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DE LO NUESTRO | HISTORIAS HETERODOXAS

El torrexón de Villamorey

La historia de la torre defensiva de Sobrescobio, de origen romano, situada sobre el río Nalón y ligada a la Orden Militar de Santiago

El torrexón de Villamorey

En una de las últimas escenas de la película Blade Runner un personaje inicia su monólogo de despedida con estas frases: "Yo he visto cosas que vosotros no creeríais. Naves de ataque en llamas más allá del hombro de Orión. He visto rayos-C brillar en la oscuridad cerca de la Puerta de Tannhäuser. Todos esos momentos se perderán en el tiempo, como lágrimas en la lluvia".

Entre 1998 y 2000, escribí para este diario la serie "El patrimonio de las Cuencas" en la que hice un recorrido por los 80 elementos patrimoniales más emblemáticos de nuestra Montaña Central. Se fue publicando cada semana, a dos páginas y con un buen acompañamiento fotográfico que ahora debe de formar una preciosa colección documental, pero como nunca se reunió en un libro y en aquel tiempo tampoco se guardaba por otros medios, es muy difícil de localizar. De cualquier forma -créanme- tuve la oportunidad de recorrer cada uno de esos lugares y pude ver cosas que ya nunca podrán volver a verse y quedan tan lejos como la Puerta de Tannhäuser.

Conocí el interior original de varios palacios que luego se reformaron para hacer un camino de ida y vuelta por el mundo de la hostelería; otros que aún estaban habitados y no tardaron en iniciar su ruina irreversible; casonas que todavía no imaginaban el sueño imposible de convertirse en museos; hermosas decoraciones de hórreos que ya no existen e iglesias que escondían sus tesoros detrás de paredes encaladas para evitar las pestes. Hasta pude ver el rostro sonriente del profeta Daniel en un capitel del pórtico de la iglesia de Ujo, que ya se ha convertido en un muñón de piedra por la erosión y los balonazos infantiles.

Pero nuestro patrimonio es tan rico que tuve que dejar muchas cosas en el cajón. Entre ellas el torrexón de Villamorey, de los Aceales o de Tielva si lo prefieren, ya que a lo largo de los años ha tenido estos tres nombres. Lo dejé apartado porque ya había mostrado a los lectores el torreón de El Condado y la torre de La Quintana de Ciaño y podía resultar repetitivo.

Hoy voy a saldar esa deuda pendiente y para ello tengo que empezar refiriéndome a lo que escribió sobre este lugar don Eladio García Jove, encargado de recoger la historia del concejo de Sobrescobio en la incombustible obra "Asturias" dirigida en 1900 por Octavio Bellmunt y Fermín Canella. Y es que después de haber leído las conclusiones más recientes, basadas por lo tanto en investigaciones que deberían aportar algo nuevo, tengo que decirles que me quedo con lo publicado por aquella magnífica generación de profesores que, salvo excepciones puntuales, no ha tenido herederos en la universidad regional.

Don Eladio defendía que lo que en su día llegó a ser un potente castillo, tuvo su origen en una construcción defensiva romana, y yo así lo creo, añadiendo que por su posición debió de formar parte de una línea de observación y vigilancia levantada a lo largo del río Nalón para poder avisar con rapidez a los asentamientos interiores de cualquier posible amenaza que llegase desde la Meseta.

Posteriormente, cuando Roma perdió su poder, la torre fue abandonada hasta que Alfonso I tras haber sido coronado en el año 739 la recuperó para incorporarla a las defensas del reino de Asturias. Sobre esa estructura ya fue creciendo el castillo que el 11 de febrero de 1185 vemos documentado en una donación del rey Fernando II a la Orden Militar de Santiago junto a sus derechos, términos y pertenencias.

Debo decir en este punto que Fernando II había fundado dicha Orden tan solo quince años antes de esta donación con el objetivo de combatir a los musulmanes, pero sobre todo de proteger el paso de los peregrinos hasta la tumba del Apóstol, por lo que se puede deducir la importancia que tenía entonces la variante de este camino por el valle del Nalón.

Desde entonces, los milites de Santiago ya conservaron la propiedad de Villamorey, incluyendo sus tierras y el dominio sobre las gentes que las habitaban, hasta que en 1493 la fortaleza pasó a depender directamente de la Corona, cuando ya se encontraba en ruinas y abandonada. En todo ese tiempo fue frecuente que cambiase provisionalmente de inquilinos, ya que se dio en usufructo a personas con poder, a cambio de algunos beneficios. Así, se conserva una carta de encomienda otorgada el 25 de enero de 1221 por el entonces maestre de Santiago Martín Peláez al matrimonio formado por Nuño Froilaz y doña Mayor para que disfrutasen de por vida el castillo y sus posesiones.

Otro de sus beneficiarios fue el famoso Rodrigo Álvarez de las Asturias, a quien la Orden le dejó gobernar este castillo y el de Gozón en 1329 hasta el final de sus días. A su muerte, en 1332, se produjo un hecho curioso, ya que el noble legó su herencia al infante don Enrique y éste tuvo que pedir una nueva autorización al correspondiente maestre de Santiago. Déjenme explicarles por qué no hubo nada más fácil.

Reinaba entonces Alfonso XI, quien se había casado en primeras nupcias con Constanza Manuel de Villena, cuando ésta tenía 14 años, repudiándola antes de consumar el matrimonio para volver por segunda vez al altar, esta vez con su prima hermana María de Portugal. Con ella sí tuvo dos hijos: Pedro I y Enrique II. Pero su verdadero amor fue doña Leonor de Guzmán que le dio nada menos que diez vástagos:

Uno de ellos era el infante don Enrique, quien pretendía la propiedad de Villamorey y otro su hermano gemelo don Fadrique, el maestre de la Orden de Santiago. Así que todo quedó en casa. Alfonso XI favoreció también a Sobrescobio otorgándole su Carta Puebla y sepan como curiosidad que la historia de sus amores con Leonor de Guzmán fue aprovechada por Donizetti para el argumento de su ópera "La favorita".

El castillo de Villamorey, como todos los de su época, tuvo su mayor esplendor en los siglos XII y XIII y poco a poco, a medida que las aldeas ya pudieron hacer su vida con menos sobresaltos y los núcleos urbanos asumieron su función de centros administrativos, se fue abandonando. Sobrescobio guarda la memoria de esta historia en el escudo de su concejo, donde están representados un castillo que recuerda al torrexón y la cruz de Santiago.

Los dos autores de la carta arqueológica de este concejo, Bernardino Díaz Nosty y Gerardo Sierra Piedra, describen pobremente a nuestro monumento como "fortaleza que se ubica en un casi inaccesible espolón sobre el río Nalón. Se trata de una torre defensiva de modestas dimensiones y que se ciñe por completo a la topografía de dicho espolón. Sus constructores tuvieron que acondicionar el terreno para conseguir una mayor superficie de habitación".

Se extiende más la profesora de la Universidad de Oviedo, Julia Barroso Villar, para quien se trata de un torreón de planta cuadrada construido en mampostería unida con argamasa, en la que el muro se prolonga más bajo que la torre en una trama de aproximadamente el doble de largo que su altura, aunque luego matiza que "su planta y muros no son exactamente cuadrados, sino que se trata de una especie de cuadrado que tuviera sus ángulos sustituidos por una zona de transición circular".

Esto explicaría por qué el aspecto del lienzo sur visto desde el río hace pensar en una torre circular, aunque si se fijan bien verán que no es exactamente así.

Por su parte José Luis Avello, autor de "Las torres señoriales de la Baja Edad Media Asturiana", lo sitúa sin dudas entre los torreones de tipología bajomedieval que siguen un modelo repetido en Asturias con las mismas características defensivas, muros robustos y pocos huecos, construidos sobre salientes rocosos inaccesibles para dominar el curso de los ríos; aunque ya les adelanté que a mí me resulta más lógico mantener su origen romano

En la actualidad ya se han perdido la mayor parte de las paredes que formaban la fortaleza y del torreón solo quedan en pie la cara norte, de unos 6 metros, que dominaba el río Nalón y ahora mira al pantano de Ríoseco. Aún así, su interés es evidente y sus restos junto a la vecina capilla de San Roque están en la lista de bienes incluidos en el Inventario del Patrimonio Cultural de Asturias y sometidos al correspondiente régimen de protección integral. Si ustedes quieren acercarse hasta aquí, deben saber que se encuentra a unos 2,5 km del pueblo y que su acceso no es fácil, pero les aseguro que merece la pena.

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