Aviso para las Cuencas: las ciudades mineras pueden convertirse, al fin de la actividad, en auténticos "cementerios urbanos". Eso asegura Esperanza Rock, historiadora de la Universidad de Chile, que ayer ofreció una charla en la I Conferencia Internacional "Memoria, historia e identidad en contextos de desindustrialización. Una perspectiva comparada". El encuentro se celebra telemáticamente, organizado por la Universidad de Oviedo y el Ayuntamiento de Mieres. La de Rock fue una charla sobre los errores y los aciertos cometidos en un caso muy concreto de su país: en la ciudad costera de Lota.

¿Por qué Lota? "Porque es una ciudad en la que hubo cosas bien hechas, otras no tan bien, y que ha podido conservarse. Ahora es el presente con una reinterpretación del pasado", afirmó la experta durante la conferencia. Y por otras cosas más, como que Lota fue la primera ciudad industrial de Chile, formada en 1842 al calor de las explotaciones carboníferas de la Empresa Nacional del Carbón (Enacar) de Chile. Durante décadas, se mantuvo con construcciones grandes que eran para los patrones y pequeñas viviendas para la mano de obra. Llegó la crisis del petróleo, y el carbón dejó de importar.

"Empezó entonces un declive en la ciudad", reconoce la historiadora. Las casas, antiguos barracones que impresionaban, perdieron lustre. Porque el Estado había asumido el control y las había cedido a los antiguos trabajadores de las ya cerradas minas. Y, aunque las conservaban lo mejor que podían, no tenían los recursos para su correcto mantenimiento.

Y llegaron fondos para la reindustrialización. Otro aviso para las Cuencas: "No se había hecho un estudio en profundidad de lo que realmente se necesitaba. A los hombres se les aprendió a manejar (a conducir) y a las mujeres a cortar el pelo, Lota se llenó de taxistas y de peluqueras". Y nada más. Fue la actividad cultural la que empezó a salvarlo todo: "Se mantuvieron los antiguos barracones, con su estética, pero el contenido cambió por completo".

En la antigua casa de los solteros, una gran construcción forrada de madera, se instauró el Centro Cultural Comunitario "Pabellón 83". Un lugar para el encuentro, para convertir el pasado en folklore y en recuerdos bonitos de pintura. "Los ciudadanos de Lota se dieron cuenta de que lo que mejor sabían hacer era recordar, por eso invirtieron en cultura y en mantener el aspecto de la ciudad tal cual había sido, al menos en lo que a las fachadas se refiere", explicó.

Y lo consiguieron. Pero la suerte parecía no estar nunca con Lota. En 2010, durante el grave terremoto que sacudió Chile, "muchos pabellones quedaron en mal estado". Crisis que convirtieron en oportunidad. "A través de ayuda, echando mano de viejas fotografías en archivos, han logrado y están logrando reconstruir una nueva ciudad que no ha perdido su seña identitaria industrial". Los mismos continentes, con otros contenidos. "Han logrado crear un ambiente urbano que permite reconocer un patrimonio que guarda la memoria", subraya la historiadora.

La vista está ahora puesta en el futuro. Lota está inmersa, desde el año 2018, en los trámites para su reclamación como Patrimonio de la Humanidad. La cara de una cruz no tan amable: "En el norte de Chile, hubo ciudades que quedaron como auténticos cementerios urbanos tras el final de la minería". No ocurrió como en Lota donde, afirma Rock, "pudieron aprovechar de la mejor manera posible la falta de gobernanza de los patrones para reconvertir su ciudad".

La de Esperanza Rock fue una de las charlas de la mañana, en esta I Conferencia Internacional sobre Desindustrialización que se celebra de forma extraordinaria -vía telemática- ante la actual crisis del coronavirus. Por la tarde, tomo el relevo la cultura. Hubo una mesa redonda sobre "Artistas y creadores. Arte en la periferia". En el encuentro, la periodista y escritora Aitana Castaño y el cineasta Marcos Merino, entre otros, hablaron de la creación cultural en torno a los procesos de desindustrialización.

La programación continuará hoy, aunque estrictamente online. Abrirá la jornada la charla "El tratamiento museográfico de la desindustrialización en el País Vasco", de Rafael Ruzafa. La historiadora del arte y gestora cultural, María Fernanda Fernández, hablará de "La vivienda común como objeto cultural: la patrimonialización de la vida cotidiana obrera". De tarde habrá una mesa redonda con asociaciones de patrimonio industrial.