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Oyanco, otro caso de amansar a las fieras

Los vecinos de la localidad allerana disfrutan con la presencia de un dócil zorro que recuerda al “Zogui” de Covadonga

El pequeño zorro, en una calle de Oyanco. | L. C.

Los turistas que acuden en masa a los Lagos de Covadonga disfrutaron hace unos años de una diversión inesperada. “Zogui”, un zorro que se acerca a los visitantes cada atardecer e, incluso, posaba para las cámaras, se convirtió en una atracción. Ahora, otro raposo manso se ha convertido en la mascota de muchos vecinos de Oyanco. Uno de ellos, el edil Juan Antonio del Peño, se ha ganado la confianza del animal, que con frecuencia acude a su puerta en busca de comida.

Algunos vecinos han bautizado al pequeño zorro como “Santa Claus”. Inicialmente poco se parecía al rechoncho personaje navideño, ya que el animal parecía hambriento y desnutrido. Se le ha visto buscar comida en los contenedores y papeleras. Algunos alleranos se han animado a alimentarle: “Como cada vez quedan menos gallineros en la zona rural ha decido bajar a la población para abastecerse, como también hacemos los humanos”, señala un vecino con humor.

No es extraño en Asturias la convivencia con animales salvajes. Se han dado casos, incluso, de confraternización marina, como sucedió con dos delfines mulares, “Enol” y “Ercina”, que durante meses permanecieron en la ensenada de Cueva, en Valdés, donde nadaban con quien quisiera acompañarlos.

En las Cuencas, el más famoso de los animales salvajes “amansados” fue “Mansín”, un hermoso macho de urogallo de los bosques de Caso, que confraternizó en 2006 con los vecinos de varios pueblos y habitó entre ellos. Se convirtió en todo un personaje en el pueblo de Tarna, por donde se paseó durante varias semanas hasta que un perro acabó con su vida. El popular animal se ganó el afecto de los vecinos, pendientes de sus andanzas y su ritual de cortejo en el que lucía plumaje. Incluso la mancomunidad lo usó como imagen turística del Valle. En un primer momento se pensó que la causa de la muerte podía deberse a un atropello, aunque esta hipótesis se descartó poco después. Los guardas encontraron restos de sangre en el pico y la cabeza. La muerte de “Mansín” generó mucha controversia, e incluso se abrió un debate judicial sobre las posibles responsabilidades penales del dueño del perro que causó la muerte al ave.

La muerte de «Mansín» –nombre que le valió al urogallo su mansedumbre– fue el inevitable tema de conversación en las calles de Tarna durante muchas semanas. En Oyanco, el zorro “Santa Claus”, aún no se ha hecho tan popular como lo fue el urogallo de Caso. Con todo, los vecinos reconocen estar encariñándose con este animal que va y vienen sin mostrar apenas inquietud por la presencia humana.

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