La noche del día 12 de febrero, mientras la familia veía la tele, la casa de Ramiro Dosantos se quedó a oscuras. Pensaron que era una avería que afectaba a todo el bloque del barrio de San Francisco (Turón). Pero, al día siguiente, descubrieron que la “avería” afectaba solo a la casa. Indagaron un poco más, tres o cuatro llamadas, y descubrieron lo impensable: alguien había dado de baja el servicio para darlo de alta en otra compañía. El problema radicaba en que se necesitaba la firma de Ramiro Dosantos para esa nueva alta, pero dirección y titular no coincidían. La familia estuvo ocho días sin luz, como pudo, y finalmente han descubierto a la mujer que les suplantó la identidad: ya ha sido denunciada ante la Guardia Civil.

“No queremos que nadie más pase por esto. Queremos que las eléctricas se aseguren bien antes de conceder una baja. Porque esta, concretamente, se tramitó por internet”, explicó Dosantos. Después de aquel trámite, la familia tuvo que ingeniárselas para vivir sin luz hasta que les dieran el nuevo alta: toda un esfuerzo de logística.

Lo primero, “el chaval tuvo que marchar para casa de unos familiares”. “El chaval” es el hijo de Ramiro Dosantos, que teletrabaja y no podía seguir sin conexión a internet: “Era lo que nos faltaba, que nos quedara el chaval sin trabajo a cuenta de esto”, señaló Dosantos, aún muy cabreado por lo ocurrido en las últimas semanas.

Él y su mujer tuvieron que trasladarse a casa de su suegra –la madre de ella– que, por suerte, vive justo en el piso de abajo. “Fue un trastorno grande, en plena pandemia, y molestando a una persona mayor”, lamenta Dosantos. Pero que fuera menos incordio, solo pasaban en la casa de su suegra las tardes, las mañanas iban tirando en el domicilio sin electricidad y, por las noches, volvían para dormir.

Y las noches se les hacían largas. “No teníamos calefacción y teníamos que poner mantas y mantas en la cama”, explica Dosantos. Y añade: “Mientras tanto, íbamos de teléfono en teléfono para saber qué había ocurrido”. Llamaron a su compañía eléctrica, que les comunicó que no podían hacer nada porque se había solicitado la baja: “Entendemos que nuestra compañía no tuvo la culpa”, subrayó el turonés. También se pusieron en contacto con Viesgo, encargada de tramitar los cambios: “No nos quisieron decir quién había solicitado la baja, atendiendo a la protección de datos. Se ve que esa ley no me protege a mí”, lamentó.

Finalmente, aunque prefiere no entrar en detalles sobre el proceso, descubrió quién estaba detrás del cambio de compañía. “Es una persona que no conozco, afortunadamente. Me hubiera hecho mucho daño enterarme de que alguien conocido había querido jugármela así”, destacó Dosantos. Agradece la atención de la Guardia Civil de Mieres en el procedimiento de la redacción de la denuncia y la apertura de diligencias: “Me atendieron muy bien y confío al cien por cien en su trabajo”, afirmó.

Pero si hay un agradecimiento que dar, es a la Oficina de la Unión de Consumidores de Mieres: “Han estado con nosotros y se han molestado por ayudarnos desde el principio, han sido todo un auténtico apoyo”, aseguró Ramiro Dosantos. Es por eso que recomienda a todos los que se vean en una situación similar, que acudan a estos profesionales: “Sabemos que no somos los únicos a los que les ha pasado”. El lunes pasado, ocho días después de quedarse a oscuras, terminó el proceso para dar el alta nueva en la misma compañía. Y otra vez, se hizo la luz.