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De Tinder a la verbena: las "apps" para buscar pareja no calan en las Cuencas

Los psicólogos explican que hay "más pudor" que en la ciudad por la posibilidad de ser reconocido l "Así no hay romance", dice un matrimonio de nonagenarios

De Tinder a la verbena: las "apps" para buscar pareja no calan en las Cuencas

Ella subía del economato de la Vega'l Ciegu en un burro, por el valle de Muñón. Y se cruzó con un chaval muy guapo que bajaba en bicicleta: "Chavalina, ¿cambiamos de burro?", le preguntó él. Ella respondió con salero: "No majo, que este llévame a mí y ese tienes que llevarlo tú".

Así se conocieron Manolito Fernández Domínguez y Maruja García Viesca -94 y 90 velas sopladas-. Llevan sesenta y tres años casados. Probablemente, si se hubieran encontrado hoy, la historia sería muy distinta. Habría dos cuentas de Tinder de por medio, un "match" y una charla que terminaría en cita.

Las redes sociales para encontrar el amor cada día son más populares. Pero los vecinos de las Cuencas siguen prefiriendo la verbena. Ni siquiera ahora, tras un confinamiento y la supresión de fiestas y ocio nocturno, han ganado popularidad. Sirva un ejemplo: en Adopta un Tío -la red social para encontrar pareja que permite contabilizar usuarios por su lugar de residencia-, solo 46 hombres son de los valles mineros. En Tinder, la "app" más conocida, las opciones son mínimas. ¿Por qué? Según las expertas consultadas por este diario, hay cierto "pudor" ante la posibilidad de encontrarse con una persona conocida.

"¿Qué ye eso del Tinder, a ver?", pregunta Manolito con la mano sobre los hombros de su mujer. Tinder es una red social que permite conectar a personas interesadas en mantener una relación de una forma peculiar: se muestran las fotos de ellos a ellas, de ellas a ellos (en el caso de buscar una relación heterosexual), y los candidatos aceptan a las personas que les interesan. Solo por unas fotos y, en algunos casos, una breve descripción. Si los dos coinciden, llega la magia del "match" y pueden chatear.

"Yo eso no lo veo del todo bien. Yo no tengo internet ni se andar con ello, pero si ni bailas con la moza... ¿qué sabes tu si te gusta o no?". "Además ahí seguro que se miente mucho, nosotros llevamos sesenta y tres años desde la boda y lo que te hace aguantar todo es la lealtad. Siempre nos fuimos leales", matiza Maruja.

Lealtad. Cumplir las promesas. No engañar. Todo lo que, en muchos casos, falta en estas redes sociales. Paula Marín, psicóloga especializada en feminismo y violencia de género, asegura que cada vez encuentra en consulta más problemas de autoestima derivados del uso de estas aplicaciones: "Se dan más entre mujeres. El problema es que, cuando estás en una red social como estas tienes una carencia que quieres suplir. Se generan expectativas altas, que pueden destruirse cuando una de las dos partes de la pareja es desleal", explica la experta.

Promesas de amor eterno que se quedan en una noche. O, peor, el temido "ghosting": se trata de una forma cruel de romper la relación, cuando una de las dos partes desaparece por completo. De las redes sociales, del WhatsApp? "Generalmente es la parte afectada la que se siente mal, cuando la lectura correcta es que quien te ha hecho 'ghosting' te ha cosificado y ha sido mala persona", señala la psicóloga.

Manolito todo lo ve claro: "Eso no ye ser paisano". Porque él siguió siéndolo después de aquel encuentro en el burro. Siguió pensando en aquella moza que le había hecho reír tanto rato con la airada respuesta. La volvió a encontrar en "El Portu", una sala de fiestas que había en la Pola. "Pidió una botella de sidra achampanada", recuerda ella. Y el primer brindis. Hasta hoy: tres hijos -Amalia, Alfredo y Milio- y seis nietos. "Trabajamos mucho, yo entraba a las cinco en la mina y luego iba para el taller de bicicletas que tenía en La Barraca. Ella atendía el bar, la casa, los guajes. Sin ella no hubiera sido nada", dice. Y la mira como si estos 63 años de casados hubieran sido un suspiro.

¿Ya no quedan historias como las de antes? Quizás en las Cuencas aún se busquen, porque las redes sociales del amor tienen muy poco público. La psicóloga Paula Marín afirma que "hay cierta sensación de pudor, temor a ser reconocido. Eso en las ciudades más grandes, en Oviedo y en Gijón, se ha perdido". "En las Cuencas permanece. También hay personas que temen parecer desesperados o fracasados por acudir a estos métodos en búsqueda del amor o de la amistad", añade.

Los estudios sobre estas redes sociales son poco alentadores. Aquí un dato desolador para los que busquen media naranja: solo el 54 por ciento de los usuarios de Tinder son solteros. Las posibilidades de éxito se reducen al máximo pero, una investigación de las universidad de Essex (Reino Unido) y Viena (Austria), indica que las parejas que se consolidan son "más sólidas" que las que se forman en otros ámbitos.

Así que aun hay esperanza para los que tengan sus cuentas abiertas. Aquí el consejo de Paula Marín: "Hablar, chatear y quedar con pocas expectativas. Dejar surgir las cosas, con la ilusión justa, hasta que se conozca mejor a la otra persona". Y otro de Manolito que, después de sesenta y tres años casado, algo tendrá que decir: "Tiene que haber amor y hay que aguantar al otro. Intentarlo, ceder y vivir la vida. Que solo hay una y digo yo que ye mejor acompañau".

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