El centro de referencia estatal de enfermedades neurológicas (Credine) de Langreo seguirá, mientras dure la crisis sanitaria, prestando asistencia a pacientes aquejados por coronavirus. En la actualidad, son cinco las personas que se encuentran ingresadas en el centro de Barros, aunque no todos son casos confirmados de covid-19, ya que las instalaciones también sirven para garantizar el aislamiento de aquellas personas que puedan haber estado en contacto con el virus.

De hecho, esta ha sido la única actividad que ha tenido el centro desde su puesta en funcionamiento el pasado mes de marzo, con una actividad que nada tiene que ver con la que estaba planificado. Y es que el Instituto de Mayores y Servicios Sociales (Imserso) cedió de forma temporal el uso de la instalación para reforzar la red asistencial regional desde finales de ese mes. El día 22 de marzo ingresaron los tres primeros afectados en el centro, que abría de esta forma sus puertas tras ocho años de espera. En pocos días ya superó el medio centenar.

El personal asignado a las instalaciones langreanas estaba compuesto inicialmente por seis médicos, ocho enfermeras, 26 técnicos en cuidados auxiliares de enfermería, dos celadores y dos auxiliares administrativos. El centro, que dispone de 60 habitaciones con baño individual, acogía en principio a personas positivas del nuevo coronavirus que estaban asintomáticas o presentaban un estado leve de la enfermedad y que no podían permanecer en aislamiento en sus domicilios o en centros sanitarios. Posteriormente también empezaron a llegar pacientes de brotes detectados en geriátricos. Actualmente cuentan tanto con personas sospechosas como afectadas de covid-19.

El centro había contratado a los primeros trabajadores para la puesta en marcha del centro de día, y después la residencia, pero aún no se había fijado una fecha. De hecho, teniendo en cuenta que el uso extraordinario de las instalaciones aún no tiene fecha de finalización, está por ver cuándo se podrá poner en funcionamiento con su uso original.

Las obras del centro de Barros comenzaron en 2009 y, según sus plazos iniciales, tendría que estar abierto desde 2012. Tras varios problemas (el concurso de acreedores de la constructora que lo hacía), retrasos y arreglos, los trabajos concluyeron en 2017. Después llegaron trámites como la compra del mobiliario y los equipos, y finalmente, la contratación de los trabajadores y la dirección. La idea era abrir primero el centro de día y, posteriormente, la residencia. Sin embargo, no había fecha fijada de apertura.