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Una lenense de 88 años y enferma de cáncer subsiste sin electricidad en casa

La compañía cortó el suministro a María Luisa Morán por un error en el contrato: “Perdí todo lo que tenía en la nevera, hasta mis medicinas”

María Luisa Morán Fueyo saca la comida de la nevera para tirarla, tras cuatro días sin suministro eléctrico. | C. M. B.

A María Luisa Morán Fueyo, lenense de 88 años y paciente de cáncer, el mundo se le ha vuelto oscuro. No es metáfora: desde hace cuatro días, por un error en la tramitación de una baja, no tiene suministro eléctrico en su céntrico piso de la Pola. Las horas pasan lentas, no puede ni ver la tele, y la pensión vuela: ha tenido que tirar comida, tendrá que viajar a Mieres a por una medicación que se estropeó en la nevera y tiene pendiente tramitar un alta desde cero. “Esto no pueden hacérselo a alguien como yo, una persona mayor que está sola. Estoy dispuesta a denunciar”, afirma.

“Este sol que entra es la única luz que he visto en los últimos días. Todo empezó en la madrugada del martes”, explica. Lo sabe a ciencia cierta porque estuvo viendo la televisión hasta las nueve de la noche, el lunes. Cuando se levantó al servicio, en torno a las cinco de la mañana (ya del martes), no había suministro: “Me llevé un susto, revisé que tuviera todos los pagos al día”.

Todo estaba en orden. Sobre la mesa del salón, muestra los recibos de los últimos meses. Su amiga y vecina, María Jesús Luna, la ha acompañado en estos momentos tan complicados: “La comida que tenía en la nevera empezó a oler, y ahora estoy preparándome para tirarla”, afirma, mientras trajina despacio por la cocina. Todo lo que prepara estos días, lo hace en un hornillo de gas que también ha tenido que pagar: “Esto ha supuesto un gasto, y por eso lo reclamaré con una abogada”.

Lo que no podrá reclamar son esos largos ratos en los que se siente sola: “Antes ponía la tele y me hacía un poco de compañía. Yo casi no puedo salir, porque estoy mala, y lo único que tengo son los ratinos de conversación con María Jesús”. A ella le agradece su ayuda. Al Ayuntamiento, que le ofrecieran una cama en la residencia Canuto Hevia o en otro lugar que estuviera al alcance de la Administración local. De momento, dice María Luisa, prefiere estar en casa.

Aunque sea a oscuras. De los trámites con las eléctricas, poco ha sacado. Su compañía actual le dice que alguien tramitó la baja, pero que es imposible saber quién. Del suministrador sabe que su número CUP (una suerte de matrícula para los contratos de compañías eléctricas) está a su nombre, pero asignado a otra persona que se ha mudado. Un caso similar ocurrió, hace unos meses, en Turón. María Luisa despide a las visitas y se sienta en el sofá, que da a la ventana. Mira el día pasar. Quiere aprovechar al máximo las horas de luz.

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