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La cara solidaria de Mieres

Carlos Muñiz, al frente del comedor de Amicos, afirma que el covid-19 es el peor desafío de los últimos años: "Recibimos a familias sin ningún ingreso"

Carlos Muñiz, presidente de Amicos, en Mieres.

Nacido en Avilés, en 1958, cumplió veinte años de solidaridad en una de las mayores crisis de su trayectoria. José Carlos Muñiz Fernández, o solo "Carlos" para sus allegados, lleva once años al frente de Amicos. Con dos décadas de lucha contra la pobreza y la exclusión social en el concejo, es una de las asociaciones con mayor camino de la villa mierense.

El comienzo se remonta a un pequeño local parroquial de La Peña al que la comida llegaba a través de furgonetas. Solo voluntarios cuyo objetivo era ayudar al más necesitado. Finalidad que no cambió con el paso de los años. En la actualidad, unas cuarenta personas disfrutan a diario de un plato caliente gracias a la labor de una familia que la conforman ya más de setenta personas.

"Colaborar, no competir", afirma Muñiz como lema. Otra de las contribuciones consiste en la donación de excedentes a otras organizaciones de voluntariado como Cruz Roja, ya que su labor es "colaboración sin competencia. Intentamos ayudar de todas las formas que sean posibles". Otra de las aportaciones que mantiene vivo al comedor de Amicos proviene del programa creado junto al Centro de Adicciones RED (Centro de Rehabilitación en Drogodependencias). "Cuando hablamos de exclusión, no hay que olvidarse de los drogodependientes", señala. "Vienen a ayudarnos como voluntarios" y la satisfacción recibida es tal que "muchos de ellos. Al finalizar el programa, siguen viniendo a echarnos una mano".

El mayor desafío de los últimos años ha sido la crisis del coronavirus. Las puertas del comedor aun no pueden abrirse, pero la ayuda está más cerca que nunca: "Compramos maquinaria para poder envasar al vacío y así la gente puede llevarse su comida en un tupper", comenta. "El número de personas sí se elevó. Ahora te viene gente que no cobró el ERTE, otros que trabajaban en B y se quedaron en la calle. Son familias que se enfrentan a una hipoteca, al gasto escolar de los críos?". No decayeron. La solidaridad vecinal fue tal que "incluso nos vimos obligados a mandar a gente a su casa". También llegó el amparo del pequeño comercio: "El asador de pollos nos regaló todas sus existencias al verse obligado a cerrar". Otros como una tienda o un restaurante donaron parte de sus beneficios durante la parte álgida del confinamiento.

Pero la situación no cambió con la llegada de la "nueva normalidad". Tras la crisis sanitaria viene la económica. Una de las principales fuentes de financiación de la asociación viene de las entidades públicas, de la que teme "que no haya dinero para todos". Su petición es que "no se olviden de las personas en riesgo, de las que ya están en exclusión? de la labor que estamos haciendo". Tampoco se olvida de los vecinos del concejo, de los que señala que "siempre fueron muy solidarios y ahora lo demostraron más que nunca. Solo tengo buenas palabras hacia todos ellos".

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