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Carlos quiere seguir siendo bombero: la lucha de un langreano por recuperar su plaza tras sufrir un accidente laboral

El trabajador del parque de San Martín afrontó por su cuenta la curación: "Para la mutua, somos números", afirma

Arriba, Carlos Costales con unos niños en uno de sus viajes solidarios. Debajo, el bombero langreano.

El langreano Carlos Costales tiene una bendita obsesión desde niño: ayudar a los demás. Por eso, cuando fue a la universidad, estudió Educación Social. Por eso, poco después se hizo bombero. Por eso, viajó a Grecia con sus medios para ayudar a los refugiados. Por eso, fue uno de los que intentó salvar a Eloy Palacio –bombero fallecido en el incendio de Uría–. “Tengo vocación desde crío”, afirma. Y le tiembla la voz.

Le tiembla porque, en la tarde de Nochebuena de 2017, su mundo cambió para siempre. Sufrió una caída en el parque de bomberos de El Entrego, se rompió la tibia y el peroné, y empezó la pesadilla: una operación de urgencia, pelea con la mutua, desfile de batas blancas. Logró recuperarse. Ahora denuncia que la mutua, con el respaldo de Bomberos de Asturias, le incapacitan y está a punto de perder la plaza que tanto peleó. “Estoy listo para volver, trabajo me ha costado”. Carlos quiere seguir siendo bombero.

Y, aunque no sabe de dónde saca ya las fuerzas, va a pelearlo. Tiene previsto intervenir en la Junta General del Principado para contar su caso. Empezará el relato en esa tarde de Nochebuena, el día que se le fracturó la vida: “La lesión que tuve, médicamente, se conoce como factura trialeolar”, explicó Costales. Tibia y peroné rotos, le operaron de urgencia porque el dolor era insufrible. No había hecho más que empezar.

Dolor físico y emocional. Porque, desde ese momento, mantuvo una lucha “constante” con la mutua. “He descubierto que, para la mutua, solo somos números”, señala, rotundo, con la vista clavada en el montón de papeles que dan fe de los últimos años. Poco tiempo después de la intervención, la mutua le llamó para que se reincorporara: “Yo entonces no podía trabajar, les pedí que buscaran una solución para curarme”. Pero no fue así.

Carlos quiere seguir siendo bombero C. M. BASTEIRO

Le trasladaron a Madrid para una artroscopia y, nada más salir de la anestesia, le pidieron que volviera en el tren. Los dolores seguían, su vida seguía atada a unas muletas. Buscó ayuda por su cuenta, consultó a los más reputados traumatólogos de España. El peor diagnóstico posible: la fractura había soldado mal, tenían que romperle el tobillo para reconstruírselo. Otra vez a vueltas con la mutua: “No se hicieron cargo de la operación, a la que finalmente decidí someterme. En este momento tenemos presentado un recurso en el juzgado para que se hagan cargo de los gastos médicos”. Son 17.000 euros.

Una batalla en una guerra que se le hace infinita. Esa operación fue como encender una vela en su mundo a oscuras: al fin algo de luz. Y a ella se agarró, con mucha rehabilitación por su parte, para salir adelante. Y lo consiguió: “Estoy bien. No soy el que era, pero quiero volver a mi vida”. No es tan fácil. Bomberos de Asturias tramitó su despido, según afirma, sin siquiera esperar los dos años de reserva de plaza. El caso también está a la espera de juicio. Recibió algunas llamadas de compañeros, de la entidad Bomberos de Asturias solo un breve aviso: que pasara por el parque a devolver su uniforme.

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