Cuarenta años atrás yo era una persona con la adolescencia recién estrenada que cada mañana iba a comprar LA NUEVA ESPAÑA al kiosco de Boo. Luego nació la edición de las Cuencas. Sin más apellido, porque Cuencas en Asturias sólo hay unas. La edición sigue viva un cuarto de siglo después, así que felicitar a los responsables de este logro es lo primero que quiero hacer.

Con motivo de este aniversario el periódico ha tenido la gentileza de invitarme a que escriba sobre el futuro de las Cuencas. ¡Un reto clásico! Muchas personas llevan pensando sobre ese porvenir demasiados años. Tantos, que ya empiezo a pensar si ese futuro no será un señuelo que precisamente se plantea con el fin de evitar afrontarlo.

Hace tres años fue la última vez que públicamente compartí mi visión sobre esta cuestión. Dije entonces que estoy convencido de que las Cuencas pueden tener futuro. Repito: pueden tener futuro. Lo tendrán sólo si quiénes están implicados y tienen responsabilidad directa en su diseño piensan que puede tenerlo; si se produce un movimiento activo y eficaz que permita pergeñar y desplegar las bases sobre las que cimentarse; y si se trabaja duro para conseguirlo.

Las Cuencas no son el único territorio que se ha visto abocado a la transformación. Otros muchos han pasado antes por situaciones similares. Unos han conseguido superarlos. Otros no. Entre los primeros, hay un triángulo común que podría clasificarse como virtuoso: saber qué se quiere hacer (proyecto), involucrar a todos los afectados para sacarlo adelante (consenso) y liderazgo.

Sucedieron muchas cosas en aquel 1981. Entre otras, que se firmó el primer contrato-programa de Hunosa, que entonces daba empleo a 22.600 personas. Ya preocupaba el futuro de la empresa con la entrada de España en la CEE a la vista. Es decir, ya se temía por el futuro de las Cuencas. Tanto, que dos contratos-programa más tarde se incluyó directamente en el concepto en el enunciado: “Plan de futuro y contrato-programa 1987-1990”.

Después hemos visto muchos más planes de empresa, de reconversión o de ajuste de Hunosa; aderezados con Fondos Mineros y otros aditamentos. ¿Cuál ha sido el resultado? La plantilla ha menguado hasta poco más de 600 personas (sigue siendo uno de los mayores empleadores de Asturias). Pero la población de las Cuencas cae en picado y está envejecida; la tasa de desempleo es de las más altas de Asturias; la producción por habitante está por debajo de la media regional; la renta per cápita y el consumo caen; y, en general, los principales indicadores económicos apuntan al declive.

Entonces, ¿de qué depende el futuro de la Cuencas? No sé contestar a esa pregunta. ¡Y bien que me gustaría! Pero sí estoy seguro de cómo no habrá ninguno: apostando por las mismas actividades y formas de hacer de siempre. El reto fundamental es adaptarse. Adaptarse al mundo en que vivimos.

Hay que hacerlo incorporando a los recursos, conocimientos y capacidades de los que ya disponemos nuevas técnicas, herramientas y oportunidades que el momento actual nos brinda. También apostando por actividades novedosas que tengan demanda y capacidad de crecimiento. No estoy diciendo con ello que se abandonen las tradicionales, pero es necesario encontrar un adecuado equilibrio entre lo de siempre, que hace de colchón, y lo nuevo que abre nuevas posibilidades de progreso.

Hay que relacionarse más, aprender mejor, experimentar, asociarse y plantear proyectos que puedan ser desarrollables en ese pequeño territorio. Sin miedo al error, porque algunas propuestas saldrán mal, pero muchas seguro que serán exitosas.

Otra de las ideas que coadyuvarán a alcanzar ese futuro es apostar decididamente por lo nuestro. Es importante atraer inversión exterior. Pero tanto o más decisorio es cuidar el tejido que ya existe e impulsar que se generen nuevas actividades por los de aquí. Para ello hay que mimar al emprendedor y al empresario. Son el porvenir de las Cuencas y, por tanto, debe conseguirse que los elementos necesarios para crear y mantener una empresa sean amigables y accesibles.

Son algunas ideas que pueden contribuir a un cambio de mentalidad y de forma de actuar que pueden impulsar las Cuencas hacia su futuro. Porque de no dar ese salto, la única alternativa es ir apagándose más o menos dulcemente.