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El 15% de los vecinos de las Cuencas está en riesgo de pobreza y exclusión social

Colectivos solidarios alertan de que la cifra crecerá con la pandemia | “Esto ya no es vivir”, afirma un langreano tras medio año en la calle

Un mendigo leyendo el libro "Icaro", en Mieres.

A Víctor la vida se le ha hecho inmensa. Casi inalcanzable. De una existencia “normal” –“como la de cualquiera”, aclara–, a sumar ya seis meses viviendo al raso. Debajo del puente de Sama. La primera vez que recibió a LA NUEVA ESPAÑA, tenía una esperanza: “A ver si me sale un trabajín y salgo de esto”, decía en octubre. Ahora está gastado. Empieza a hablar, pero la angustia le calla: “Ya no aguanto más”, reconoce.

Él, que vivía en una casa con bajo y primera planta, nunca pensó que lo perdería todo en un año: “Nunca imaginas que terminarás así”, afirma. En las Cuencas, una media del 15 por ciento de vecinos viven en riesgo de exclusión social. Son datos del último informe del Observatorio de Salud pero, avisan desde las entidades solidarias, podrían quedarse obsoletos pronto: “La pandemia del coronavirus está acelerando la pobreza, la situación de muchas familias es crítica”, apuntan los expertos consultados por este diario.

Víctor recorre la calle Marino Gutiérrez con el gesto serio. Lleva de la mano una bicicleta, la conserva de su otra vida, y un cartel colgado al pecho: “No me queda otra que pasar vergüenza, vivo debajo de un puente. Solo pido una ayuda o un trabajo, soy asturiano y tengo 49 años. Gracias, y disculpen las molestias”. Letras que escribió con la mano temblando. Se recuesta contra la fachada de un supermercado: “Aquí paso parte del día, haga frío o calor, e intento sacar algo para comer y para asearme”, explica.

Hace un año, tenía un trabajo en una empresa que tuvo que recortar plantilla. Luego llegaron los problemas con su familia. El coche se le quemó en la autopista, cuando iba a una entrevista de trabajo. Lo perdió todo: “Unos días después de salir en LA NUEVA ESPAÑA (en el mes de octubre), vinieron a verme unos concejales de la oposición. Dijeron que volverían, pero nunca más supe de ellos”, afirma.

“Me llamaron para hacer una entrevista en un supermercado, estaba muy ilusionado. Pero no la pasé”

Víctor - Mendigo langreano

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Algo de ayuda consiguió. Cruz Roja le pagó un mes en el hotel Vaqueros y parecía que Víctor encarrilaría este destino que tanto le machaca. “Me llamaron para hacer una entrevista en un supermercado, estaba muy ilusionado. Pero no la pasé”, explica. También le contactó un restaurante para el reparto a domicilio, pero no pudo aceptar: “Me pedían un coche o una motocicleta. Solo un patinete eléctrico ya me daría vida, porque con la bici no puedo cumplir con los encargos que hacen”, reconoce.

Una situación crítica a la que se asoman, actualmente, muchas familias de las comarcas del Nalón y el Caudal. Los últimos datos oficiales cifran en un 15 por ciento la media de vecinos en riesgo de exclusión social. Es decir, aquellos que no pueden acceder a los bienes básicos para garantizar una buena calidad de vida. Desde las entidades solidarias avisan ya de que este año ha sido “un antes y un después” y estos datos podrían empeorar “muy notablemente” de cara al próximo ejercicio: “La pandemia ha puesto a muchas familias al límite. Han sido muchos meses sin ingresos o ingresos mínimos, ERTE y problemas de salud”, destacan desde distintas entidades de ayuda social y económica.

Los primeros datos son poco alentadores. En el Banco de Alimentos, los beneficiarios se han disparado: durante los meses más duros de la primera ola de la pandemia, en la primavera, las peticiones de ayuda a la entidad se incrementaron en un 15 por ciento. Todavía no se ha hecho público el balance de la segunda oleada. Y un dato que preocupa más: la mayoría de los beneficiarios durante la crisis del covid-19, no habían tenido que pedir ayuda antes a ninguna entidad solidaria.

Por municipios. Mieres tiene la tasa más alta de vecinos en riesgo de exclusión social: un 18,80 por ciento. Casi la misma que San Martín del Rey Aurelio (18,20 por ciento). En Langreo desciende hasta un 16 por ciento, frente al 11,50 por ciento de Morcín (la más baja de todas las Cuencas). Esta estadística, además de la economía, valora otros aspectos: culturales, sociales, de conductas y personales.

“A mí, más que la economía me duele la soledad”, dice Víctor. La vista ya nublada. La Nochebuena se le hizo eterna, del día de Navidad mejor no acordarse. Revisa el remolque de la bicicleta, esos cuatro bártulos que le quedan. Las mascarillas, el gel hidroalcohólico y una bolsa llena de medicinas: “Son para la ansiedad. Las de dormir no las tomo, porque no quiero que me pase algo en el puente”.

Cuenta unas monedas y anuncia que comerá unos pinchos, del menú del día ni acordarse.

Recoge la bici y el cartel. Da unos pasos y se vuelve, el último apunte: “Esto ya no es vivir”.

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