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La crisis agrava los trastornos mentales: el 30% de la población está a tratamiento

Las Cuencas lideran el consumo de ansiolíticos y antidepresivos en la región por la falta de empleo y el envejecimiento, según los expertos

La crisis agrava los trastornos mentales: el 30% de la población está a tratamiento

"Mi padre tuvo unos problemas en el trabajo, hace como diez años. Me recetaron estas pastillas para dormir, ahora quiero dejarlas".

"Ya no sé si podré vivir sin el Lorazepam que tomo por la mañana".

"Desde que quedé viuda estoy a tratamiento, no lo quiero dejar de momento".

Son declaraciones reales que ha escuchado en su consulta una psicóloga que ejerce en la comarca del Nalón. Y se replican, desde hace años, en las salas de todos los profesionales de salud mental de las Cuencas. Las comarcas del Caudal y el Nalón están por encima de la media regional en tratamientos por ansiedad o depresión: el año pasado, casi tres de cada diez vecinos se medicaron (la media regional es del 24,36%). Los expertos consultados por este diario afirman que este alto índice de tratamientos para la salud mental está relacionado con varios factores: el envejecimiento de la población, la difícil situación económica y un exceso de "medicalización". Es decir, convertir en patologías situaciones como el duelo o la tristeza.

"Hay personas que se medican, bajo prescripción facultativa, para atravesar un duelo o la tristeza tras romperse una relación o perder el trabajo. En ocasiones ese tratamiento es necesario, pero en otras no hay una patología que lo justifique", señala la psicóloga de la comarca del Nalón. Mieres tiene el dudoso honor de estar a la cabeza en el consumo de ansiolíticos y antidepresivos: más de tres de cada diez vecinos (el 32%) de este municipio recibieron tratamiento durante el año pasado, según los informes del Observatorio de Salud del Principado.

Los datos de Mieres, según los expertos, están directamente relacionados con la caída de la minería y la falta de oportunidades laborales. "La comarca del Nalón cuenta con una industria más diversificada", destacan. En Langreo, la tasa de personas en tratamiento fue del 27,9 por ciento. El consumo es "ligeramente más frecuente" en ámbitos urbanos que rurales, según la Encuesta de Salud de Asturias (ESA).

Los mejores resultados en las Cuencas los tiene el municipio de San Martín del Rey Aurelio: un 26,55%, dos puntos por encima de la media regional. Le siguen Morcín (26,89%) y Lena (27,67%). En cuanto a las patologías, según la ESA, el área sanitaria del Caudal (denominada área sanitaria VII) está a la cabeza en consumo de ansiolíticos y tranquilizantes (un 26% de la población). El área sanitaria del Nalón (área sanitaria VIII) lo está en la prescripción de antidepresivos: un 29 por ciento de la población del Valle recibió este tratamiento.

Son datos oficiales de las áreas de salud. Pero hay una sombra que no reflejan las estadísticas: las adicciones relacionadas con el consumo de estos fármacos, especialmente las benzodiacepinas (recetadas habitualmente para el tratamiento de la ansiedad y otras patologías relacionadas). Elisabeth Ortega, psicóloga y responsable del Centro de Rehabilitación en Drogodependencias (RED) de Mieres matiza que "deben consumirse siempre bajo prescripción y control médico". Los pacientes deben seguir las pautas que indique el psiquiatra, tanto en el tratamiento como durante la deshabituación. Pero no siempre ocurre así: "En el centro recibimos pacientes con problemáticas de adicción asociadas al consumo de sedantes y benzodiacepinas". Son personas que consiguieron estos tratamientos en un momento de su vida, en la consulta médica, pero luego siguieron consumiendo la medicación "y haciendo un mal uso de ella".

Es una adicción más frecuente en mujeres y suele aparecer ligada al consumo de alcohol. "En los últimos meses se ha visto incrementado el número de pacientes con este perfil", afirma la psicóloga del centro RED. En la memoria de 2018, un nueve por ciento de las usuarias del centro acudieron a terapia por adicción a las benzodiacepinas. Fue la tercera sustancia de abuso que más se repitió (por detrás del alcohol y la cocaína). La memoria de este ejercicio aún está por cerrar, pero Ortega prevé que las cifras de consumo de estas sustancias serán más altas: "Es lo que hemos visto en los últimos meses", afirmó.

Es una preocupación que comparten muchos profesionales de la salud mental en las Cuencas. Un territorio en el que el consumo con prescripción ya era elevado y en el que podrían alcanzarse cifras aún más preocupantes. ¿El motivo? La crisis sanitaria del coronavirus y sus efectos: mayor preocupación por la salud, secuelas del confinamiento y problemas económicos.

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