La pérdida de población parece un goteo incesante. Y eso se nota en las matriculaciones en los colegios, que ahora, los que no han cerrado, tienen muchos menos niños que hace un par de décadas. Sin embargo, todavía hay quien resiste al envite, e incluso lo doblega. Se trata del colegio público Teodoro Cuesta de Mieres, donde en los últimos cinco han pasado de 80 a 123 alumnos, es decir, un cuarenta por ciento más.
Juan Miguel Molinero es el director del centro, y la cabeza visible de un equipo en el que también quiere incluir a los padres y a los alumnos, “porque sin que ellos remen esto no iría a ningún sitio”. Cuando llegaron con su proyecto educativo al Teodoro Cuesta “había muchas cosas que hacer, y muchas cosas que mejorar”. Y las infraestructuras eran una de ellas. Ayer, la directora general de Planificación e Infraestructuras Educativas, Lydia Espina, recepcionó las obras realizadas en el centro, y que supusieron una inversión de 200.000 euros.
El objetivo fue el de construir una pasarela con ascensor, que conecta por el interior los dos edificios que integran el centro y mejora la accesibilidad de las instalaciones. Además, también se adaptaron los baños para el alumnado y el profesorado en ambos bloques y se ha facilitado la conexión exterior con una rampa. “La obra ayudará a que la comunidad educativa viva de una manera mucho más confortable”, aseguró Espina.
Pero uno de los secretos del crecimiento en las matrículas del Teodoro Cuesta está en su proyecto educativo. “Siempre dijimos que veníamos a quedarnos, no de paso, y a tirar por los críos de las cuencas”, señala Molinero. “En nuestro proyecto destaca la cercanía, empezamos a escuchar a las familias”, explicó el director. Como ejemplo, los “work café” que hacen con los padres para escucharles. También la apuesta por las nuevas tecnologías es otro pilar. Con estos ingredientes, el colegio público Teodoro Cuesta es el cole que mejor enfrenta el envejecimiento.
