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El tótem allerano de Obélix

El cazador Arcadio Moro logra abatir él solo el cupo de cinco jabalíes durante una batida del Principado, un registro con escasos precedentes

Arcadio Moro, con los cinco jabalíes abatidos en la cacería.

Dicen que no es mejor cazador el que más caza, si no el que mejor conoce a su presa. Ahora bien, si se junta la destreza con el conocimiento del medio, siempre será más fácil atinar en la diana. La tercera condición es, casi necesariamente, una pizca de suerte. Pericia, entendimiento y buena fortuna han confluido en el gatillo de Arcadio Moro. Este cazador allerano tumbó él solo hace unos días hasta cinco jabalíes durante una batida organizada por el Principado. Se trata de un logro sin apenas precedentes en la región.

Las cuadrillas afrontan normalmente las cacerías de jabalí con un cupo de entre 3 y 5 animales. Se trata del número máximo de piezas que pueden abatir. Ahora bien, lo normal es que entre los 15 integrantes que habitualmente conforman las cuadrillas no se alcance la cifra máxima autorizada. De esta forma, queda establecido lo insólito que resulta que un único tirador consiga cubrir por sí mismo toda la asignación. "Ya han pasado unos cuantos años desde que una cuadrilla logró cubrir aquí el cupo. Lo que ha hecho Arcadio se sale de lo normal", explica un veterano miembro del coto de caza de Aller, al que pertenece también el certero tirador de Santibáñez de Murias.

La batida se organizó en la zona conocida como Picos de las Nieves, en la parte alta del concejo de Aller. Arcadio Moro se echó al monte sobre las ocho de la mañana, junto con sus compañeros. La jornada resultó anodina casi ya hasta su final. Pasadas las tres de la tarde, ningún jabalí se había puesto a tiro. Fue ya cuando preparaban las escopetas para enfundarlas y regresar a casa cuando la montería descolló en una conjura de factores que, en cuestión de segundos, pusieron a Moro ante la oportunidad que un cazador siempre espera, pero casi nunca llega.

"Vi a lo lejos bajar por el monte una manada. No sabía cuántos eran, pero me fui colocando para prepararme", explica este camionero de 41 años. "Cuando los tuve a tiro vi que eran dos hembras grandes con tres jabatos". En cuento abrió fuego, los disparos se sucedieron y las presas fueron cayendo. "Tuve suerte. Disparé doce o trece tiros y casi todos hicieron blanco".

Arcadio Moro explica el centelleante desenlace de la cacería como un frenesí de concentración y buena suerte. "Todo pasó muy rápido. No sabía muy bien cuantos había matado, pero al acercarme confirmé que estaban los cinco". Sus compañeros de coto le dan más mérito del que reconoce: "Lograr llevarse del delante un cupo de cinco animales es tremendamente difícil. En Toda Asturias no creo que hagan falta los dedos de una mano para contar a los que lo han conseguido", explican los compañeros de Moro. "Claro que tuvo suerte, pero no basta la buena fortuna. Es un tirador rápido y certero, que no se pone nervioso".

Quien se pueda imaginar a Arcadio Moro esperando una piara de jabalíes apoyado sobre un arma de mira telescópica tan sofisticada como para rectificar la falta de pulso de su portador, simplemente se equivoca. En más de una ocasión ha tenido que soportar bromas por el estado de su viejo rifle remington de calibre 300, con capacidad para sólo cuatro disparos. "Lo barato en ocasiones sale caro y muchas veces se me encasquilla, pero esta vez funcionó bien". Con todo, el cazador allerano tuvo que ir recargando sobre la marcha: "Fui introduciendo las balas una a una. En esos momentos no piensas, simplemente actúas casi por instinto".

Arcadio Moro ha logrado un registro sin apenas precedentes. El popular Obélix de Albert Uderzo seguro que hubiera aceptado que este tótem allerano le acompañara, junto a Astérix, en alguna de sus divertidas aventuras. Estremecedor resulta pensar lo que se hubiera cobrado con su destartalado rifle en los montes sin cupo de las Galias.

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