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¿Quién mató a Margarita Piloñeta?

El asesinato de la mujer de Riaño, que ocurrió hace catorce años, sigue sin resolver: "Cuando pasa, sospechas de todos", dicen los vecinos

El edificio número 50 de la manzana de Cocienes. C. M. B.

-Prepárate, porque lo que hay en esa casa es gordo.

Él asintió. Su uniforme de la Policía Nacional tenía pocas puestas. "Charco de sangre", "mujer apuñalada", "el octavo A del número 50". Escuchaba la emisora de fondo, no podía seguir el hilo. Respiraba más rápido, apretó la boca y se disfrazó de tranquilidad. Ni en su presunción más morbosa podía imaginar lo que estaba a punto de ver.

Margarita Piloñeta, de 56 años, estaba tendida en el suelo. A escasos metros de la puerta, que estaba abierta cuando los agentes llegaron. Ya no respiraba. Tenía el cuerpo lleno de puñaladas -veintitrés, determinó luego la investigación, seis de ellas en el corazón-. Le habían robado a cuchilladas la sonrisa que tiraba por aquel "carrín" con el que repartía leche.

Hace catorce años de aquel día. Una mañana que ni aquellos agentes ni el distrito de Riaño han podido olvidar. "Piensas que pudo ser cualquiera", afirman aun hoy los vecinos. Faltan seis años para que el crimen prescriba. Hubo un primer sospechoso, un mendigo rumano, y uno de sus hijos fue enjuiciado y absuelto. "No hay ningún movimiento para reabrir el caso", afirmaron fuentes legales a este diario. Ahí sigue la pregunta: ¿Quién mató a Margarita Piloñeta?

El edificio 50 de la manzana de Cocienes es el más alto de Riaño. Una torre alargada que solo fotografía un gran angular. Es por la tarde, la calle está casi vacía. Una mujer camina despacio: "¿Lo de Piloñeta? Nunca piensas que va a pasar eso donde vives tu. Yo no vivo en este portal, pero a veces tengo que entrar y? ¿qué quies que te diga? Todavía se me ponen los pelos de punta".

Margarita Piloñeta repartía leche con un carro. Y, aunque suene machacón en un asesinato sin resolver, parecía no tener enemigos. "La conocía mucha gente. No sabemos si tenía novio. Estaba viuda y tenía cuatro hijos, dos mujeres y dos hombres". "Entonces tendrían treinta y algo años, porque ella no era muy mayor. Yo creo que ya ninguno vive por aquí, y donde vivía ella no sé si hay gente viviendo".

Señala al edificio. Tiene cuatro entradas: dos frontales y otras dos laterales. "Nadie vio salir a nadie, solo aquel chaval que venía pidiendo". El "chaval que venía pidiendo" resultó ser un ciudadano rumano. El primer sospechoso, llevado a comisaría minutos después de descubrir el cuerpo. En declaraciones a LA NUEVA ESPAÑA, tras su liberación, defendió lo que no hizo más que confirmar la investigación: "Yo no la maté, yo estaba mendigando. Llevaba chanclas, ¿quién se pone chanclas para matar a alguien?". Y, ahora, testigos presenciales aportan más información: "Ese chaval no fue. Yo lo vi y estaba en el parque (a escasos metros del portal de Piloñeta), y tenía la ropa limpia. Ni rastro de sangre".

-Al suelo y confiesa.

Le gritaron los agentes, apuntándole con el arma reglamentaria. "No tengo nada que confesar", replicó él. La investigación se centró luego en el entorno de la mujer, el Ministerio del Interior envió a una brigada especial de homicidios a Langreo. Y hubo un largo silencio que solo rompían los vecinos, con concentraciones de apoyo para exigir que no se cerrara el caso.

Llegó la sorpresa. En la madrugada del sábado 25 de octubre de 2008, más de dos años después del suceso, la policía detuvo a uno de los hijos de Piloñeta. El menor de los varones. Había asegurado que no había estado en casa de su madre el día antes del crimen, extremo que la investigación desdijo. El hombre fue declarado inocente cuatro años después y la acusación particular no recurrió el fallo.

Catorce años llenos de incógnitas en Riaño. La mayoría de los testigos que entonces dieron su versión de los hechos o están ilocalizables o prefieren no recordar lo ocurrido. "¿Por qué me haces esto?, ¿por qué me haces esto?", afirman que gritó la mujer antes de ser acuchillada. Nadie escuchó respuesta. ¿Quién mató a Margarita Piloñeta?

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