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Obituario

A Mari Cabero, in memoriam

En recuerdo de Margarita Díaz, una lavianesa que continuó con una saga de emprendedores en el Alto Nalón

Con honda tristeza me llegó la noticia del fallecimiento de Mari Cabero en su domicilio de Laviana. Su tránsito al otro lado de la vida lo hizo con la mayor de las humildades, con la mayor discreción, como corresponde a quien sabe entender que lo importante no es que te vayas, sino lo que dejas.

Mari Cabero, junto con su marido, Manuel, perpetuó una casta de empresarios emprendedores de Laviana, cuya máxima siempre fue y es el trabajo, en el ámbito de la piscicultura (Piscifactoría del Nalón, Piscifactoría del Alba), que jamás deslocalizaron de Asturias pese a las sucesivas crisis, contribuyendo de manera directa a la economía de esta pequeña patria nuestra, y más concretamente la deprimida comarca del Alto Nalón.

De Mari puedo contar, como recuerdo entrañable de mi infancia, algún trayecto conduciendo ella un Citroën descapotable desde Soto de Agues a Pola de Laviana, en el esplendor de su juventud y contagiando su alegría de vivir con su parecido a Liz Taylor y su pañuelo a la cabeza, a modo de la película “Vacaciones en Roma”: todo el glamour de su época. Era principios de los 70.

Mari y su marido, Manuel, fundaron también a orillas del Nalón un complejo hostelero de nombre El Cañal, que generó empleo y fue importante punto de atracción de turismo en la zona de El Condado donde antes no había nada. No queda en lo meramente económico esta aventura que emprendieron a finales de los 70. El Cañal no sólo fue centro de atracción de turismo y lugar común de vecinos del propio El Condado que, pasando el puente sobre el Nalón, encontraban allí el calor de la camaradería. Mari y su marido hicieron también de El Cañal lugar de asiduas tertulias a las que acudían singulares personalidades de la Pola, siendo algunas de estas reuniones de contenido esencialmente poético, contando con la presencia de su cuñado Luis Martínez Estrada, poeta amateur que dedicó un entrañable libro de poemas a su fallecida esposa, Maxi, y Luciano Castañón, conocido escritor e investigador asturiano. Era a principios de los 80.

Tras una vida rica en vivencias y con el fruto de tus cuatro hijos, amén de nietos e incluso bisnietos, entiendo que te hayas querido marchar sin flores y en la más íntima intimidad. No creo, sin embargo, te será enojoso que quienes te han apreciado te dejen al menos testimonio de un emocionado recuerdo.

Hasta siempre, Mari.

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