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"Así no disfruto de una vida plena; la salud mental es tan vital como frenar el virus"

El mierense Ramón Cortina, psicólogo discapacitado de 46 años, solo puede salir una hora por los aledaños de la residencia que le acoge

"Así no disfruto de una vida plena; la salud mental es tan vital como frenar el virus"

Ramón Cortina nació con una grave discapacidad que amenazó con encadenarlo de por vida a una silla de ruedas. Una parálisis cerebral le redujo enormemente su movilidad, pero esta limitación no le impidió llevar una vida normalizada, que, aún con renuncias obligadas, ha estado marcada por la integración social. Este mierense de 46 años se ha mantenido en pie, tiene su grupo de amigos y es licenciado en Psicología. El paulatino deterioro físico que padece le ha llevado a tener que ingresar en una residencia, donde convive con un gran número de personas mayores. Las restricciones y protocolos sanitarios que se aplican actualmente en este tipo de recintos asistenciales mantienen a Ramón Cortina sometido a un régimen de aislamiento difícil de asumir por una persona aún joven y con inquietudes propias de su edad.

El confinamiento social del que Ramón Cortina lleva huyendo toda su vida ha terminado por alcanzarlo y aprisionarlo de manera sobrevenida. Tras los meses forzosos de encierro de la pasada primavera, este mierense sigue viviendo prácticamente encarcelado en la habitación de su residencia, situada en la zona de Montecerrao, en Oviedo. "Solo puedo tomar el aire una hora al día a la puerta del edificio, sin salir del recinto", explica pesaroso. La pandemia ha convertido las residencias en aislados en espacios de convivencia en el que personas como Ramón Cortina se han quedado atrapados, segregados de su generación. "Es una persona joven que ha luchado toda su vida contra las limitaciones físicas. Estar todo el día, semana tras semana y mes tras mes encerrado en una habitación no hace más que acelerar su deterioro", explican la amistades de este mierense.

Ramón Cortina subraya que está agradecido al trato que le dispensa el personal de la residencia en la que está interno. Su queja se eleva más allá del agradecimiento personal al centro, que simplemente aplica los protocolos a los que debe ajustarse en la actual situación de pandemia. El problema, según él mismo recalca, emana de la necesidad de conjugar la seguridad y medidas de prevención higiénico-sanitarias, con la garantía de preservar los derechos fundamentales de los usuarios de las residencias. Desde esta perspectiva, el psicólogo mierense se remite al protocolo de actuación para centros sociosanitarios del Principado, que establece con respecto a las salidas de usuarios que éstas deben acotarse a los aledaños de los recintos y siempre acompañados de una sola persona.

"No niego que esta medida en concreto sea eficaz para evitar la entrada del virus y su indeseada propagación por los centros; como tampoco discuto que sea útil para una gran generalidad de la población que los habita. Y sin duda es una sólida herramienta para salvaguardar al personal sociosanitario que les provee de servicios y cuidados. Pero, en mi opinión, atenta gravemente contra los derechos y necesidades de algunas tipologías de diversidad funcional", señala Cortina.

Para esgrimir su queja, Cortina apela a su propia rama profesional para recordar que a finales del siglo pasado, desde la Psicología y otras disciplinas del ámbito sociosanitario, se acuñó el paradigma de "autodeterminación y calidad de vida" para las personas con diversidad funcional. "Por describirlo brevemente, pone el acento en la capacidad de estas personas de decidir sobre su propia vida por grande o pequeña que sea esa decisión". Subraya por tanto que ese paradigma, "junto con el de atención centrada en la persona, debe servir para diseñar, orientar, y dirigir cualquier actuación destinada a este colectivo".

Planteado el debate, Cortina esgrime su descontento: "Entendiendo que la salud de forma integral debe incorporar dimensiones psicológicas que favorezcan el funcionamiento de los usuarios. Estimo, como residente, que el protocolo del Principado es manifiestamente mejorable".

Cortina defiende que si de lo que se trata es de preservar de una forma integral la salud, los protocolos no solo debe velar por evitar la propagación del covid-19 por los centros sociosanitarios, "sino también por la salud mental de sus usuarios, en especial de las personas con diversidad funcional que aún están en edad de disfrutar de una vida plena dentro de sus limitaciones". Y concluye con una reflexión: "Soy consciente de que, en tiempos de pandemia, este punto de vista pueda resultar controvertido, y que puede tener loables argumentos que lo rebatan, pero lo expongo desde el prisma de usuario institucionalizado que cree que esta pequeña reflexión puede ayudar a mejorar los protocolos, que se siente afectado por esta situación y agraviado con respecto a otras personas con diversidad funcional que no habitan en centros sociosanitarios".

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