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El insólito error que dejó a dos vecinos con un único contrato de la luz: cuando uno se da de alta, el otro queda sin servicio

Un fallo administrativo dejó a dos vecinos de Turón sin suministro continuado durante cinco meses

El error que dejó a dos vecinos de Turón con un único contrato de la luz

El error que dejó a dos vecinos de Turón con un único contrato de la luz

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El error que dejó a dos vecinos de Turón con un único contrato de la luz C. M. Basteiro

Un “plot twist” en toda regla. O, en castellano, un giro de la trama totalmente inesperado. Como el que hubo en la historia de la familia de Ramiro Dosantos. El turonés llevaba desde enero denunciando “cortes en el suministro de la luz”. Llegó a estar una semana sin servicio porque, pensaba él, alguien le estaba haciendo “una jugarreta” y dándose de baja en su compañía. Resultó que no era así. El Ayuntamiento de Mieres, por error, dio sus datos del suministro a una nueva vecina del mismo barrio: María Soledad Fernández. Cada vez que ella intentaba dar de alta el servicio, él se quedaba a oscuras. Ahora han conseguido arreglar el tema eléctrico, pero aún tienen que solventar el suministro del gas.

“Ha sido una situación muy desesperante y nos fastidia mucho que ningún responsable municipal se haya puesto en contacto con nosotros, aunque sea para disculparse. La que se ha portado genial es Trini, de Vivienda, nos ha apoyado mucho”, afirmó Dosantos.

Primero, la historia desde su punto de vista. Ramiro Dosantos lleva décadas viviendo en un piso del barrio de San Francisco en Turón. En enero, una noche que parecía tranquila, todo se quedó a oscuras. “La sorpresa fue mayúscula cuando llamé a la compañía eléctrica”, apunta. Le dijeron que alguien había dado de baja el servicio para cambiar la dirección del suministro. Había ofrecido su código CUPS (Código Universal de Punto de Suministro): los números que identifican cada contrato de suministro eléctrico. En esa casa hubo que reordenarlo todo. Durante los nueve días que estuvieron sin suministro, su hijo tuvo que ir a teletrabajar a la vivienda de un familiar. Dosantos pasaba el día con su mujer en casa de su suegra –que vive muy cerca– y el matrimonio volvía al piso para dormir. Con velas se alumbraban, y llenaban la cama de colchas y mantas para no pasar frío. Así, durante nueve días. Cuando le devolvieron el suministro, tras muchas llamadas y tonos de espera, decidió interponer una denuncia.

Solo sabía el nombre de la persona que le estaba “ocupando” el CUPS: María Soledad Fernández. Y aquí empieza su historia: “Llegué un día al piso de Turón, en el que aún no vivo por todos estos problemas que estoy teniendo con el suministro eléctrico, y tenía un aviso de la Guardia Civil”. Bajó de Turón al cuartel y lo que le dijeron los agentes la dejó pasmada: “Creían que estaba suplantando la identidad de Ramiro, pero se aclaró todo en el acto. Había sido un error administrativo”.

Maldito CUPS compartido. Lo siguiente que hizo Fernández fue pulsar el timbre de Ramiro Dosantos para disculparse. “Ella no tuvo ninguna culpa, la pobre. Lleva tirando por esto cinco meses, con una nena pequeña, además”, destacó él. La pequeña tiene veinte meses, toda ojos vivarachos, y está deseando estrenar su nueva habitación: “Nos mudaremos cuando por fin consigamos ya arreglarlo todo, ahora falta el gas”, señala ella.

Seguro que se arreglará rápido, porque las dos familias han pasado de las denuncias a apoyarse: “Soledad, ya sabes que puedes contar con nosotros para lo que quieras, no tengas problema”, se despide Dosantos a la puerta del piso del barrio San Francisco. Lleva una carpeta roja debajo del brazo, y bien abultada: en los últimos cinco meses, ha acumulado seis altas de la luz. Tantas como las que solicitó ella. A él le dejaban sin suministro, a ella nunca le daban de alta. Los dos a oscuras. Justo ayer, por fin, llegaron a casa de Soledad los técnicos para instalarle el servicio.

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