El desenfrenado vozarrón de Manuel Rueda hacía que su presencia nunca pasara inadvertida. Su alborotada risa y la vehemencia de sus argumentos se envolvían con la resolución del entusiasmo que ponía a todo lo que hacía. Sus rugidos ordenando la defensa retumbaron, en los ochenta, por todos los campos de Asturias. Más silenciosa, pero igualmente apasionada fue su dedicación a la mina, labor que desempeñó principalmente en los pozos Barredo y Nicolasa. El que fuera defensa central del mejor Turón de la historia, del Caudal y del Santiago de Aller falleció ayer en Villadangos del Páramo, León, a los 60 años de edad.

Manuel Rueda alcanzó gran notoriedad en Mieres por su vinculación al fútbol. “Fue de esos jugadores a lo que les faltó un chasquido para dar el salto a profesionales”, explican sus amigos. En edad juvenil lo fichó el Sporting de Gijón, pero tras un breve paso por el Industrial, regresó a las Cuencas. “Empecé a trabajar muy pronto y el fútbol te exige mucho si quieres llegar arriba”, señalaba él mismo. Con todo, jugó ocho años en un Turón por entonces en Tercera División. Tras dos temporadas en el Caudal, acabó su carrera de casi 15 años en el Santiago de Aller. Casi toda su vida deportiva estuvo junto a Mateos, histórico portero mierense. “Era un central muy fuerte y valiente, que iba muy bien de cabeza y tenía mucha personalidad en el campo”, explica el guardameta, padrino de la hija de Rueda, que también tiene un hijo varón.

Sin duda fue el fútbol lo que dio a Rueda gran popularidad, pero fue su carisma lo que le convirtió en una celebridad. “Era todo corazón y muy extrovertido. Es de esas personas que fueras a donde fueras con él todo el mundo le conocía y le saludaba”, apuntaba ayer un antiguo compañero del pozo Nicolasa. “Fue de los pocos mineros que yo conozco que estaba contrariado cuando le tocó prejubilarse, ya que se quejaba de que estábamos hipotecando el futuro de nuestros hijos con el cierre de las minas”.

Manuel Rueda estuvo vinculado siempre al deporte. Tras retirarse, jugó en los veteranos del Turón. Además, practicó el tenis, federándose con el club local. El respeto y cariño que suscitaba entre sus compañeros hizo que muchas veces fuera reclamado para arbitrar las finales de los torneos. Hace unos años decidió trasladar su residencia a Villadangos del Páramo debido al delicado estado de salud de su mujer. Un cáncer del pulmón acabó con su vida prematuramente, en pocos meses. Y es que Rueda nunca escondió el pecho.