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El bienestar de los niños es lo primero

La experta en mediación familiar María Riega ofreció un taller sobre cómo gestionar un divorcio con hijos: "Tienden a echarse culpas que no tienen"

La mediadora familiar María Riega, que impartió el taller. LUISMA MURIAS

En una separación o divorcio, el bienestar de los menores tiene que ser lo primero. Aunque parezca un enunciado obvio y categórico, en muchas ocasiones, más de las que se piensa, no es así. Sea de manera voluntaria o involuntaria, los niños y adolescentes son las personas que resultan más dañadas en una separación. Los cambios de hábitos, las diferencias de criterios en la educación entre los progenitores o el incumplimiento de los propios derechos del menor suponen un problema en su desarrollo. Para tratar de aprende a gestionar los divorcios, el Ayuntamiento de Mieres organizó el lunes, junto con la asociación "Sumando", una charla para padres y madres en esta situación de separación. Un taller que por la pandemia tuvo que ser online, y que fue impartido para María Riega, miembro del citado colectivo.

"Lo primero que hay que tener en cuenta es que se debe de proteger a los menores, y siempre que hay una mala gestión del divorcio, que es algo habitual, esto no ocurre", afirma esta profesional, que lleva desarrollando el programa de actuación durante más de un lustro. Bajo el lema "Mi familia vive en dos casas", el colectivo "Sumando" trabaja en tres líneas: atención individualizada, atención grupal, y actividades comunitarias, donde se enmarcaría la charla organizada por el Ayuntamiento de Mieres. Este año se hace muy complicado poder hacer sesiones presenciales, por lo que la formación online, como la del lunes, está ganando peso.

María Riega, trabajadora social y mediadora familiar, señala que "para muchos niños, aunque vivan en casas diferentes siguen siendo una sola familia". Y agrega "no siempre papá y mamá logran ponerse de acuerdo en cuanto a las pautas educativas, incluso en situaciones bien avenidas, y eso genera problemas a los menores". Menores con los que desde el colectivo también tienen que trabajar. "Los niños, ante una situación de divorcio mal llevada, tienen tendencia o echarse la culpa o a asumir responsabilidades que no les competen. Y eso hay que tratar de explicárselo, trabajando con ellos de forma educativa", indicó la profesional de "Sumando", cuyo objetivo es "acompañar a las familias y mejorar sus habilidades para llevar la situación de la mejor forma posible".

¿Qué consecuencias tienen en los niños la separación de sus padres? "El problema no es tanto la separación como una mala gestión, que es donde los niños lo pasan mal", explica Riega. La consecuencia más común de una separación para los menores es que no se cumplen sus derechos. "Sus necesidades pasan a un segundo plano, aunque sea de forma inconsciente. Lo que se les transmite de forma involuntaria es que los niños no son lo más importante, y eso sí lo necesitan", señala la profesional, que apunta que a los niños les afecta de forma notable a sus sentimientos: "puede ocurrir que sientan, tristeza, ansiedad, enfado?.".

Otra de las claves es que las consecuencias también varían en función de la etapa evolutiva del menor. "No es lo mismo si el hijo es un bebé o un adolescente", indica. Las reacciones de los menores son muy diferentes en función de la edad, y por lo tanto, la forma de afrontar la ayuda por parte de los profesionales también variará.

Y la gran pregunta: ¿Cómo evitamos dañar a los hijos en un proceso tan complicado como un divorcio o una separación, aunque sea de mutuo acuerdo? "La clave es ponerse las gafas, las gafas de ponerse en lugar del menor, y ver que es lo que podría sentir, y ver sus necesidades", apunta María Riega, que explica que "los adultos tenemos que interpretar los comportamientos de los niños, porque siempre nos están queriendo decir con ellos que es lo que necesitan, para poder dar respuesta a las necesidades". "No podemos dejar que los niños tengan que tomar partido por uno u otro, y poner por delante su bienestar: los menores necesitan afecto, necesitan cariño, necesitan muchas cosas que hay que aprender a comprender para poder dárselas", indica Riega.

No es sencillo. Los adultos que afrontan una separación tienden también a pasar por diferentes fases, desde la tristeza, el dolor o la depresión. Y eso hace que aunque su intención sea que los menores pasen el "trance" de la forma menos lesiva para ellos, no sea suficiente para que se les coloque en un segundo plano. De ahí la necesidad de prestar mucha más atención si cabe a las necesidades de los menores.

Las cifras oficiales sobre separaciones y divorcios son rotundas, pero también escasas. En los datos ofrecidos por el colectivo se recoge que solo el 66,2 % se producen de mutuo acuerdo. Sin embargo, los profesionales apuntan a que incluso este porcentaje es menor. "Hay muchos acuerdos que se firman para evitar trámites o gastos, pero la realidad es que no hay consenso, y eso ni sale en las cifras y a la larga conlleva los mismos problemas de mala gestión del divorcio", apunta María Riega. Por ello, es muy necesario que los progenitores prioricen al menor por encima de todo: "la empatía y la comunicación son muy importantes para que los niños o jóvenes puedan superar esta situación con el menor daño posible".

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