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La olvidada tumba de los doce del Sotón

El cementerio de El Entrego alberga desde hace un siglo la sepultura de los mineros que perdieron la vida por asfixia el 5 de septiembre de 1919

El pozo Sotón: el accidente tuvo lugar en una de las bocaminas más antiguas de su entorno. En el círculo, detalle de la inscripción vertical de la tumba de los doce mineros.

Los doce del Sotón yacen, desde hace más de un siglo, en una recóndita tumba en el cementerio de El Entrego. En ella, casi tan olvidada como el accidente en el que los mineros perdieron la vida, en 1919, se mantiene viva la memoria de uno de los peores siniestros de la minería asturiana. Es una sepultura en tierra, única para la docena de infortunados trabajadores, con una inscripción vertical y una lápida casi inteligible en la que se adivinan algunos de sus nombres, bajo una capa de pintura blanca que casi obliga a realizar una lectura con los dedos, al estilo braille.

"Gloria a los mineros que sucumbieron en las minas del Sotón en la catástrofe del día 5 de septiembre de 1919". Para poder leer esta inscripción, que se levanta en el frente de la tumba, hay que recorrer con éxito un intrincado laberinto por el cementerio de San Andrés, en El Entrego. Está situada en la zona más elevada del camposanto, en el lateral izquierdo, en un callejón que linda con el muro exterior y las paredes de dos construcciones de nichos. Casi perdida junto a otra sepultura. Se supone que su ubicación corresponde a lo que en tiempos fue el cementerio civil, quizá por ello no son visibles signos religiosos. Las víctimas tenían entre 15 y 43 años, la mayoría eran de la comarca, pero también los había procedentes de Gijón, Tineo y Carreño.

¿Qué ocurrió, hizo ayer 101, años en las minas de Sotón, en el concejo de San Martín del Rey Aurelio? Era viernes. Cuentan algunas crónicas que en uno de los pisos más altos de la mina fallecieron 12 obreros a consecuencia de las inhalaciones de monóxido de carbono producido por un incendio en la capa del piso 1.º al 3.º. El fuego se habría provocado por la explosión de un barreno en la noche del 2 al 3, es decir, la madrugada del miércoles. "Unos disparos en la capa Mariana perforaron varios barrenos cargados con dinamita. Todos hicieron explosión salvo uno, que por estar mal cargado, reventó y explosionó fuera del barreno, quemando el grisú procedente de las emanaciones de la mina y originando un incendio, que se intento sofocar sin éxito alguno a lo largo del miércoles, procurando que no se propagase al taller, lo cual significaría el fin de la mina. Varios obreros dejaron sus vidas por intentar socorrer este fuego a través de estrategias de ventilación", se puede leer en el portal de internet "¿Y si descubrimos Asturias?", en un documentado relato.

La noticia del accidente corrió como un reguero de incendiada indignación por la comarca. En la plaza de la mina se agolpaban "miles de personas de los pueblos de alrededores esperando noticias de la espantosa catástrofe. Muchos de ellos eran mineros experimentados que ofrecían ayuda". De forma milagrosa algunos obreros consiguieron salvarse. Fue a través de un laborioso sistema de laboreo por ventilación como se consiguió sofocar el incendio y recuperar los cuerpos de los mineros, todos fallecidos por asfixia. "En cuanto se pudo establecer al ventilación descendente, se procedió a tapar las entradas de aire de los pisos 3.º y 7.º, enfocando la aspiración únicamente sobre la galería vaciada del 5.º, consiguiendo mejorar la atmósfera viciada, pudiendo por tanto extraer hacia las 10 de la noche los 12 cadáveres. El diagnóstico de la autopsia fue el mismo para todos, muerte por asfixia".

En la lápida de la tumba del cementerio de El Entrego puede leerse con cierta claridad el nombre de uno de ellos, Belarmino Valles Fernández, vigilante de interior y vecino de San Martín del Rey Aurelio; el resto de los correspondientes a sus once compañeros o están tapados por la pintura o son casi ilegibles. Sus identidades eran estas: José Suárez Fernández, 15 años, de Laviana, minero; José Fernández Caicoya, 22 años, de Gijón, minero; Romualdo Suárez Uría, 23 años, de Gijón, minero; Constantino García García, 19 años, San Martín del Rey Aurelio, minero; José García Rosal, 30 años, de Langreo, minero; Justo Suárez Roces, 24 años, de Langreo, minero; Saturnino Álvarez Álvarez, 19 años, de Tineo, minero; Evaristo Menéndez Vega, 43 años, Carreño, minero; Ángel Suárez Montes, 38 años, de San Martín del Rey Aurelio, minero; Cipriano Díaz Molina, 35 años, de San Martín del Rey Aurelio, minero, y Santos García Ordiz, 35 años, de Laviana, minero. Ninguno de ellos tiene su placa entre las 540 del Centro de Experiencias y Memoria de la Minería del Sotón, donde solo aparecen los mineros fallecidos desde la creación de Hunosa, una décima parte de los más de 5.000 que se calcula perdieron la vida en la historia de la minería asturiana.

El suceso está fechado el 5 de septiembre de 1919, un viernes cuando aún no existían los fines de semana, aunque su desarrollo ocupó varios de los días anteriores, desde la madrugada del miércoles 3. El sábado 6, en señal de duelo, se paralizaron los trabajos en todas las minas, incluso se cerraron todos los comercios de la comarca. El Entrego se preparaba para celebrar su fiestas el sábado y el domingo, pero la comisión organizadora decidió suspenderlas. Las crónicas también recogen que "solo permanecieron activas las explotaciones del Grupo Barredos, al negarse al parón el capataz Ovidio Fernández".

A las cuatro de la tarde del sábado 6 de septiembre de 1919, "más de 20.000 personas formaban una imponente manifestación de duelo acompañando a la comitiva fúnebre, que salía de las oficinas del grupo Sotón, donde estuvo instalada la capilla ardiente, dirigiéndose al cementerio de San Andrés para efectuar el enterramiento". La tumba conjunta de los doce mineros aún permanece, casi olvidada, en el camposanto entreguín. Un dato cifraba el valor de un minero fallecido hace un siglo: el gobernador civil entregó 600 pesetas a las familias de las víctimas.

El pozo Sotón es una de las minas más antiguas del concejo de San Martín del Rey Aurelio. Perteneció a la Sociedad Herrero Hermanos hasta su fusión con Duro y Cía. en 1901 para formar parte de la Sociedad Metalúrgica Duro Felguera. El grupo Sotón se componía de seis pisos, con diferencia de cota entre ellos de aproximadamente 30 metros, lo que hacía un total de 180 metros de desnivel. Solo uno era interior, teniendo todos los demás comunicación con el exterior mediante bocaminas emboquilladas en diferentes capas. El primer piso contaba con una amplia plaza donde situó el lavado de Carrocera. Tenía tres bocaminas abiertas a tan solo ocho metros por encima de las aguas del río. Su profundización como pozo se inició en 1918 y fue cerrado en el año 2014. Hoy es un centro de exposición minera con visita al interior de sus galerías y atracción de turistas.

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