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Científicos del Mieres descubren nuevas especies de aves en Canarias, Azores y Madeira

Los ornitólogos solo diferenciaban hasta ahora un único tipo de pinzón vulgar, cuando en realidad existen hasta cinco clases diferentes

El investigador del Instituto Mixto de Investigación en Biodiversidad (IMIB), Juan Carlos Illera, con el Teide al fondo.

El remozado Instituto Mixto de Investigación en Biodiversidad (IMIB), con sede en el edificio de investigación del campus de Mieres, ha presentado su primer descubrimiento bajo esta nueva denominación. Y es que hasta ahora se consideraba al pinzón vulgar como una única especie animal. Sin embargo, los investigadores del IMIB –formado por la Universidad de Oviedo y el Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC)– han descubierto que el pinzón esconde, en realidad, hasta cinco especies distintas. Éstas se encuentran localizadas en Azores, Madeira, Canarias, Eurasia y el Norte de África. El hallazgo acaba de ser publicado en la revista “Molecular Phylogenetics and Evolution” y tiene importantes implicaciones para el diseño de estrategias específicas centradas en el manejo y conservación de estas aves.

La “fringilla maderensis”. | Guillermo López.

Juan Carlos Illera, profesor titular de Ecología de la Universidad de Oviedo e investigador en el IMIB, explica que “el estudio del pinzón es científicamente relevante porque es un ave muy interesante para entender los procesos evolutivos”. De hecho, los más conocidos son los pinzones de Darwin, un grupo que Charles Darwin descubrió en las islas Galápagos, y que fueron base de su teoría de la evolución. Illera, que es uno de los firmantes del artículo, destaca que trabajos anteriores realizados por su equipo ya habían descrito una subespecie de pinzón en la isla de Gran Canaria. Ahora, los investigadores dan un paso más allá, reclasifican los pinzones y concluyen que realmente puede hablarse de cinco especies genéticamente diferentes por derecho propio. Las tres nuevas viven en la Macaronesia (Madeira, Azores y Canarias) y las otras dos en Eurasia y el Norte de África. España alberga tres especies de pinzón: una en la península y Baleares, otra en Canarias (Fringilla canariensis) y otra más en Ceuta. La de Canarias supone el hallazgo de una nueva especie de ave endémica en el archipiélago.

La “fringilla coelebs bakeri” encontrada en Gran Canaria.

“Las implicaciones de esta reclasificación son muy importantes porque la singularidad taxonómica de los pinzones es mucho más relevante de lo que se pensaba hasta ahora, por tanto, nuestra responsabilidad para protegerla es también mayor. De ahí que, si por ejemplo el pinzón endémico de Canarias se extinguiera, estaríamos ante un drama ecológico porque el mundo perdería una especie animal”, comenta el investigador.

Los trabajos realizados por este grupo de científicos han concluido que la primera diferenciación del pinzón común se produjo hace cerca de 830.000 millones de años cuando el ancestro de los pinzones vulgares actuales colonizó el archipiélago de las Azores. Poblaciones de pinzones saltaron de Azores a Madeira y, de ahí, a Canarias, donde llegaron hace aproximadamente 500.000 años. En este salto de islas, los pinzones fueron perdiendo diversidad genética. Las aves de las Azores muestran una diversidad genética sorprendentemente alta, similar a las del continente, mientras que las de los otros archipiélagos macaronésicos revelan una pérdida secuencial de diversidad. Illera explica que esta pérdida de diversidad es esperable porque cada nuevo espacio es colonizado por un subconjunto de ejemplares del grupo poblacional anterior. De ahí, que la diversidad genética del pinzón endémico de Canarias sea menor que la del de Azores.

Los científicos llegaron a estas conclusiones tras realizar un trabajo de campo en los diferentes archipiélagos. “Capturamos más de 80 ejemplares de cada una de las poblaciones para extraer una mínima muestra de sangre de las que estudiar su ADN, para seguidamente liberarlos en los mismos sitios donde los capturamos. De cada uno de estos ejemplares analizamos más de 100.000 genes, lo que nos ha permitido concluir que estamos ante especies diferentes”, subraya. El equipo confía en que el proceso de reconocimiento de estas nuevas especies sea rápido. “Nosotros hacemos una propuesta taxonómica; después, la comunidad científica puede aceptarla o publicar réplicas que, sinceramente, no esperamos. Finalmente, serán las sociedades científicas ornitológicas la que deberán reconocer esta nueva clasificación”, indica.

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