Langreo, L. M. D.

Los trabajadores de la térmica de Iberdrola en Langreo son conscientes de que están luchando contra "un gigante" del sector empresarial español. Algunas cifras lo avalan. En esta década la compañía vasca invirtió un total de 100 millones de euros en la modernización del complejo termoeléctrico. Pese a esta cantidad de dinero invertida, la voluntad de la empresa de cerrar las instalaciones es firme.

De esos 100 millones, un total de 60 se dedicaron a la construcción de una planta desulfuradora, que permitió reducir entre un 92 y un 95 por ciento la emisión de dióxido de azufre a la atmósfera. También se destinaron otros 40 millones en potenciar la eficiencia operativa de la planta con la renovación de las torres de refrigeración y de los motores de la turbina, el "corazón" de la térmica.

La instalación comenzó a funcionar en el año 1949, y fue inaugurada por el dictador Francisco Franco, con dos grupos de generación eléctrica. En 1956 sufrió una ampliación, y en 1967 una tercera, con el equipo denominado Lada 3 y que dejó de funcionar en 2013 (en sus dos últimos años, desde 2011, apenas entró en servicio). Lada 4, la actual central, se puso en marcha en 1981. Cuenta con una potencia bruta de 358,4 megavatios, suficiente, tal y como apuntaron desde la plantilla, para dar electricidad a más de cien mil personas.

Desde su entrada en servicio, el grupo eléctrico a acumulado más de 175.000 horas equivalentes de funcionamiento a plena carga. Es decir, un total de 7.292 días (alrededor de 20 años) funcionando a tope. "Se ha acelerado todo el proceso de cierre diez años", concluyen desde la plantilla.