Las comarcas mineras se encuentran en pleno proceso de transición justa, buscando un horizonte de prosperidad social, económica y ambiental hasta ahora incierto. Los sindicatos mineros aportaron, hace ya 20 años, la primera piedra de una transición visionaria con la construcción de un Campus universitario especializado en la gestión de los recursos naturales y al que, tras el primer decenio, se incorporó la ingeniería civil, maridando a la perfección con el espíritu científico y formador de la academia mierense. Fue una apuesta por el conocimiento como motor de desarrollo de las cuencas mineras.

Los años no han pasado en balde y en Mieres se han consolidado grupos de investigación de alto nivel científico y con mejor potencial, pujantes en el ámbito de las materias primas, la energía limpia, la bioeconomía, los servicios ecosistémicos, la gestión forestal, la restauración ambiental, el análisis digital del territorio o las infraestructuras verdes, entre otros; y todo ello engarzado por el hilo conductor del Programa de Doctorado en Ingeniería de los Recursos Naturales (DIRENA), que ha propiciado un gran impulso para nuestra comunidad científica.

El futuro es prometedor para el Campus y sus investigadores, y por ende para las cuencas mineras. Pero también para todas las profesiones que en él se integran, pues absolutamente todas tienen un papel protagonista en el proceso de transición justa que vivimos.

Así, la Ingeniería de los Recursos Mineros y Energéticos hereda la tradición formativa minero-metalúrgica de las cuencas mineras asturianas, que tiene sus raíces en la misma revolución industrial. Las fábricas siderúrgicas asturianas (Mieres 1844, Langreo 1857, Quirós 1860), y las minas de las materias primas correspondientes, justificaron la creación en 1854 de la Escuela de Capataces Mineros de Mieres, primera escuela de ingeniería en la región y tercera escuela de enseñanza de la minería en España. Aunque el pasado no justifica el futuro, no cabe duda que la necesidad de producción de materias primas minerales de forma más sostenible, tanto de origen primario como secundario, seguirá siendo una actividad esencial para nuestra sociedad, base de numerosas cadenas productivas, junto con las que deberá desarrollarse para superar los retos de la digitalización, la circularidad y la sostenibilidad, tal y como refleja la Estrategia de Especialización Inteligente de Asturias.

La gestión de la información geográfica mediante tecnologías de la información y la comunicación ha sufrido una transformación radical en las últimas tres décadas, motivada en gran medida por el hecho de que gran parte de la información que utilizamos está ligada a su localización geográfica. Los sistemas de posicionamiento por satélite, la teledetección y la fotogrametría con drones, el escaneado láser o los sistemas de información geográfica son tecnologías de la Ingeniería Geomática aplicables en navegación autónoma, gestión del territorio y de los recursos naturales y mineros, agricultura de precisión, seguimiento y control de infraestructuras, catastro, patrimonio, etc. Su enorme versatilidad confiere a los estudios de Ingeniería Geomática en Mieres un papel como dinamizador de las comarcas mineras y son claves en áreas como la logística, la seguridad y el análisis de datos.

Si hay un reto común a todos los habitantes del planeta es la consecución de los Objetivos de Desarrollo Sostenible. En ellos encontramos retos capitales como la gestión eficaz e inclusiva del territorio y las ciudades, el uso responsable del agua, el cuidado de los mares y sus recursos, la implementación de aprovechamientos energéticos sostenibles, el desarrollo de estructuras e infraestructuras resilientes capaces de reducir la huella ambiental; todos ellos son materias centrales para la Ingeniería Civil y la Ingeniería de Caminos, Canales y Puertos.

Por último, el siglo XXI, con sus crisis climática y pandémica, ha conseguido que volvamos a mirar hacia la Naturaleza como parte esencial y activa de la sociedad. Hemos pasado del modo contemplativo y estático del Paraíso Natural, a ver en el monte una fuente de recursos inagotable por su carácter renovable. La calidad del aire y del agua, los bosques como sumideros de CO2 o la madera como esencia de la sostenibilidad forestal son, por ejemplo, una buena parte de la contribución de la Ingeniería Forestal y del Medio Natural al desarrollo de las comarcas mineras, freno del proceso de despoblamiento que padecen.