Aniceto Marinas (Segovia, 1866-1953) es uno de los grandes escultores de principios del siglo XX. Obra suya es el Monumento a Velázquez, dedicado al maestro de la pintura universal y que adorna la entrada principal al Museo del Prado. Otro gigante, en este caso heredero y valedor del mayor emporio industrial surgido de la conservadora restauración monárquica del XVIII, fue inmortalizado por el demandado artista. Se trata de Claudio López Bru, marqués de Comillas. En este caso, el preciado monumento da la bienvenida a los visitantes del poblado minero de Bustiello, el legado más valioso que el paternalismo industrial promovido por la Hullera Española ha dejado en Asturias.

La restauradora Natalia Díaz-Ordóñez, durante los trabajos.

El Ayuntamiento ha dado por culminada la restauración de la emblemática estatua en honor al fundador del poblado minero, declarado Bien de Interés Cultural (BIC) en el año 2017. Los trabajos fueron encargados a Natalia Díaz-Ordóñez Melgarejo, graduada en Conservación y Restauración de Bienes Culturales. La actuación ha sido muy completa y se ha desarrollado de manera especialmente cuidadosa. Incluyó la limpieza y la eliminación de materia orgánica, que deslucía la estatua. También se desengrasaron y sellaron las grietas y desplacaciones. Además, los trabajos se completaron con la reubicación de las letras que habían desaparecido y el tratamiento de las originales.

Sara González, trabajando en la restauración del busto de Claudio López Bru que corona la escultura.

“Nuestro trabajo, como siempre, se inició con la recogida de datos sobre la historia, el material compositivo de la obra y el material de alteración, así como el estudio de las causas de los deterioros producidos”, explica a Natalia Díaz-Ordóñez. El monumento se compone de un busto en bronce del marqués de Comillas y un pedestal que representa a un minero. El modelo original fue un capataz de la empresa llamado Miguel del Entrebú, que dejando su linterna, pico y pala levanta los brazos ofreciendo a su patrón un ramo de flores. “Se trata de una obra representativa de su tiempo. Sin duda es una obra de arte de gran valor que, además, está ubicada justo donde debe”, destaca la historiadora del arte, María Fernanda Fernández, responsable del centro de interpretación del poblado minero.

El trabajo de restauración ha permitido que la casi centenaria escultura vuelva a lucir jovial. “Es una pieza fantástica”, destaca la restauradora. “Es una pena que la mayor parte de la sociedad asturiana desconozca la existencia de esta gran obra de arte, que además refleja los valores de su tiempo, ya que cuando escoges a quién quieres recordar y le das un lugar privilegiado están proponiendo un modelo y ese concepto de fondo es muy interesante”, subraya María Fernanda Fernández. Y añade: “Aquí se intentó destacar la relación entre trabajador, patrón y la Iglesia”.

Conservación

El estado de la piedra, tras su limpieza, reveló serios problemas de conservación. “Había partes desprendidas, grietas de considerable entidad, desplacaciones y una gran descohesión del material”, apunta Díaz-Ordóñez . El pedestal se tallo en una piedra blanca, calcarenita trasladada de Novelda. “Es lógico el desgaste si tenemos en cuenta que la climatología de Alicante y la de Bustiello son bastante dispares”, subraya la restauradora. “La escultura no tiene protección ninguna frente al viento, la lluvia y la humedad constantes y su estado de conservación era bastante crítico. Por ello, el interés demostrado por el Ayuntamiento de Mieres para con su patrimonio ha sido clave, ya que unos años más y las lesiones hubieran sido muy severas”.

El autor elegido hace un siglo para el desarrollo de la obra, Aniceto Marinas, fue junto a Mariano Benlliure uno de los mejores escultores de su tiempo. “No podía ser de otro modo para efigiar al mayor empresario de la España del primer cuarto del siglo XX”, advierte Díaz-Ordóñez. María Fernanda destaca que “todo está muy bien medido y encaja de manera perfecta, por lo que yo creo que se trata de un elemento de enorme relevancia, cargado de significado sin dejar de ser artísticamente excepcional”.

El grueso de los trabajos de restauración se desarrollaron entre abril y junio. Codo con codo con Natalia Díaz-Ordóñez trabajó Sara González Curto, contando con el apoyo de otras restauradoras como Cándida Bermejo Palomino y Rosana García Álvarez. El resultado ha permitido rescatar del menoscabo unas de las principales obras de arte que atesora la comarca del Caudal. El objetivo es que siga dando la bienvenida en Bustiello durante al menos otro siglo.