dinero que la UE otorgará a la "transición justa" de las regiones que deban descarbonizar su economía. Sobre la mesa, para aprovechar los cientos de miles de metros cuadrados de las explotaciones de carbón cerradas -propiedad de la empresa estatal Hunosa- hay ya varias propuestas, en las que, en realidad, se han avanzado únicamente en dos: el uso del pozo Santiago (Aller) como almacén estratégico de medicamentos y el uso de la geotermia, la energía del agua caliente, para climatizar el entorno de los pozos, algo que ya se hace en Mieres y que en breve también se llevará a cabo en Langreo. Iniciativas como la transformación en centros de empresas, almacenes de datos digitales, centro de entrenamiento de rescates y otro tipo de aprovechamientos energéticos, utilizando el hidrógeno presente en el agua, no han pasado por el momento de ser meras propuestas.

Los fondos de transición justa de Europa exigen que se presenten proyectos concretos. Suponen una oportunidad para el cambio definitivo del modelo económico de las Cuencas, que durante más de un siglo estuvo ligado al carbón. Con la nueva Ley de Cambio Climático que prepara el Gobierno de España, Hunosa deberá dejar de sacar carbón. El final de una era, pero según economistas y sindicatos, puede servir para abrir una nueva puerta al futuro. La empresa estatal mantiene con actividad el pozo Nicolasa, en Mieres, y en el Sotón (turismo), pero ha cerrado, en pocos años, las instalaciones del Candín y María Luisa (Langreo), Santiago (Aller), Carrio (Laviana) y Montsacro (Morcín). A ellos hay que añadir muchos más, clausurados en décadas anteriores: Figaredo, Santa Bárbara, Samuño, Tres Amigos, Olloniego, Cerezal... la lista es larga. La hullera es el gran terrateniente de las Cuencas, y se encuentra ante una oportunidad para ofrecer una segunda vida a estas instalaciones industriales. Una segunda oportunidad que, al mismo tiempo, supondría la revitalización de unos espacios degradados y una oportunidad para generar empleo dentro de sectores emergentes, como el de las nuevas tecnologías o las energías renovables.

Dos proyectos están avanzados. El primero, el del uso del agua de los pozos para refrigeración, la geotermia. Desde el pozo Barredo ya se suministra a edificios públicos de Mieres, en poco tiempo también a viviendas. En Langreo, el proyecto para llevar el agua desde el Fondón está en exposición pública. Esta semana también surgió la posibilidad de hacer lo mismo en El Entrego. Se trata de un avance técnico importante, pero que a la larga no genera un número importante de empleos. Hunosa también se ha postulado para acoger uno de los almacenes estratégicos de medicamentos que se quieren poner en marcha para no caer en los mismos errores que en la actual crisis del coronavirus: no tener stock de medicinas y elementos de protección individual (mascarillas, pantallas). La empresa ha elaborado un informe en el que ve conveniente que uno de estos almacenes esté en el pozo Aller. Se daría uso así a esta instalación, y se crearían puestos de trabajo.

Pero los proyectos que mayor volumen de inversión y de potencial generador de empleo siguen estando más verdes que los fondos de los que deberían aspirar, si es que finalmente son propuestos ante la Comisión Europea. El sindicato SOMA-FITAG-UGT ya ha presentado sus iniciativas en la consulta pública abierta por el Ministerio para la Transición Ecológica. Entre sus planteamientos, un Centro Nacional de Entrenamiento de Rescates, que haga perdurar el legado y la experiencia de la Brigada de Salvamento Minero y un Almacén de Datos Digitales, una "mina de datos" ("big data"), a imagen y semejanza de las que ya existen en países como Noruega, donde antiguas minas se han transformado en instalaciones de vanguardia, imprescindibles para el procesamiento de datos de la era digital.

Pero el uso más evidente de los pozos, y tal vez en el que menos se ha avanzado, es el de su transformación en parques empresariales. Las compañías tecnológicas y de la nueva economía no demandan ya suelo industrial: piden edificios debidamente equipados, como los ya existentes en Valnalón. El único proyecto de este tipo -del que se lleva décadas hablando, pero que sigue parado- es el parque tecnológico de Figaredo, que sigue sin desarrollarse, pese a la promesas de distintos Gobiernos.

En materia de energías renovables, no solo de geotermia hablan los expertos. Desde el Centro Nacional del Hidrógeno y Pilas de Combustible, su director, Emilio Nieto, planteó el uso del agua de mina para otro tipo de industrias, como la de las baterías de los coches eléctricos, un sector en expansión. De momento, todas estas últimas propuestas no han pasado a otro nivel, el imprescindible para que se hagan realidad: presentarlas oficialmente ante Europa.

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