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Los mierenses olvidados

Carmen Díaz, Juan Luis Varela y Julián Burgos son algunos de los vecinos ilustres fallecidos que, como Nicanor López, siguen sin calle en el concejo

El indicador de la calle Dolores Ibárruri, una de las últimas asignadas en el casco urbano de Mieres.

El Ayuntamiento de Mieres asumió hace dos años el compromiso de disponer de algún tipo de recuerdo en la ciudad dedicado al sacerdote Nicanor López, fallecido en octubre de 2018 tras casi medio siglo de intensa y socialmente comprometida labor pastoral en el concejo. La obligación, como otras parecidas, sigue de momento desatendida. El citado incumplimiento no debe aparentemente interpretarse como un desaire municipal, sino más bien en el marco de una cierta dejadez. La necesidad “de atender asuntos más urgentes” y ciertamente más importantes, reconoce el gobierno local, lleva acarreado una penitencia de olvido, para lo bueno y para la mano.

Y es que el Consistorio manifiesta similar letanía al postergar distinciones como cuando debe repudiar viejos afectos despóticos. El Ayuntamiento acordó el 7 de diciembre de 1951 imponer a Francisco Franco la medalla de oro del concejo, creada ex professo para agasajar al dictador. Unos meses antes del fallecimiento de Nicanor López, la Corporación decidió retirar a Franco tal distinción. Este requerimiento puede parecer simbólico, pero no lo es tanto. La medalla no fue una baratija. Fue encargada a una conocida joyería ovetense y costó 15.700 pesetas, cantidad que, según las tablas del Banco de España, equivaldría hoy a más de 30.000 euros.

Si la retirada de la distinción a Franco se postergó más de 40 años, queda la duda ahora de saber si los reconocimientos deberán esperar un plazo similar.

Son muchos los mierenses fallecidos durante los últimos años para los que la sociedad civil, de una forma u otra, solicitó la concesión de una calle o espacio público. El repaso de las ausencias especialmente significativas podría ser muy extenso, pero se pueden apuntar algunos nombres.

Referente cultural

Carmen Díaz Castañón fue directora del Instituto Bernaldo de Quirós de Mieres durante dos décadas, concretamente entre 1972 y 1991. Por entonces, el centro absorbía todo el flujo de estudiantes de Bachiller que había en la ciudad. La labor de esta licenciada en Filosofía y Letras transcendió del ámbito académico, convirtiendo al Bernaldo de Quirós en un referente cultural único en toda España. Además de dar forma a una colección de arte moderno que hoy en día mantiene su gran valor, la docente logró que por el instituto pasasen escritores de renombre como Rafael Alberti, Francisco Umbral, Terenci Moix o Antonio Gala, por citar algunos. La ausencia de alguna referencia a su legado en viales públicos siempre ha generado controversia.

También en el ámbito de la cultura, Turón despidió recientemente a Juan Luis Varela, pintor y saxofonista. Fue discípulo, de Inocencio Urbina, quien tampoco tiene recuerdo en la ciudad más allá de sus cuadros y obras. Gran paisajista, en sus lienzos han quedado los rostros y costumbres de generaciones de asturianos. Igualmente, escritores han caído en el olvido. La Academia de la Llingua solicitó al Ayuntamiento de Mieres que Julián Burgos, fallecido en abril de 2019, dé nombre a una calle o a una instalación cultural en el concejo. El gobierno local respondió con un “sí” rotundo a la propuesta, pero planteó dos problemas: no hay calles por renombrar en el casco urbano. “Ahora mismo es imposible”, dijeron, y hay ya una lista de personas para formar parte del callejero. Ese planteamiento continúa vigente.

El gobierno local sostiene que sigue manteniendo la intención de agasajar a los mierenses que en su momento destacaron, “de manera extraordinaria”, por su compromiso social o en el desarrollo de sus profesiones. Ahora bien, alegan que el cometido se enfrenta a varios obstáculos, por lo que habrá que esperar algún tiempo. El principal, junto a la falta de espacio, es que el reglamento municipal de distinciones y honores se ha quedado totalmente desfasado. El problema, siempre según las fuentes municipales consultadas, es que el citado documento no permite establecer con concisión y rigor los méritos y atributos que deben tenerse en cuenta a la hora de proceder a conceder distinciones. Dicho de otro modo, se podrían generar agravios comparativos.

Larga lista

Mientras, muchos mierenses se han quedado en el ostracismo. Felipa del Río fue durante décadas la integrante más activa de la Asociación de Viudas de la República “Rosario Antuña”. En Turón echan de menos al “viejo librero” Manuel Baquero. En San Pedro también tienen vecinos que echan en falta: “El exalcalde de Misael Fernández Porrón y el dirigente vecinal Adauto Moro, por citar a alguien, merecerían algún tipo de recordatorio”, destaca Ángel Brigas, presidente de la Junta del barrio. A los citados se podrían unir el párroco José Luis Menéndez, el constructor Ignacio Tascón, el médico José Cardeñoso, el empresario y periodista Amadeo Gancedo o Agustín Casado, uno de los grandes valedores del campus de Mieres. Todos ellos demostraron cariño a una ciudad sin espacio para recordarlos.

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