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Un pozo puede almacenar hasta dos millones de vacunas, estima el SOMA

El sindicato cree que se podría cubrir la demanda para toda la zona del Noroeste y que acondicionar la mina llevaría seis meses

La sala de baterías del pozo Santiago de Hunosa.

Medio año. Ese es el plazo que los expertos consultados por el SOMA-FITAG-UGT calculan que llevaría construir, en un pozo de Hunosa, un almacén para las vacunas contra el covid-19, en el que se pudieran guardar entre uno y dos millones de dosis. A pesar de contar con una estructura ya hecha para mantener refrigeradas las vacunas, el plazo estimado se alargaría, en el caso de optar por los pozos, hasta mediados del año próximo.

El anuncio que lanzaban dos farmacéuticas esta misma semana, indicando que ya cuentan con una vacuna con una eficacia del 90 por ciento para luchar contra el covid ha generado una ola de esperanza. Pero como casi todo lo que parece bueno, también hay letra pequeña. Y es que las condiciones para el transporte y la conservación de la vacuna no son sencillas. Las dosis deben estar a unas temperaturas de 70 u 80 grados bajo cero, lo que complica la logística. Por eso la Unión Europea ya ha advertido de que será imposible que esas vacunas se almacenen en un mismo lugar dentro de un país.

España anunció ya la compra de 20 millones de dosis, que tendrá que repartir en varios almacenes. Y el proyecto del SOMA para instalar estos depósitos en una mina es una opción real y viable para un ámbito geográfico que incluya al Noroeste del país.

Con un cálculo estimativo de población total y de las personas que se podrían vacunar en esa primera tanda, que iría destinada a colectivos vulnerables y a la comunidad sanitaria, al hipotético almacén asturiano podrían llegar entre uno y dos millones de dosis, en función del territorio a cubrir.

La idea del SOMA para la conservación de las vacunas es la instalación de compartimentos estanco en las galerías de los pozos, logrando bajar la temperatura gracias a la liberación de nitrógeno, con sistemas que ya están instalados en algunos pozos. Pero además de todo esto también habría que colocar armarios criogénicos en estos compartimentos estancos, que sería donde se conservarían las dosis.

El sistema se desarrollaría de la siguiente manera. El nitrógeno, que se almacena en estado líquido a casi 200 grados bajo cero en depósitos en el exterior de la mina, se canalizaría mediante un sistema de tuberías que ya está construido hasta las galerías y los compartimentos estancos. Allí se liberaría, permitiendo alcanzar temperaturas de menos 70 grados, necesarias para que las vacunas aguanten.

El pozo Santiago sería en principio la opción más viable para el almacén. Buenas comunicaciones, recién cerrado y con el sistema de nitrógeno instalado. Además, la elección de las galerías donde instalar el almacén también es clave, ya que no todos los espacios serían lo suficientemente grandes o cómodos para este tipo de instalación. En este caso, ubicaciones como las salas de baterías, donde las galerías ensanchan y ganan en altura, serían las mejores ubicaciones para desarrollar el proyecto propuesto por el SOMA.

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