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"Tranquila, estaré contigo"

Acompañar, calmar y jamás juzgar a la víctima: así trabajan las fuerzas de seguridad del Estado en la investigación de una agresión sexual

"Tranquila, estaré contigo"

"Tranquila, voy a quedarme contigo hasta que llegue la ayuda".

Una expresión sencilla. Pura alquimia para dar fuerza a una mujer que ha sido víctima de una agresión sexual. Por eso Raquel Álvarez, guardia civil, especialista en Policía Judicial y miembro del Equipo Mujer y Menor (EMUME), recomienda decirla si una mujer pide auxilio. Da igual que los labios que la pronuncien sean los de un ciudadano o los de un agente de la Policía Local. Ella ha visto a tantas mujeres rotas que sabe que esas palabras empezarán a reconstruirla.

Esta guardia civil explicó, durante las I Jornadas de formación para profesionales sobre Violencia de Género (organizadas en Langreo), el proceso de investigación de una agresión sexual. Un camino duro para la víctima, pero necesario: "Ayudará a que ella sane su herida y salvará a otras", aseguró.

Protegerla. Ese es objetivo de toda investigación: "El acompañamiento a la víctima es fundamental, que se sienta apoyada desde un primer momento", señaló la guardia civil. "Es imprescindible porque esa mujer va a revivir ese día como su primer día en la tierra durante muchísimo tiempo. Agradecemos que los ciudadanos alerten de lo ocurrido y que la víctima esté acompañada hasta que llegue el cuerpo de seguridad responsable de la investigación". Que las pesquisas recaigan en la Guardia Civil o en la Policía Nacional solo depende del lugar en el que ocurran los hechos: la zona rural es competencia de la Guardia Civil y la urbana del Cuerpo Nacional de Policía, salvo excepciones. "Sea cual sea el cuerpo de seguridad que se haga cargo de la investigación, el proceso será igual de respetuoso y riguroso", matizó.

"Que nadie toque nada".

Los nervios son malos compañeros, afirma la guardia civil. Es por eso que no está de más recordar que "el escenario de un hecho delictivo, sea un robo. Por eso nadie debe tocar nada: "Todo lo que hay en un escenario puede ser clave para la investigación. Ropa, un cigarro, una cuerda... Absolutamente todo puede ser útil a mis compañeros del laboratorio".

Habla de pruebas "tangibles", las que se pueden tocar. Pero cuando se produce una agresión sexual, la prueba más importante es "intangible". La memoria de la víctima: "Si la mujer relata algo, debemos escuchar y aportar esa declaración. Pero las preguntas deben hacerse en otro contexto, durante la redacción de la denuncia. Cualquier intento de recabar información en el escenario puede ser contraproducente para la investigación". Preguntar si el agresor era rubio o moreno, por ejemplo, puede confundir a la mujer: "Puede decir moreno, aunque en realidad tuviera el pelo castaño claro. Las preguntas deben ser formuladas de una determinada manera". Cuando la Guardia Civil llega al lugar del suceso, la víctima debe ser trasladada al hospital.

"Aquí estás a salvo".

El hospital Valle del Nalón cuenta con un protocolo específico para las agresiones sexuales, explicó la ginecóloga Belén Manzano. Un plan que empieza con una premisa inalterable: que la mujer se sienta segura y comprendida. Nunca juzgada. Las víctimas no llegan siempre acompañadas por agentes de las fuerzas de seguridad. "También hay mujeres que acuden solas, aunque tengan previsto denunciar. O mujeres que llegan solas y se niegan a denunciar". Aquí un dato descorazonador: solo un treinta por ciento de las agresiones sexuales se denuncian.

En cualquiera de los casos, los profesionales del Valle del Nalón seguirán el protocolo sin fisuras. Es muy duro, pero lo más adecuado para la investigación es que la mujer acuda al centro hospitalario sin haberse lavado y sin cambiarse de ropa. "Es algo que pedimos por favor, aunque sabemos y comprendemos que es muy difícil para ella", afirma Raquel Álvarez Vega. La exploración física se realiza en una sala, la ropa se deposita sobre una sábana blanca.

La doctora Manzano asegura que el dolor no tiene sitio para los juicios: "Cada mujer puede reaccionar de una forma distinta. Puede estar alterada, o en estado de shock. Puede hablar o estar completamente callada... Nunca la juzgaremos", explica. Se da aviso al forense, para que la víctima no tenga que enfrentarse a dos exámenes, y recibe tratamiento farmacológico. También será derivada a la trabajadora social y al área de salud mental, además de ser citada para un seguimiento en el área de Ginecología. Puede estar acompañada por una persona de confianza durante el proceso, una medida que busca la protección de la víctima y que no se ha visto alterada en tiempos de coronavirus. El siguiente paso es aún más duro para la víctima: la redacción de la denuncia.

"Pasa y siéntate, estaremos el tiempo que necesites"

La redacción de una denuncia por agresión sexual es siempre difícil. Más en estos tiempos de crisis sanitaria: "Nos cuesta no poder abrazar a esa mujer, si lo necesita, no poder recibirla con dos besos si se siente cómoda. Intentamos acariciarla con la voz, trabajar el lenguaje no verbal, todo para que se sienta acompañada, comprendida y nunca juzgada", asegura Raquel Álvarez. Entre los encuentros más duros, recuerda el de una chica de 18 años que lloraba cuando relataba los abusos que sufrió siendo adolescente: "Era como si aún fuera esa niña. Estuvimos todo el tiempo que necesitó". Porque no hay relojes ni agendas en esa sala del EMUME en la que se redactan las denuncias. Es la víctima la que marca el tiempo: "Jamás presionamos, solo preguntamos y escuchamos".

Las víctimas de un hecho tan traumático no recuerdan el suceso como una película. Normalmente, la memoria guarda imágenes, "flashes" de lo ocurrido. Sin un orden concreto, con huecos que la mente llena para intentar dar algo de sentido a lo incomprensible. A veces, en ese puzle de angustia, aparece la pieza que lo arma todo.

"Esta pregunta dolerá".

"Preguntamos mucho, muchísimo. Lo preguntamos todo. Si yo hubiera leído un cuestionario antes de ser guardia civil, también hubiera dudado de la necesidad de algunas cuestiones", reconoce Álvarez. Pero sí, son necesarias: "Todo lo que podamos saber nos ayudará a encontrar a ese hombre. Sabemos que no solo estamos ayudando a esa víctima, sino a otras muchas mujeres que podrían verse en su misma situación en el futuro".

Si preguntan dónde estuvo la víctima antes de los hechos, es por saber si había cámaras en el entorno. Si le piden que repita textualmente lo que le dijo durante la agresión, es para intentar encontrar una expresión que dé pistas sobre la procedencia del agresor. Un acento, un perfume... Todo ayuda a que esa investigación llegue a buen puerto. La Guardia Civil resuelve más del ochenta por ciento de los casos, aunque en esa sala de la EMUME no pueden prometer a la víctima que su agresor estará en unos días encarcelado. Raquel Álvarez sí les hace otra promesa que siempre cumplen.

"Nos dejaremos la piel para encontrarlo".

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