La Nueva España

La Nueva España

Contenido exclusivo para suscriptores digitales

La Cuadriella de Turón, un polígono a la venta por completo

El fallido espacio empresarial lleva una década sin uso: todas sus factorías, el viejo ambulatorio y hasta el local de Casa Lelo están en el mercado

La planta de Diasa, con vecinos paseando por su entorno. Luisma Murias

El lavadero de La Cuadriella cerró a principios de los noventa. Tendrían que pasar tres lustros para que los terrenos recuperaran la utilidad, transformándose en un polígono llamado entonces a reactivar el tejido económico del gastado valle de Turón. Las dos grandes firmas que, bien nutridas de fondos mineros, debían acaudillar la reconquista industrial apenas permitieron que sus trabajadores acumulasen un lustro de antigüedad laboral. Laboratorios Diasa Pharma, inaugurada en 2007, lleva ya una década sin actividad. El año que viene estará en la misma situación Construcciones Mecánicas Urueña, liquidada en 2012.

Y es que el fallido polígono de La Cuadriella ahora ya sólo produce carteles de “se vende”. Lo hace, eso sí, casi con potencia industrial. Junto a las enormes naves fantasmales que esperan comprador desde hace años, acaba de ponerse a la venta el edificio de albergó el consultorio médico de Turón hasta su traslado, en 2019, al viejo colegio La Salle. El avanzado deterioro del inmueble propiedad de Hunosa obligó a construir un nuevo equipamiento. La compañía minera pide 127.000 euros por el dañado edificio, de 236 metros cuadrados: “No lo vendarán en la vida”, sentencian los vecinos.

El edificio del viejo centro de salud, en venta.

En La Cuadriella está todo en venta, menos la iglesia de Santa Bárbara, constituida en parroquia en 1962 ante el aumento de población que sufrió el valle. Desde los casi veinte metros que levanta del suelo el campanario de este robusto templo de piedra sólo se divisa ahora abandono y despoblamiento. Justo frente a la iglesia, a no más cien metros, quizá cincuenta, se aprecian las persianas bajadas de Casa Lelo. El histórico restaurante, antes Bar Antonio, fue un punto de encuentro para miles de mineros durante casi un siglo. Un cartel en medio de la puerta advierte de que ahora, como el resto de La Cuadriella, está en venta. Los vecinos mantienen el discurso: “Tampoco se venderá”.

De hecho, el movimiento asociativo del valle ha venido a lo largo de los últimos años reclamando algún de tipo de iniciativa que facilite la compra de las instalaciones que han dejado vacías las empresas quebradas: “Una solución podría ser fragmentarlas para que firmas más pequeñas pudieran instalarse”, señala Juanjo Rodríguez, directivo de Sotufe. En la misma dirección apunta Silvia Suárez, presidenta de “Mejoras del valle”, la asociación local más representativa. “En su momento ya advertimos de que apostar por proyectos grandes era un error y que lo mejor era habilitar un polígono para pequeñas empresas. Pero nadie nos hizo caso”.

La factoría de Urueña.

La farmacéutica Diasa Pharma preveía la creación de más de cien empleos, ocupando el ochenta por ciento de la superficie del polígono de La Cuadriella. Recibió una importante inyección de fondos mineros y tenía como socio a Sadim Inversiones, entonces filial de diversificación de Hunosa. En enero de 2011 cerró con una deuda de 15 millones. El tiempo ha dado la razón a los vecinos. Las instalaciones, que ocupan unos 30.000 metros cuadrados, parecen “invendibles”, al estar en manos de varios bancos, con el Santander como referente con mayor peso.

Compartir el artículo

stats