La Nueva España

La Nueva España

Contenido exclusivo para suscriptores digitales

La huella de la mina: Polonia es el país que más se repite en el padrón de extranjeros

La población polaca residente en Langreo, que llegó al concejo para trabajar en los pozos, supone todavía un 15% del total de los inmigrantes

Un minero trabajando en el pozo Santiago (Aller) Miki López

Más allá de los castilletes oxidados, la actividad minera en las Cuencas ha dejado huella social. Buena prueba son los datos de vecinos extranjeros en el municipio de Langreo: es el único gran concejo de Asturias –así se nombran los municipios de Oviedo, Gijón, Avilés, Langreo y Mieres– en el que el principal país de origen de los vecinos inmigrantes es Polonia. Herencia de aquellos años de auge del sector que atrajeron a tantos mineros del este. Estaban muy preparados para el tajo, aquí tenían mejores salarios y se encontraron como en casa. Tanto, que hicieron de las Cuencas hogar.

En números. El municipio de Langreo, según el último balance del Instituto Nacional de Estadística (INE), cuenta con 1.033 vecinos empadronados de nacionalidad extranjera. Casi el 15 por ciento (154 vecinos) son de nacionalidad polaca. Una cifra seguida no muy de cerca por el segundo país de origen más repetido: Marruecos, con un total de 104 censados en Langreo (10%).

La explicación. Dice Benjamín Braga, presidente de la Asociación de Ayuda a Inmigrantes “Intervalo”, que “muchos de los trabajadores del Este que vinieron para la mina, trajeron a sus familias. Además, las segundas generaciones también se han quedado, por lo que siguen apareciendo en el censo”. La mayoría de los trabajadores del este de Europa llegaron desde Polonia y la República Checa. Este último país no aparece desglosado en el balance del INE, por lo que no es posible conocer el número de vecinos censados en el municipio actualmente.

Seguro que son muchos menos de los que había hace treinta años. Fue en los noventa cuando se produjo el “boom” de inmigración por la minería. Pero, no hace tanto, aún había muchos trabajadores extranjeros en los pozos de los valles del Nalón y el Caudal. Tantos como 435 en marzo de 2009, según informes oficiales. La cifra empezó a caer con fuerza, al mismo ritmo que decaía el sector: en marzo de 2011 (solo dos años después), la cifra se había reducido ya en un 27 por ciento.

A la caída de esa inmigración laboral en concreto, se suma una tendencia a la baja desde la llegada de la crisis económica. En 2011, había más de 1.300 vecinos de nacionalidad extranjera. Polonia estaba ya a la cabeza, seguida por Portugal y Rumanía. “Muchos de esos inmigrantes se fueron, al empeorar la situación en las Cuencas, en busca de mejores oportunidades”, explica Benjamín Braga.

Los países de América Latina –en conjunto– son los que más vecinos inmigrantes aportan ahora al padrón. Colombia suma 80 vecinos, siendo el país latino que más se repite, seguido por Paraguay y Cuba. “En los últimos meses, antes de la crisis sanitaria del covid-19, estábamos recibiendo personas migrantes de países como Venezuela y Nicaragua”, explicó Benjamín Intervalo. Durante el covid-19, la entidad suspendió la actividad presencial. Siguió atendiendo consultas telefónicas.

“Las que más se repetían eran sobre los problemas para la solicitud y concesión del asilo político”, explicó el presidente de Intervalo. Desde su punto de vista, “se dejó un poco abandonado este resto, se tuvieron que dedicar los esfuerzos a la lucha contra el covid-19... Aunque es comprensible, entendemos que no podemos dejar abandonadas a las personas que están esperando por regularizar su situación”.

La entidad recuerda que éste es un paso “imprescindible” para poder trabajar legalmente y, por lo tanto, mejorar la calidad de vida. “Tenemos que recordar siempre, en tiempos de pandemia y en tiempos de normalidad, que todos somos personas con los mismos derechos. No importa el acento ni el color de la piel”, concluyó Braga.

Compartir el artículo

stats