Tanto comerciantes como hosteleros se balancean entre la angustia y el enojo tras casi tres semanas sin actividad. Bares, restaurantes y tiendas siguen sin clientes, al tiempo que las iglesias se llenan de afectados por los cierres. Tras los encierros en Laviana y La Felguera, en la comarca del Nalón, ayer le tocó el turno a Mieres. Cinco hosteleras del concejo han iniciado un encierro en la Iglesia de San Juan para exigir la reapertura del sector. Susana Fernández, Manu Pascual, Remedios Resco, Vanesa Castañón y Julia Pola accedieron ayer al templo a las doce de la mañana. No tienen intención de abandonarlo mientras no puedan reabrir sus negocios. Decenas de comerciantes y hosteleros las arroparon, ovacionándolas desde la plaza anexa a la iglesia.

El encierro comenzó al mediodía, pero media hora antes algo más de un centenar de profesionales se concentró en la normalmente bulliciosa plaza sidrera de Requejo, ahora en silencio. “Es muy injusto lo que están haciendo con todos nosotros. Nos han quitado el derecho a trabajar”, apuntaba Vanesa Castañón minutos antes de entrar en la iglesia. No nos pueden dejar abrir al 30 por ciento y querer cobrarnos el cien por ciento de los impuestos”, remarcaban a su lado otras hosteleras. “Yo, como muchos otros, llevo toda la vida trabajando en la hostelería, que es para lo que nos preparamos. Tenemos hijos y las navidades se acercan. Es terrible no poder comprarles a tus hijos un regalo para Reyes. Por eso estamos aquí. No pedimos más que nos dejen trabajar”, subrayó con emoción contenida Vanesa Castañón.

El inicio del cierro estuvo rodeado de muestras de ánimo, pero el ambiente era de preocupación y tristeza. Los aplausos que acompañaron la entrada en la iglesia sonaron fatigosos debido a la carga que arrastra un sector maniatado por la pandemia. “No tenemos ninguna garantía sobre el cobro de los ERTE. Todos estamos juntos, comerciantes y hosteleros, ya que dependemos unos de otros”, señaló Julia Pola.

Vanesa Castañón, junto a pancartas y carteles de protesta colocados en el centro de la plaza de Requejo.

Susana Fernández es una de las hosteleras que ha llevado el peso de las protestas que organiza desde hace dos semanas este grupo de autónomos independientes, organizados de manera espontánea. “La situación nos obliga a tomar este tipo de medidas ya que hay muchos negocios que no aguantan más”. El encierro tiene un carácter indefinido: “Estaremos aquí hasta que el Principado dictamine que podemos volver a trabajar en unas condiciones que nos permita ganarnos la vida”, apuntaron las empresarias.

Caravana

Avanzada la tarde, ya con la ciudad sin la luz del día, una caravana de unos 25 coches recorrió el centro del casco urbano haciendo sonar los cláxones. El convoy acabó frente a la iglesia de San Juan. Eran sobre las seis y un centenar de personas se reunieron en los accesos al templo. En ese momento, las cinco encerradas salieron a saludar entre una salva de aplausos. La intención del colectivo es seguir organizando iniciativas de este tipo para arropar a las compañeras que permanecerán en la iglesia. La apertura del comercio no alterará los planes del colectivo, que en su mayoría está integrado por hosteleros.