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El covid, un tormento para el Montepío: de ganar dinero cinco años seguidos a tener el balneario de Ledesma en riesgo

La mutualidad, tras cinco años en números verdes, afronta un ejercicio en el que perderá dos millones y con su gran hotel en concurso de acreedores

Usuarios en el balneario de Ledesma, antes de la pandemia.

El Montepío de la Minería Asturiana ha visto en el presente 2020 como todo el trabajo financiero y de gestión realizado durante el último lustro se ha venido abajo como un castillo de naipes. Tras lograr remontar los resultados económicos, que entre 2012 y 2014 acumulaban tres millones de euros de pérdidas, y lograr que, en los últimos años, todos los negocios lograran estar en positivo, el coronavirus se ha encargado de ejercer de explosivo para dinamitar todo lo construido. Con unas pérdidas estimadas de dos millones de euros a final de año, y con una instalación tan emblemática como el Balneario de Ledesma en riesgo de desaparición, la mutualidad minera afronta una nueva y necesaria recuperación, que estará marcada, como todo ahora, por el desarrollo de la pandemia.

La entidad llevaba a comienzos de la década inmersa en unas importantes pérdidas. Con el anterior presidente, José Antonio Postigo (imputado en el caso Hulla por tener una fortuna oculta de más de 430.000 euros), las cuentas no salían, al menos para la entidad. En 2012, solamente el residencial de verano de Los Alcázares (Murcia) estuvo en positivo (menos de 20.000 euros), mientras que el resto de negocios sumaron unas pérdidas de casi 1,3 millones de euros, con la residencia de Felechosa en el ojo del huracán, ya que en el año de su estreno perdía 900.000 euros. En 2013, las pérdidas fueron de 615.000, con la residencia con un déficit de más de 650.000, y los apartamentos de Roquetas (Almería) también en pérdidas, así como la empresa matriz. El Balneario de Ledesma, hoy en situación crítica, fue el establecimiento que maquilló un poco las cuentas, con 200.000 euros de beneficios. Y al año siguiente, 2014, se presentaría el último balance de la era Postigo. En ese ejercicio, se cerró de nuevo con más de 750.000 euros en negativo, y salvo Roquetas y el Balneario, el resto de negocios daban pérdidas.

En la asamblea de junio de 2014 asumía la presidencia del Montepío Juan José González Pulgar. Tomó decisiones, como la de alejar a la mutualidad de todo lo que tuviera que ver con el delfín de Villa. Relevó a equipos directivos, entre ellos al hijo del exsindicalista, que comandaba la lujosa y nada rentable residencia de Felechosa, o a la pareja de Postigo, que era la “mandamás” en Murcia. También se introdujeron cambios de gestión importantes, que permitieron que ya en 2015 se vieran los primeros resultados. El balance presentado en esa asamblea fue de unas ganancias de más de 430.000 euros. Todos los negocios estuvieron en positivo, salvo la residencia, que eso sí, redujo drásticamente sus pérdidas, dejando un balance negativo de casi 150.000 euros.

Quizá el año clave fuera 2016, cuando por primera vez en mucho tiempo, todos los negocios de la mutualidad minera sumaron. Por primera vez desde su apertura, el geriátrico de Felechosa comenzó a ser rentable. Los cambios surtieron efecto, ampliando el número medio de residentes, y logrando cierta estabilidad. Apenas fueron 3.000 euros de ganancia, pero el cambio de tendencia ya estaba ahí. El Montepío cerró 2016 con un superávit de 417.000 euros. Los dos años siguientes, las cinco patas del banco (la empresa matriz, Los Alcázares, Roquetas, Felechosa y Ledesma) continuaron dando ganancias de en torno a 300.0000 euros en cada ejercicio. Además, se fueron haciendo inversiones de mejora y rehabilitación, para que la entidad pudiera competir en el mercado vacacional, e incluso se intentó proyectar el turismo mutualista hacia el extranjero.

En el pasado 2019, último balance presentado hace escasamente unos meses, todavía se mantuvieron los números verdes. Fueron de 67.000 euros. Pero en este 2020, el covid ha sido un vendaval, un tormento que está llevándose por delante todo el trabajo realizado.

La dirección de la mutualidad calcula que serán 2 millones de euros los que se pierdan a final de año entre todos los negocios, afectados fuertemente por los cierres de la hostelería y la hotelería. Solamente ha funcionado de forma regular la residencia geriátrica, que aún así ha tenido que poner en marcha un ERTE para los trabajadores de la cafetería y centro hidroterapéutico (spa).

Pero si hubo un centro afectado fue el Balneario de Ledesma. Ha sido tradicionalmente el buque insignia del Montepío, y la referencia económica que ha ido tirando de los malos resultados de otros espacios. Sin embargo, este 2020 afronta uno de sus momentos más difíciles. Con en torno a 1,2 millones de euros de pérdidas, se ha visto abocado al concurso de acreedores. Una plantilla de más de 100 personas en Salamanca sobre las que pende una espada de Damocles. El covid se ha cebado especialmente con un centro que ahora necesitaría un millón para llegar al próximo verano, con la esperanza que la situación sanitaria se normalice. La cancelación del programa para mayores del Imserso, unido a los cierres obligados durante el confinamiento han supuesto dos directos a la mandíbula que hacen tambalearse los cimientos de una emblemática instalación.

El castillo de naipes que el Montepío había logrado construir en los últimos cuatro años está sufriendo una dura tormenta. Las cartas se van desmoronando, y la dirección de la entidad busca soluciones para rearmarse antes de que sea tarde y la baraja, finalmente, se rompa.

La situación

La crisis sanitaria golpea con fuerza las cuentas del Montepío: perderá dos millones de euros este año. Lo peor, que se pone en riesgo el que siempre ha sido su mejor negocio, el balneario de Ledesma.

Años precedentes

En los cinco años precedentes, entre 2015 y 2019, las cuentas de la mutualidad arrojaron beneficios, por los buenos resultados de los complejos vacacionales y por la mejora en la residencia.

Antes de 2014

La gestión previa a 2014 dejó una amplia deuda en el grupo empresarial que gestiona el Montepío. Se tuvo que llevar a cabo una “limpieza” a fondo y una profesionalización radical de la gestión.

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