En la sierra del Aramo se lleva excavando en busca de minerales al menos 4.500 años. La rutilante huella que ha dejado la actividad minera ha quedado parcialmente oculta entre riscos y boscaje. También entre peligrosos residuos consecuencia de la poco cuidadosa explotación industrial decimonónica que se prolongó hasta mediados del siglo XX. El Ayuntamiento de Riosa gastará 1,2 millones de fondos mineros en la descontaminación de los terrenos de la planta metalúrgica de Rioseco. La actuación permitirá desbloquear el aprovechamiento turístico de este enclave que, en su parte alta, esconde un interminable entramado de túneles cuya crónica se remonta a la búsqueda prehistórica de cobre. “No hay palabras que lo describa. Es una lugar espectacular que impresiona y estremece”, explica Eusebio Alonso, “Sebi”, minero jubilado que se ha convertido en el improvisado guía del lugar.

“Lo que pretendemos es poder desarrollar un proyecto de turismo activo que vincule este maravilloso espacio minero con el Angliru”, apunta la alcaldesa de Riosa, Ana Díaz. Y es que es viable unir ambos emplazamientos mediante una senda de montaña que cruce la sierra del Aramo. El gobierno local quiere dar al emplazamiento un uso lúdico, tal y como se ha expuesto ya ante el Principado, pero para ello era necesario descontaminar el suelo del poblado de Rioseco, integrado por cinco edificios, de los que cuatro ya han sido restaurados. Además, el núcleo industrial, clausurado en 1960 tras ser explotado por una compañía inglesa, mantiene restos del lavadero, del centro de transformación y de las caballerizas, con la estructura de la chimenea casi intacta. “El potencial turístico es enorme”, recalca la regidora.

Ana Díaz, ayer, caminando por el poblado de Rioseco. | Juan Plaza

Las tareas de descontaminación deben arrancar antes de finales de año. Los trabajos consistirán en la retirada y gestión externa del suelo “altamente contaminado”. Se calcula que habrá que retirar más de mil toneladas de tierra, encapsulando y sellando el espacio. El proyecto plantea igualmente desarrollar actuaciones auxiliares de importancia, como la estabilización de las escombreras existentes, la adecuación de piezómetros de muestreo para el seguimiento futuro del estado del entorno y la recuperación ambiental del emplazamiento, en el que “se asegurará en patrimonio industrial existente y se adecuará el espacio mediante siembra de pradería, plantación de árboles, conducción de aguas superficiales, y recuperación de caminos interiores y de acceso”.

El milenario enclave que conforma el conjunto Rioseco-Texeo salta en el tiempo y en altura conformando capas de rica herencia minera y natural. El subsuelo estuvo explotándose, en fases, desde hace 4.500 años, cesando definitivamente la actividad en 1960. Los vestigios más recientes, los del poblado de Rioseco, han sido parcialmente rehabilitados, con la construcción de un erguido mirador que desafía a la gravedad. Remontando las cuestas del Aramo con una caminata de no menos de hora y media, el visitante se encuentra, al abrigo calizo de la sierra, con las minas de Texeo. “En su momento se encontraron hasta esqueletos prehistóricos, pero casi todo se lo han llevado”, lamenta Sebi Alonso.

Las minas de Texeo

Con todo, y pese al expolio, esta milenaria red de túneles, algunos de ellos con suficiente diámetro para dar cabida a un autobús de dos pisos, tiene un incalculable potencial turístico. “Una de las ideas que barajamos es habilitar en el poblado una especie de centro de recepción. A partir de ahí se puede ofrecer una visita a la mina prehistórica e incluso hacer rutas hasta el Angliru”, indica la alcaldesa, Y es que la cercanía del popular puerto ciclista conforma un paquete recreativo de indudable atractivo. “La minería ya no volverá y debemos asumir que el turismo es uno de los sectores que tenemos que saber rentabilizar”, subraya Ana Díaz.

“Este enclave es un gran desconocido. Incluso hay vecinos del concejo que nunca lo han visitado”, asegura la regidora Riosa. El desconocimiento, en este caso, resulta difícil de explicar. Texeo fue redescubierto en 1888. El ingeniero belga Alejandro Van Straalen descubrió por casualidad las milenarias minas de cobre y, junto a otros cuatro socios, creó la empresa Minas del Aramo para explotarlas. En 1893 se iniciaron las obras del poblado de Rioseco, al pie de las minas de montaña, y cuatro años después se constituyó la compañía The Aramo Cooper Minas Ltd., de capital inglés, que dio el impulso definitivo al proyecto y dejó su huella en el poblado, construido al más puro estilo británico.

En su momento, el Ayuntamiento compró los terrenos. En 2015 se invirtieron 150.000 euros en la construcción de una pasarela de unos 25 metros que finaliza sobre una estructura volada, dando forma a un mirador. Además, los fondos también sirvieron para adecentar una de las bocaminas, haciéndola visitable para los turistas, algo que será viable tras la descontaminación. Previamente se habían rehabilitado cuatro de los inmuebles. Ahora se gastarán 1,2 millones en la descontaminación.

“Lo lógico hubiera sido, en su momento, haber obligado a los anteriores dueños a descontaminar el suelo y ahora podríamos emplear el dinero en poner en marcha un proyecto de uso. Pero no hay que mirar atrás y toca aprovechar esta oportunidad para sanear el terreno y despejar el camino a iniciativas lúdicas y culturales”, recalca la regidora.

Los vecinos están convencidos de que si el Ayuntamiento consigue dar a conocer el enclave, los visitantes se agolparán en el Aramo. Sebi Alonso es quien mejor conoce las tripas de Texeo. Las visita alrededor de una docena de veces al año. Se ha adentrado infatigablemente en su red de túneles hasta dar forma a un mapa mental infalible: “Las galerías son interminables. Hacer todo el recorrido puede llevar algo más de dos horas y media”, reseña. Dominar este laberinto ha requerido de la pasión de un minero jubilado fascinado por la actividad. “Claro que puede uno perderse. Yo cuento con la ventaja de mis años de profesión y de saber orientarme bastante bien”.

El interior de la mina Texeo está lleno de piedras de azurita. El acceso al llamativo mineral formado por el cobre está de momento restringido a quienes conocen la zona y se adentran en el Aramo en su búsqueda. Durante décadas el acceso a la explotación ha tenido que hacerse a través de un contaminado paso con altos niveles de, por ejemplo, metales nocivos como arsénico, níquel, cobalto, cinc, plomo o cobre. Pronto el paso quedará expedido para el aprovechamiento turístico.