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Los okupas abandonan la cochera de Mieres que era utilizada como vivienda

La hospitalización de una de las ocupantes ha permitido vaciar y limpiar el acceso al garaje

El acceso a la cochera que ha sido desalojado. | Jandro Rodríguez

Los vecinos de las viviendas de realojo de la Mayacina han visto con alivio cómo los okupas que se habían instalado en el acceso a una de las cocheras del barrio han abandonado el lugar. Un contratiempo de salud de uno de los “inquilinos” ha terminado con un problema que había generado una notable tensión social.

Lo singular del caso es que no era una vivienda el inmueble que fue utilizado indebidamente, ni tan siquiera un bajo comercial. Por no ser no es ni una cochera, ya que el espacio “invadido” era la zona común de acceso a los garajes, un espacio de unos 20 metros cuadrados de superficie abierto a la acera y que fue “acondicionado” como habitación utilizando madera, cartones y otros materiales. La okupa que más tiempo pasaba en el lugar se encontró recientemente indispuesta, por lo que ha tenido que ser ingresada en un centro hospitalario. El Ayuntamiento ha aprovechado para vaciar el espacio. Para retirar todo el “mobiliario” fue necesario movilizar dos camiones. Tras despejar el acceso a la cochera, el vial fue desinfectado.

En la insólita morada anexa a la vía pública se instalaron inicialmente tres personas, todas ellas con graves problemas de drogadicción, según apuntaron en su momento los vecinos y reconocieron las fuentes policiales consultadas. Pudieron ocupar la citada propiedad de Vipasa debido a que las cocheras llevan años sin uso por problemas burocráticos relacionados con defectos del proyecto. Algo tan extraño como la okupación de un acceso a unas cocheras subterráneas debía, necesariamente, estar sustentado en una coyuntura también inusual, como es el hecho de que la instalación esté sin uso desde hace años.

La existencia de esta especie de zaguán pegado a la acera ha sido aprovechada por el citado grupo de personas sin hogar para instalarse de forma permanente. Estas personas ya se habían establecido previamente en diferentes espacios públicos de la ciudad. El Ayuntamiento intentó en su momento que se acogieran a un programa de ayuda social, pero se negaron.

El problema, más que de su simple presencia, surgió de los hábitos de vida del grupo. Así, la comunidad de vecinos de la calle Salvador Allende, con el apoyo del resto de residentes en este complejo residencial situado junto al puente Seana, presentaron un escrito ante el Ayuntamiento solicitando el urgente desalojo de la cochera. Aseguraban que la convivencia con los okupas, con graves problemas de drogadicción, era inviable.

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