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Un lavianés intenta desde enero renovar su tarjeta de aparcamiento para discapacitados

El Ayuntamiento retiró del servicio a la empleada que lo llevaba y ahora "no hay quien lo haga", denuncia Alfonso Fernández

Alfonso Fernández, con la tarjeta de aparcamiento que no puede renovar por las trabas burocráticas, delante del Ayuntamiento de Laviana. FERNANDO RODRÍGUEZ

Un lavianés con un 65% de discapacidad reconocida lleva ya seis meses esperando por la renovación de su tarjeta de estacionamiento. Decía el periodista y político mexicano Carlos Enrique Castillo que "burocracia es el arte de convertir lo fácil en difícil por medio de lo inútil". Alfonso Fernández se ha visto atrapado por la burocracia: la trabajadora municipal destinada a la renovación de este tipo de permisos tiene ahora otras responsabilidades, "por orden del Ayuntamiento", explica el afectado, y ahora "no hay quién lleve a cabo esta tarea".

La situación no es fácil para el lavianés. Tal y como explica su hijo -que también se llama Alfonso Fernández-, su padre y su madre deben acudir con regularidad al Hospital Universitario Central de Asturias (HUCA) y al no haber podido renovar la tarjeta de aparcamiento, y con sus problemas de movilidad, "lo pasan mal". "Tienen que buscarse la vida y pagar el aparcamiento, algo que no tendría que abonar con la tarjeta que no pueden renovar". No es la única situación en la que esta carencia le genera problemas. La tarjeta se renueva cada 5 años, caducaba el 24 de marzo. En enero rellenaron los impresos para ir preparando el proceso y fue el hijo quien los llevó al Ayuntamiento para entregarlos y esperar a recibir el nuevo permiso. No hubo respuesta, llegó el estado de alarma y "no le dimos más vueltas" por la situación. Pero recuperada cierta normalidad, todo sigue igual.

Explica Fernández que "la trabajadora que hacía los trámites me dijo que tenía orden de llevar a cabo otros asuntos de forma prioritaria", y que ya no había quién realizara esos trámites. "Me dijo incluso que subiera y se lo dijera a los concejales para arreglar la situación". Lo hizo, llegó a hablar con dos miembros del equipo de gobierno, "me dijeron que lo iban a solucionar", pero han pasado las semanas y "sigue igual". "Los problemas internos que puede haber me dan igual", añade Víctor Fernández, pero "no deberían afectar en la prestación de servicios".

Harto ya de que el tiempo pasara y no hubiera soluciones, se decidió a poner una queja formal en el registro. "Pero resulta que no se podía hacer el trámite por el estado de alarma, no podía entrar. Tuve que ir a Correos y enviarla por correo certificado, pagando 5 euros. Esto fue hace bastantes días ya". En otros consistorios, como Oviedo y Gijón, "sé de primera mano que se están renovando sin problema". Sabe además que el de su padre "no es el único caso, hay más". "Lo vamos intentando de todas las formas, pero no hay manera. Pedimos una solución, no debería ser tan difícil".

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