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La obra para evitar goteras en el refugio de Brañagallones se iniciará en septiembre

La reforma integral del tejado se hará con placas de chapa galvanizada de hasta once metros que será necesario trasladar en helicóptero

Cubierta del refugio de Brañagallones, tras sufrir los últimos desperfectos por los temporales.

La reparación integral del tejado del refugio de montaña de Brañagallones, uno de los emblemas del parque natural de Redes, comenzará en septiembre. La actuación permitirá acabar con los problemas de humedades y goteras que sufre el inmueble, así como mejorar la climatización, mediante la utilización de materiales aislantes. La previsión es utilizar paneles de chapa galvanizada, que probablemente tendrán que ser trasladados hasta el refugio en helicóptero, dadas sus dimensiones, según indicó a este diario el guarda de la instalación, José Manuel Prado.

El Principado, propietario del edificio, ya había anunciado la pasado primavera su intención de acometer la renovación total del tejado para solucionar “los problemas que eventualmente están surgiendo causados por la antigüedad de la cubierta, así como por los temporales de viento y nieve”, indicó entonces la consejera de Cultura, Política Lingüística y Turismo, Berta Piñán, en respuesta a una pregunta del portavoz de Foro.

La idea es asumir una “reparación integral del sistema de tejado, es decir tejas, impermeabilización y estructura soporte (rastreles) incluidos, así como ventilaciones, chimeneas y ventanas oscilobatientes tipo ‘velux’ en mal estado”. La estimación era ya entonces ejecutar la obra este año. No se contemplaban más actuaciones previas al desarrollo de este proyecto de reparación integral, “dado el bajo riesgo a corto plazo por filtraciones de agua importantes hacia el interior del edificio principal”.

La obra tendrá una duración de unos dos meses aproximadamente y se acometerá en una semanas. “La idea que tenían era empezar en septiembre o en octubre, para dejar pasar el verano pero sin meternos ya en el invierno”, explicó el guarda del refugio. “Las tareas se irán al mes y medio o los dos meses de duración. Todavía no sé si podremos seguir abiertos los fines de semana mientras duren los trabajos o mantener partes del edificio abiertas. Es algo que habrá que valorar en detalle”.

La cubierta actual de Brañagallones se encuentra muy deteriorada y causa problemas en el día a día del equipamiento. “Hay goteras y, debido a la falta de aislamiento, hace que la parte alta del edificio acumule mucho calor en verano y frío en los meses de invierno”, expuso el responsable de la gestión del refugio, que también aludió a los materiales que se prevén emplear. “Hay dos opciones: pizarra y chapa galvanizada. Al final parece que se va a optar por esta última porque es la que mejores condiciones ofrece de aislamiento y durabilidad. Se trata de una obra muy necesaria para mejorar las condiciones del inmueble”, apostilló Prado.

El traslado de los materiales hasta el refugio, al que se accede a través de una pista forestal, será todo un reto. “Se trata de piezas bastante voluminosas, algunas de ellas de unos once metros, según tengo entendido, por lo que sería muy difícil pasar por algunas de las curvas de la pista. Lo que se está valorando es que el transporte de esas estructuras se haga en helicóptero”.

Brañagallones también está pendiente de un proyecto de mejora energética. El refugio aspira a lograr fondos dentro de los convenios de transición justa con financiación europea para llegar al autoconsumo mediante el uso de fuentes renovables. Ese es el proyecto que el Principado ha solicitado al Ministerio de Transición Ecológica y el Reto Demográfico. Prado señaló que “es una iniciativa prioritaria para nosotros pero todavía no nos han concretado nada; el consumo actual que supone el mantenimiento de los generadores es muy elevado”.

El refugio de Brañagallones había funcionado previamente como parador. El Principado desembolsó 1,1 millones de euros (más una cantidad similar para mejorar el acceso) para que abriese sus puertas en agosto de 2006 como hotel, después de 14 años cerrado. Los fallos en el sistema eléctrico y el deterioro del tejado provocaron que estuviese varios años cerrado. La empresa que gestionaba el complejo demandó al Principado que solventase los desperfectos. Funcionó durante cuatro años hasta que una avería eléctrica truncó su camino.

En 2016 reabrió como refugio gestionado por la Federación de Montaña de Asturias.

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