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¿Qué fue de los "héroes asturianos"? La Brigada minera, dos años después del rescate de Julen

La centenaria unidad pervive, pese al cierre de las minas, como grupo de rescate de élite y formando a otros cuerpos

La Brigada de Salvamento Minero, durante un entrenamiento en el pozo Fondón. | Jonás Sánchez / HUNOSA

“Nadie se queda dentro”. Ese es el lema de una institución centenaria que, hace dos años, cobró una notable relevancia. La participación de la Brigada Central de Salvamento Minero en el rescate del pequeño Julen Roselló –que finalmente apareció sin vida– en la localidad malagueña de Totalán, proyectó el trabajo del equipo de mineros. Pese a ser considerados durante décadas unos “héroes” en Asturias, su labor en Málaga les dio un reconocimiento internacional. Se trata de un equipo de élite que, con el cierre de la minería, podría parecer menos útil. Nada más lejos de la realidad. La Brigada de Salvamento Minero está muy viva y su futuro está encarrilado: ligado los rescates complejos en otros ámbitos y a la formación de otros cuerpos y equipos de seguridad para el trabajo en condiciones extremas.

Casi todo el equipo de ocho brigadistas que se desplazó en enero de 2019 a Totalán sigue todavía trabajando en este grupo. Todos menos uno. Sergio Tuñón, que entonces era el responsables de la unidad y el jefe del equipo que acudió a las labores de rescate de Julen, ya se ha prejubilado. El resto de compañeros que estuvieron en Málaga, y que trabajaron sin descanso hasta sacar de las entrañas de la tierra el cuerpo del pequeño, mantiene su puesto en la Brigada. El lenense Antonio Ortega Escalada asumió poco después del rescate la jefatura del grupo. Los demás (Jesús Alfonso Pérez Prado, José Antonio Huerta Lamuño, Lázaro Alves Gutiérrez, Rubén García Ares, Adrián Villarroel y Mandilio Suárez), siguen día a día manteniéndose en la unidad.

Evacuación. El equipo ensaya la extracción de personas que hayan sufrido accidentes. | Jonás Sánchez / Hunosa

Los orígenes de la Brigada se remontan a hace más de un siglo, cuando las empresas mineras de entonces formaron un equipo de trabajadores expertos en rescatar a sus compañeros víctimas de accidentes. Con la creación de Hunosa hace algo más de medio siglo, este cuerpo de élite se abrigó bajo el paraguas de la compañía estatal. Desde entonces son cientos las intervenciones que han realizado, tanto en el interior como el exterior de la mina. En la actualidad, su base en encuentra en el clausurado pozo Fondón, en Langreo, donde los 21 brigadistas que ahora forman el equipo trabajan a tres relevos: 24 horas al día y 365 días al año. La Brigada nunca descansa, nunca duerme y siempre está lista para actuar ante cualquier fatalidad en el ámbito en el que se les requiera.

En el pozo Fondón, el equipo cuenta con unas instalaciones únicas para su entrenamiento. Hay varias zonas en las que estos mineros se mantienen en forma. Una de ellas es la “rampla”, que simula un tramo de un pozo tanto en zonas verticales como horizontales. También cuentan con una zona de posteo, y otra de “tierra”, que es donde practican técnicas de sostenimiento, levantamiento de derrumbes y zonas colapsadas. Además, cuentan con dos galerías, una llamada “Modesta”, que es un túnel “carretero” de unos de 250 metros de longitud y 6 de ancho. Y otra denominada “mina La Nalona”, una galería de mina en fondo de saco, de 100 metros de longitud y menos de 3 de ancho. El objetivo de este espacio es “recrear atmósferas irrespirables y de escasa o nula visibilidad donde realizamos ejercicios de rastreo, localización y recuperación de víctimas, así como de extinción de incendios”, tal y como explicaba el actual jefe de la Brigada, el lenense Antonio Ortega Escalada, en un congreso de seguridad (ECOS) organizado por la hullera pública. Además, estos mineros también entrenan el área de microvoladuras en el pozo Monsacro.

Incendios. La Brigada realiza entrenamientos en extinción de fuegos, tanto en interior como en exteriores. | J. S. / Hunosa

El día a día de la Brigada de Salvamento Minero consiste en estar entrenados y listos para cualquier incidencia. Por la naturaleza del servicio, que está regulado por la Ley de Minas, están establecidos unos entrenamientos obligatorios con uso del equipo de respiración autónoma en circuito cerrado, el llamado “autorrescatador”. Esos entrenamientos, de gran desgaste físico, están diseñados para acostumbrar al cuerpo a realizar los trabajos de rescate con la menor demanda de oxígeno posible, algo muy necesario en las condiciones en las que tienen que operar estos profesionales.

Además, los miembros del equipo también realizan prácticas en altura, trabajan en diferentes técnicas de posteo y también en maniobras de excarcelación de víctimas, así como en extinción de incendios tanto en exteriores como en el túnel de entrenamientos.

Autorrescatador. El uso de equipos de respiración autónoma forma parte del entrenamiento. | Jonás Sánchez / Hunosa

Aunque con el actual volumen de la Brigada –que está compuesta por 21 miembros a tres relevos– es imposible, hasta que el sector comenzó a decaer, estos profesionales eran enviados por turnos y cada tres meses a la mina para seguir con sus labores ordinarias y mantener el contacto con los trabajos.

A sus espaldas llevan más de 400 intervenciones. Las más notorias en el ámbito minero en los últimos años fueron el rescate de las víctimas en los accidentes del pozo Nicolasa, en 1995, cuando se dejaron la vida 14 mineros en una explosión, y el ocurrido en el pozo Emilio, en León, en el año 2013, cuando otros 6 trabajadores fallecieron.

El de Julen es un rescate que, tanto desde el punto de vista humano como profesional, nunca voy a olvidar

Antonio Ortega Escalada - Jefe de la Brigada

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Pero el rescate que más notoriedad les ha valido fue el del pequeño Julen, en Málaga. Allí acudió un equipo de 8 brigadistas entre los que estaba el actual jefe del grupo. “Es un rescate que tanto desde el punto de vista humano como profesional no voy a olvidar”, relataba Ortega Escalada, durante el Congreso Ecos. Por su participación en la recuperación del cuerpo del niño malagueño, la Brigada de Salvamento Minero recibió numerosos premios, entre ellos la medalla de Oro del Principado de Asturias, la medalla de Oro de Andalucía y el Premio Extraordinario del Ministerio de Defensa.

Un brigadista durante la extinción de un fuego en una galería. | Jonás Sánchez / Hunosa

¿Y ahora?, ¿hacia donde va el futuro de la Brigada?

Según explican responsables de Hunosa, este cuerpo de élite va a seguir en activo pese a que solamente queda un pozo minero abierto, el de San Nicolás (Nicolasa) en Mieres. Su experiencia y conocimiento no pueden perderse, ese legado ha de sobrevivir. Por eso, además de estar preparados para cualquier rescate en el que tengan que actuar (tanto en minas como en otros ámbitos), los brigadistas también se dedicarán a la formación, parcela que conocen.

La Brigada de Salvamento de Hunosa puede dar formación de planes de evacuación en túneles, primeros auxilios y formar equipos especializados en emergencias en túneles y otras infraestructuras subterráneas. Dentro de esta materia, los expertos de la Brigada ofrecen su experiencia en lo que supone una entrada a un túnel en condiciones extremas con larga autonomía, así como en el uso de aparatos autónomos de respiración en circuito cerrado. Desde el equipo de élite de Hunosa pueden dar formación en lo que supone trabajar con “autorrescatadores” y equipos de escape en emergencias.

También ofrecen sus conocimientos en técnicas de sostenimiento en galerías de pequeña sección, así como en los trabajos en espacios confinados. Por último, los profesionales mineros dan cursos de microvoladuras, especialmente diseñados para los Cuerpos y Fuerzas de seguridad del Estado

La Brigada está a punto de cumplir 110 años en el punto más paradójico de su historia: cuando menos minería hay, más reconocimiento público han alcanzado. El particular ya lo tenían. El de cientos de familias que pueden descansar tranquilas gracias a los brigadistas. Porque “nadie se queda dentro”.

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