No sé cuándo se planteó por primera vez. Puede que en la segunda mitad del siglo pasado, cuando ya empezaba a intuirse el declive de la minería. Desde entonces, no ha dejado de repetirse. Pienso que a mí me ha acompañado toda la vida, desde la niñez; desde luego, toda mi vida política.

¿Adrián, tú crees que las Cuencas tienen futuro? Todas las ocasiones he respondido que sí. Por razonamiento, por convicción y hasta por obligación moral. Alguien que ha sido alcalde de Laviana durante nueve años y que continúa viviendo en Pola de Laviana no puede contestar otra cosa. Sería como renegar de mi vida y traicionar mi patria.

Pero entiendo que a los lectores de la edición de LA NUEVA ESPAÑA de las Cuencas, sobre la que sigo salpicando el café de cada mañana, no les interesan mis razones sentimentales ni políticas. Querrán asideros más sólidos. Intentaré proporcionarlos, pero antes es necesario un compromiso previo: no imaginemos las Cuencas del futuro –dentro de 25, 50 años, da igual– como lo que fueron, un concentrado fabril edificado casi en exclusiva sobre la minería.

Recordemos ese pasado, preservemos su patrimonio –en sentido amplio, incluido el cultural, porque las cuencas también son una identidad colectiva–, pero esforcémonos en pensar un futuro distinto donde el desarrollo de los avances tecnológicos, la implantación de empresas innovadoras, el atractivo de los espacios naturales y el turismo activo tengan cada vez mayor fortaleza.

La reconstrucción de la estación invernal de Pajares, cofinanciada con fondos mineros, es un ejemplo al que se pueden añadir los planes para Fuentes de Invierno o el potencial turístico del Alto Nalón, con el Parque Natural de Redes como una joya –digamos que una esmeralda, que el color lo merece– de la corona, así como el proyecto lavianés de los senderos del carbón. La consolidación de Thyssenkrupp en Mieres, el refuerzo de Bayer en Langreo, la ciudad industrial de Valnalón, la inclusión de nuevas titulaciones en el Campus de Mieres o el Centro de Nanotecnología y Nanomateriales de El Entrego ayudan a componer cuál será ese nuevo paisaje de las cuencas.

Me quedo corto, lo sé. Alguien echará de menos grandes anuncios. Por supuesto, Hunosa tendrá que desempeñar otras labores y tener futuro, relacionado con el desarrollo de energías limpias (pensemos en la geotermia, el fruto que ya está dando), el cierre de térmicas tendrá que ser compensado y el aprovechamiento de los fondos europeos habrá de incluir, necesariamente, proyectos que repercutan a favor de las comarcas mineras. Todo eso es necesario, por descontado, pero insisto: a la hora de pensar en el porvenir de las Cuencas, arrumbemos las postales de antaño. Los niños de humo de Aitana Castaño y Alfonso Zapico seguirán ahí, revoltosos y chillones con sus juegos en la calle, añorados y entrañables, como un recuerdo de los valores comunes que nos unen.

Serán unas Cuencas distintas, claro. Mucho más diversas en su estructura económica, recuperadas medioambientalmente, bien conectadas con esa doble conexión física y digital que ahora es imprescindible y con un urbanismo más amable. Serán, como reclamamos para toda Asturias, un buen sitio para invertir y un excelente lugar para vivir.

Todo lo que acabo de describir está al alcance de la mano. He procurado evitar cualquier ensoñación utópica, el enunciado de alguna promesa imposible o de proyectos grandilocuentes. Si repaso lo escrito, no encuentro nada que o bien no esté ya en marcha o bien pueda ser realizable a corto plazo. Para lograrlo, diría que sólo hace falta mantener el rumbo durante los próximos años, que serán decisivos en esa transformación, con el mayor grado de unidad política, social y sindical, posible. Las cuencas ya han pasado los peores episodios de la desindustrialización; ahora toca asentar su porvenir. El futuro es nuestro destino.

Esas son las Cuencas que imagino dentro de otros 25 años. Si la salud me acompaña, ahí seguiré. Aspiro a vivir mi vejez en esas nuevas comarcas mineras, en mi Laviana natal, preocupándome de no salpicar con el primer café de cada mañana las páginas de LA NUEVA ESPAÑA de las Cuencas. Muy feliz aniversario.