Mi primera idea para escribir estas líneas era trazar una semblanza de lo que podría ser El Entrego dentro de 25 años. Me parecía sencillo, ya que partía de un buen conocimiento de dos cosas que seguramente ayudarían: el sitio, que me vio crecer desde 1965, y la tecnología, en la que trabajo desde 1988. Si conoces el sitio y conoces una de las áreas que más han impulsado a la Humanidad, se podrá aventurar dónde nos podríamos encontrar los entreguinos en 2046, ¿no? Incluso más: pintar a dónde queremos ir.

Bueno, pues no es tan fácil. Poner, me puse a ello, os lo digo de verdad. Pensé que lo mejor era hacer el repaso de problemas, carencias…, en fin, cosas que si se analizan y se mejoran, seguramente nos llevarían hacia una situación mejor. Ya os imaginaréis lo que sale: disminuye la población, envejecen los que se quedan, hay paro por encima de la media europea (y entre los jóvenes muy muy por encima), las comunicaciones son mejorables, la renta media bajará según desaparezcan los euros de las prejubilaciones y estas se conviertan en jubilaciones o en nada. Para qué seguir. Todo es bastante conocido.

Después de este repaso, manos a la obra y a pensar qué se podría hacer en los próximos 25 años, al menos desde mi punto de vista. Y sí que salen cosas, claro. A mí me salen cuatro ejes sobre los que trabajar: modernizar hasta el extremo las comunicaciones y las telecomunicaciones, formar hasta el extremo a nuestros niños y jóvenes, mejorar hasta el extremo la habitabilidad y el medioambiente, y facilitar hasta el extremo la creación y la puesta en marcha de empresas (da igual el capital de dónde sea). Sé que no es tan simple como dejarlo todo en manos de estos cuatro asuntos “extremos”, pero podría ser un buen punto de partida.

Con todo ello en la coctelera, quería imaginar un buen año 2046. Con mis cuatro ejes a tope, deberíamos llegar a algo guapo para El Entrego. Una situación en la que seríamos, en una Asturias más piquiñina, un estupendo barrio acomodado de la Ciudad Astur. Y muy agradable para vivir. A cinco minutos del centro de Oviedo o del de Gijón, en algún medio de transporte proyectado por un ingeniero de Bédavo (uno que fichó Elon Musk en 2030 y que nunca dejó de vivir en Bédavo, porque el 7G llega hasta el último recoveco de El Entrego). Que no es que nos vaya a hacer falta ir a Oviedo o a Gijón para nada particular, eh, pero siempre ayuda, y, por otra parte, desde allí llegaríamos a Madrid en 40 minutos o a Roma en hora y algo. Por lo mismo: porque siempre ayuda. Porque cuanto más pequeño sea el mundo, mejor para El Entrego.

La cosa podría ser, claro que podría ser. Si no fuera por nosotros. Por los seres humanos, digo. O sea, para conseguir esto en 2046, habría que alinear muchos esfuerzos, desde muchos sitios. Y los humanos somos malos en esto. Y especialmente malos unos humanos que nos condicionan terriblemente: los políticos. Que hacen falta, eh, no digo yo lo contrario, pero muy buenos. Y no abundan. Y, claro, esto retrasa todo.

La prueba del nueve: cuando yo era un guaje, pongamos 1970, ya se veía venir que el monocultivo de la minería del carbón no iba a deparar un buen futuro. Ya se hablaba de planes: reconversiones, que llegarían; reindustrializaciones, que no llegaron; y todo lo demás (comunicaciones, medioambiente, …). Pasaron casi 25 años y cerraron el Pozo Venturo y el Pozo Entrego (en 1990 y 1993). Siguió habiendo planes. Otros 25 años y cerró el Pozo Sotón (en 2014). Y El Entrego se quedó a cero en empleo minero.

Así pues, para mí se pueden conseguir cosas interesantes como las que contaba, lo creo de verdad. Y ese futuro me gusta para El Entrego. Y me gustaría verlo. Pero no nos da con 25 años. Necesitamos 50 (como poco). A ver si veo ese El Entrego 2071. Ya me conformaría :-).