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El Centro de Nanotecnología ya acumula 39 patentes en Europa, América y Asia

El complejo de El Entrego obtuvo el año pasado más de medio millón de euros de concursos públicos para proyectos de investigación

Investigadores del CINN en una imagen de archivo.

Suma y sigue. El Centro de Investigación en Nanomateriales y Nanotecnología (CINN), que actualmente tiene su sede en el edificio tecnológico del pozo Entrego, ya cuenta con 39 patentes -registradas en Europa, América y Asia- gracias a sus proyectos de investigación en diferentes campos. La tercera parte están vinculadas con la industria aeroespacial, en concreto para materiales ultraestables para telescopios de satélites. También hay otras ligadas a nanomateriales para dispositivos electrónicos, ingeniería mecánica, salud, biocidas y materiales ópticos.

Según la memoria de actividad correspondiente a 2019, el CINN ya acumula, además de esas 39 patentes, 644 artículos científicos, 55 proyectos de I+D y 35 contratos de investigación. En el campo de la industria aeroespacial, el centro investiga con nanomateriales cerámicos (especialmente resistentes a las temperaturas extremas) empleados en espejos para satélites, losetas térmicas de transbordadores y toberas de lanzaderas. También se hacen investigaciones sobre los efectos de la ingravidez en el desarrollo óseo de los astronauta. En algunos de estos frentes de actividad, el CINN colabora con la NASA y con la Agencia Espacial Europea, así como con destacadas empresas privadas del sector.

El CINN es un centro mixto de investigación creado en el año 2007 por iniciativa del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC), el Principado y la Universidad de Oviedo. Combina la investigación interdisciplinar de alta calidad con actividades de demostración científico-tecnológicas y también tiene entre sus objetivos la creación de nuevas empresas de base tecnológica. En 2014 trasladó su sede principal al edificio tecnológico del pozo Entrego.

Buena parte de los recursos que sustentan al centro provienen de los fondos obtenidos de firmas privadas y de los concursos de proyectos de investigación, muchos de ellos con financiación europea. A través de esta última vía, según figura en la memoria de actividad, se obtuvieron el pasado año 543.621 euros, la cifra más elevada desde que el complejo está en marcha.

El centro ha sumado en los últimos meses a su actividad habitual dos ambiciosas investigaciones relacionadas con el coronavirus. Uno de esos proyectos está centrado en probar una nueva técnica de detección del covid que permita hacer pruebas de manera más rápida y con un coste mucho menor (hasta un 70 por ciento menos). La idea es llegar a un mayor número de personas y realizar un cribado a gran escala.

La técnica se basa en el uso de las denominadas balizas moleculares, unos "sensores" que, al activarse en la prueba diagnóstica, permitirían detectar el ácido ribonucleico (ARN) del virus. Los primeros resultados se esperan en un plazo de dos meses.

De forma paralela, se está trabajando en el desarrollo de recubrimientos especiales para "matar" al coronavirus. Este tipo de material que se podría aplicar como una capa de pintura para proteger superficies de paredes, muebles o suelos ya ha sido probado con éxito en investigaciones anteriores frente a bacterias. El objetivo ahora es encontrar el tipo de compuesto adecuado frente al covid-19. El proyecto se desarrollará en colaboración con virólogos de la Universidad San Pablo CEU y del Hospital Monte Sinaí de Nueva York, que se ocuparán de probar los novedosos materiales.

Los compuestos desarrollados previamente los investigadores del centro han demostrado ser capaces de eliminar, entre otras, la Escherichia coli (una bacteria intestinal) o la MRSA (siglas en inglés del Estafilococo aureus.

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