“Vienen tres Reis Magos per xunto al ríu / vienen dende muy lexos, muertos de fríu”.

Hay que empezar por los versos de uno de los villancicos más conocidos en asturiano. Porque, detrás de esa letra cantada a tantas voces, estaba María Pilar Esther Fernández Fernández. La llamaban “Sor Canción”. Había sido monja benedictina en el monasterio de San Pelayo (Oviedo) y, valga esta vez el tópico, cantaba como los ángeles. Renunció a los hábitos, que no a la fe, para cuidar de su madre en su Cuérigo (Aller) natal. La canción nunca la dejó. Grabó varios discos, algunos con la compañía Columbia. Falleció ayer, a los 86 años, en la residencia de Belmonte de Miranda.

“Para componer me inspiro en la vida, en vivencias”, afirmó a LA NUEVA ESPAÑA en diciembre de 1997. Lo hizo con motivo de un homenaje a su carrera en el VI Concurso y muestra de folklore “Ciudad de Oviedo”. En aquel acto entonó uno de sus temas más sonados: “El neñu diz que tien sed” (también conocida como “La Virxen de Covadonga”). Se mostró “agradecida” por el cariño del público. Nada menos merecía una mujer que fue una de las primeras cantautoras del país.

Archivo musical de "Sor Canción".

Archivo musical de "Sor Canción".

Nació en la localidad de Cuérigo, en una pequeña casa que aún se conserva a una orilla de la carretera. A los 17 años ingresó en el convento de San Pelayo (Oviedo). Sus canciones se hicieron cada vez más populares. Llegó a grabar cinco discos, entre los años 1962 y 1967. Luego un LP con Producciones Paulinas. Uno de sus sencillos fue el primer villancico grabado en asturiano: “Los tres reis magos”. Fue versionado, entre otros, por “Nuberu”.

Su madre enfermó y ella dejó el convento para dedicarse a cuidarla. Vivió el resto de su vida como virgen consagrada. “Era una mujer entregada a su fe y a la comunidad”, explicó ayer Esperanza del Fueyo, presidenta de la Sociedad Los Humanitarios de San Martín. Cantaba con la coral polifónica de la entidad. También formó un coro en el centro social de personas mayores de Moreda y en la parroquia de la localidad. Una canción que compuso para los chavales de la catequesis ganó el premio de “Jóvenes Misioneros”.

Uno de los discos de Sor Canción.

Iniciativa pol Asturianu lamentó ayer su fallecimiento: “Contaba con unas cualidades musicales extraordinarias, que puso al servicio de Asturies”, explicaron. “La cultura asturiana tiene una gran deuda con esta mujer, por todo el trabajo que hizo por promocionar desde su visión la lengua asturiana”, añadieron. Además, para la entidad. “Su legado musical tiene que ser actualizado, publicado y puesto en valor con sus textos, partituras y grabaciones para que las nuevas generaciones puedan seguir disfrutando de este gran trabajo”.

Cuando su madre falleció, ella siguió en Cuérigo. Su salud se deterioró y fue trasladada a la residencia de Belmonte de Miranda. La capilla del tanatorio Los Arenales acogió ayer la celebración de la palabra por su eterno descanso. Dicen los que la conocían que es la despedida que ella quería. Amaba la canción, se sentía bien entre el silencio. Solo así, sus letras eran siempre redondas.

“Van caminando per un camín / van entrugando por un rapacín”.